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Mensaje de 04 de Agosto de 2006

Ciudades destruidas, hogares sin agua ni comida ni esperanza de tenerla. La esperanza suena a mala palabra, la alegría está proscripta, la paz fue en otro tiempo.

Mensaje del 04 de Agosto de 2006

Habla Artemio:

04 de Agosto.

Dice María:

Quien mejor que una Madre para consolar un alma afligida, sé que es inaguantable lo que pasa, sé que no tiene medidas la infamia, sé que en la ley de las compensaciones todo esto se pagará muy caro, aunque por dentro vos pensás, no veo que nadie pague nada y estás tentado de decir como Santa Teresa de Jesús: Señor, si así tratás a los que amás cómo serás para los otros, pero Mi Hijo nunca trata mal a nadie.

Noche oscura, Cielos sin estrellas, galaxias apagadas, la negrura infinita de la noche, llanto y crujir de dientes y tan difícil de sobrellevar que hasta parecería que la muerte es una salida, nunca lo es, pero parecería. Los pastos están mustios, las flores cerraron sus corolas, los troncos dormidos por el invierno, tienen su savia latente para tiempos mejores, habría que tener en cuenta esto, habría que tener en cuenta esto, que el árbol sigue siendo fuerte e imbatible a pesar que no de señales de vida en sus hojas porque han caído y las llevó el viento.

Ciudades destruidas, hogares sin agua ni comida ni esperanza de tenerla. La esperanza suena a mala palabra, la alegría está proscripta, la paz fue en otro tiempo, el fuego y la guerra y los estallidos de las bombas hacen que muchos niños pierdan su sangre hasta terminarla, sin alternativas, sin posibilidades, sin la mano de la madre que baje los párpados una vez muertos y quedan sus ojitos mirando al vacío, orientados no sé sabe hacia dónde. Todo es lo mismo, porque las explosiones y las bombas, los dolores y las incertidumbres, las penas profundas y sin solución son también una guerra que destruye y no deja nada a su paso.

Sigo recorriendo y sigo comparando todos los distintos tipo de guerra, todas las formas de destrucción, todo producido por el hombre, ese hombre que Mi Hijo ya desde milenios tenía para él un proyecto, cuántos influyeron para que ese proyecto nunca se concretara. Cuánto cuesta vivir en esta montaña y en este valle, en este río y en este mar, en este océano y en esta galaxia, cuánto cuesta.

No voy a hacer como aquellos dignatarios que prometen un cielo lleno de paz y de alegría, como una forma de decir: aguanten que ya llegarán días mejores, por Dios, eso es una impostura, eso es un sacrilegio. Aquellos que piensan y hablan así son herejes, que al parecer no tienen remedio y sigo mirando en esas oficinas tan presentables y esos uniformes tan cuidadosamente ordenados, todo detrás de un acartonamiento que es un insulto, aunque no pasara nadie delante de ellos, es un insulto porque no hace falta que las cosas se vean cuando son intrínsicamente malas. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo vieron todo.

Pongo una firma en este documento, ordeno estos legajos, contabilizo nombres cercanos y lejanos y muy lejanos con la misma facilidad como si estuviera catalogando plantas de distinta especie o semillas, por su forma, por su tamaño y su poder de germinación. Mi querido, cómo no vas a tener el corazón partido manando sangre como un río caudaloso que corre entre las piedras pintándolas de rojo, que sube hasta la nieve y la vuelve púrpura, que salpica las flores y las vuelve mustias, cuánto dolor, cuánto dolor y pensar que algunos creen que escuchar los Mensajes del Señor o Míos es una tarea fácil, regocijante, pletórica, plenificante, muchos creen eso. El drama sería aún más grande, si una cruz inmensa cayera sobre sus espaldas, se preguntarían: ¿qué es esto? y no sabrían responder, porque todo fue siempre fácil, refugiados en ese inmenso útero de las organizaciones que los cobijan, los protegen y por supuesto, alientan su vejez diciendo palabras repetidas, insulsas, burdas, sin contenido, con un gesto torpe, una mirada sin amor.

Cuánto dolor Mis queridos, cuánto dolor, y sin embargo Mi Hijo derramó su sangre para pagar todas las deudas y ya no se repitieran estas cosas.

Fundación Jesús de la Misericordia y Corazón Inmaculado de María  |  Aprobada por Res. 139 A - Gob.de Córdoba – Sec. De Justicia – Dir.de Ins.de Pers.Jur.  |  Dirección: 9 de Julio 1162  |  Teléfono: 03537 – 431197 - 2553  |  Justiniano Posse – (Cba.)

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