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Mensaje del 06 de Noviembre de 1997 - Madre Teresa

Tal vez esa sea la vida del cristiano: subir por la cuesta, tropezar con piedras, espinas, de vez en cuando oler fragancias de algunas flores como para no desfallecer y nunca estar plenamente seguro de si mi pierna podrá dar otro paso más arriba.

Mensaje del 06 de Noviembre de 1997

Dice la Madre Teresa:


Después de todo lo que han dicho Jesús y Nuestra Madre, la Virgen, ¿qué más puedo agregar yo?.

He sido siempre una humilde sierva del Señor, pero no por eso crean que mi vida fue fácil, fue muy difícil, la entrega al semejante para cumplir con el primer mandamiento del que se habló, no es nada sencilla y muchas veces parecería que uno quisiera volver atrás, porque el dolor, cuando es tan grande, obnubila y entonces uno siente hasta un poco de pánico ante tanto dolor, pero uno se toma del Señor con todas las fuerzas y sigue adelante, tal vez sea esa la historia que nos toca vivir a cada cristiano: avanzar, retroceder un poco, tomar fuerzas, volver a avanzar, retroceder un poco, volver a avanzar… ¡y así hasta que termine nuestra vida!.

Cuando se habla de mí se cree que todo ha sido fácil, que la Madre Teresa tenía entrada a cualquier lado y que todos la escuchaban, ¡pero no se engañen!, yo he tenido que luchar con todas las fuerzas de mi alma y de mi corazón para vencerme a mí misma y vencer todos los obstáculos y todos los dramas que tenía que enfrentar casi diariamente. Es decir, mi vida no fue un prado de rosas de entrega al Señor sino una vida de lucha constante en la que he luchado para vencerme a mí misma y vencer todas las debilidades humanas, mías y de mis hermanas y luchar contra una sociedad que tal vez nunca comprendió en totalidad dónde quería llegar.

Por eso, que este sea mi simple mensaje de hoy: no crean que hay seres con estrellas en la frente, que avanzan y avanzan sin el más mínimo temblor interior, ¡no, no hay seres con estrellas en la frente, hay hombres y mujeres que diariamente derraman su sangre, gota a gota, para poder estar bajo la mirada del Señor, para poder amar al otro, para hacer que ese amor no se canse nunca y si se cansa volver a empezar!.

Es decir, que en el escarpado camino, entre espinas y piedras, de tanto en tanto hay alguna flor, pero siempre es empinado y no sabiendo si mi pierna podrá dar el paso siguiente. Tal vez esa sea la vida del cristiano: subir por la cuesta, tropezar con piedras, espinas, de vez en cuando oler fragancias de algunas flores como para no desfallecer y nunca estar plenamente seguro de si mi pierna podrá dar otro paso más arriba.

Amén.

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