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Oración del 19 de Abril de 2006

Habrá que ponerse a pensar un poquito cuando uno se queda a solas ¿no?, ¿cuánto dura mi pascua, un día, dos, cinco o siempre tengo presente la Resurrección del Señor?, porque esa Resurrección es un acto de amor como es un acto de amor el morir clavado en una cruz y haber perdido tanta sangre que es el símbolo de la vida. Oración del 19 de Abril de 2006

Habla Artemio:

… la resurrección del Señor y la resurrección tiene un montón de méritos, tantos que por eso nosotros entramos a formar parte de la Santa Madre Iglesia, que formalmente se hace el día en que nos bautizan ¿verdad?, bueno.

Ahora bien, hoy para comenzar la Oración teniendo en cuenta que es el miércoles después de la resurrección vamos a renovar las promesas del Bautismo, si bien algunos de ustedes la han renovado el otro día, porque algunos la han renovado, no importa, se puede hacer todas las veces que uno quiere, incluso diariamente ¿mmm?, hasta es saludable diariamente hacer la renovación de las promesas del Bautismo, bien. Es decir, a través de esa renovación uno vuelve a vivir lo que ocurrió cuando éramos muy pequeñitos ¿mmm? y nosotros no nos acordamos salvo que hayamos sido bautizados de grandes, no nos acordamos pero sí nos acordamos de quiénes fueron nuestros padrinos ¿verdad?, es decir, aquellos que por la oración que rezaron en ese momento son los que nos presentaron ante el Señor, junto al sacerdote que ofició el Bautismo, así que vamos a recordar también a nuestros padrinos ¿mmm?, nos acordamos en nuestra mente y estamos muy agradecidos.

Entonces como en toda ceremonia de bautismo renunciamos a satanás y todos decimos: renunciamos, a sus obras, renunciamos, a todas sus seducciones, renunciamos y creemos en un solo Dios, creemos, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, creemos. Y para ratificar los principios de la fe cristiana vamos a decir lo que se dice en esa oportunidad: creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concedido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, pareció debajo del poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos, está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos, la vida perdurable. Amén. Esto se puede hacer todas las veces que uno quiera, si uno lo hace todos los días mejor, yo tenía una costumbre, tenía un grabadorcito con la renovación de las promesas y antes de levantarme apretaba el botoncito y renovaba las promesas todos los días, digo que era mi forma, no sé, cualquiera puede usar la que se le ocurra, bueno.

Ahora vamos a número 6 vamos a cantar bautízame Señor con tu Espíritu, es una manera de completar el Credo, entonces: bautízame Señor con tu Espíritu….
Fíjense ustedes: bautízame Señor ¿no?, y déjame sentir el fuego de tu amor, aquí en mi corazón, no son palabras nomás, hay que pensar que eso debe ocurrir en nosotros, sentir el fuego de su amor, pero ¿cuándo, alguna vez, de tanto en tanto, el día domingo?, no, siempre, si los cristianos siempre sintiéramos el fuego del amor del Señor tendríamos la respuesta acertada para cada cosa que hacemos, a lo largo del día. Normalmente no se tiene la costumbre de hacerlo porque tal vez somos un poco cristianos a medias ¿no es cierto?, a lo mejor nunca nadie nos dijo eso que podía hacerse, pero hay que sentir en el corazón el fuego del Espíritu Santo. Les digo, hay personas que se concentran cuando hacen este ejercicio y se marean un poco, no tengan ningún temor, que no es nada malo ¿mmm?, por eso algunos sabiendo que se marean lo hacen antes de levantarse o después que se acostaron. Entonces, ahora le decimos también al Señor: transfórmame Señor con tu Espíritu…. Otro y basta, hermosísimo: ámame Señor con tu Espíritu….

Bueno, entonces hemos renovado las promesas del santo Bautismo, por medio del cual pasamos a formar parte de la Santa Madre Iglesia ¿verdad?, entonces repito porque no viene mal hacerlo, uno puede renovar las promesas todos los días y sobre todo en aquellos momentos en que uno se siente medio flojo o está como depresivo o se siente triste o creen que los familiares están muy lejos o no se siente lo suficientemente querido ¿mmm?, en esos momentos renueven las promesas del Bautismo ¿verdad? y van a ver cómo el Señor enciende en ustedes, en vuestro corazón ¿verdad?, el fuego de su amor. Nosotros siempre cuando tenemos algún problema de cualquier clase buscamos siempre cosas exteriores para ver si se nos pasa ¿mmm?; ustedes han visto porque ustedes lo habrán hecho ¿no?, los llamados por teléfono: me duele fuertemente la cabeza, tengo una tristeza terrible, no doy más del cansancio que me produce mi familia, rece por mí, no, hacé vos la renovación de las promesas del Bautismo, yo rezaré por vos también pero vos renová las promesas. Hay un término que es muy vulgar y hasta medio feo decirlo pero a veces somos mangueros de oraciones, queremos que otros recen por nosotros, está muy bien pedirlo pero nos viene bien hacerlo también porque de esa forma entramos en un contacto directo con el Señor ¿eh?, bien.

El Evangelio de hoy trata de los compañeros de Emaús, el otro día ya hablamos de esto, teniendo en cuenta todo lo de la Pascua de Resurrección, pero lo volvemos a hacer porque la Sagrada Escritura, aunque se repitan las cosas todos los días o a cada rato siempre tiene una riqueza nueva, que viene hacia nosotros del Señor, por eso la Sagrada Escritura con la cantidad de años que tiene sin embargo las mismas cosas producen sensaciones y crecimientos distintos para cada persona ¿eh?, toda vez que se hace de nuevo.

Bueno, los compañeros de Emaús se resume así, iban dos Discípulos de Jesús rumbo a un pueblito, Emaús, está todavía y en el camino se encontraron con un señor que vestía como ellos, caminaba como ellos, igual a ellos y se une a ellos dos y dice: ¿adónde van?, vamos a Emaús, y entonces el hombre que se acerca se interesa por saber de qué estaban hablando estos dos señores, pero ¿cómo dice uno de ellos?, debe ser el único que no sabe lo que pasó en estos días, que han colgado en la cruz a un hombre muy bueno y que lo único que había hecho era hacer milagros y redimir con su palabra, nos extraña que no conozcas esto siendo de esta región, Jesús no contesta, pero empieza a hablar con ellos y refiere aspectos de la Sagrada Escritura, del Antiguo Testamento y una serie de cosas y los dos compañeros, los dos Discípulos escuchan lo que comentaba este hombre. Cuando llegan a la entrada del pueblito de Emaús, Jesús hizo el ademán de continuar el viaje pero los dos Discípulos, sin saber que era Él por supuesto, le dice: no, no sigas, ya casi es de noche, vení con nosotros, porque la noche está llena de peligros y Jesús entra a quedarse con ellos, llegan a un lugar donde estaban reunidos otros Discípulos y gente del lugar que era cristiana y le invitan a Jesús para que se siente a la mesa con ellos, a compartir el alimento, pero nadie se dio cuenta que era Jesús. Llegado el momento en que Él parte el pan ¿verdad?, allí sí, allí se dan cuenta que era Jesús el que había cenado con ellos, pero al darse cuenta ya Jesús había desaparecido, porque eran las apariciones que había hecho Jesús después de la Resurrección ¿verdad?.

Ahora, cuando el Señor se fue empezaron a decirse los Discípulos entre ellos: pero ¿cómo?, estuvimos tres años caminando con Jesús por todos estos lugares, es decir, su palabra tenía que haber sido conocida por nosotros, y por otra parte: ¿no sentíamos arder en nuestro corazón cuando Él nos hablaba?, pero ¿cómo hemos sido tan torpes, tan torpes de no darnos cuenta que caminaba con nosotros nada menos que Jesús?, ¿cómo es posible?, y había sido grande el trecho que habían caminado y Jesús había contado muchas cosas de alguien que sabía sobre la Sagrada Escritura sin embargo no se habían dado cuenta. Habría que pensar si nosotros no somos un poco los Discípulos de Emaús, fíjense justamente este Evangelio está colocado el miércoles después de Pascua de Resurrección, ¿no será que también nosotros en la vida vamos caminando, Jesús está a nuestro lado y nosotros no lo vemos, porque el Señor se nos manifiesta a través de las personas, nos puede hablar a través del que nos provee los alimentos, de la persona que trabaja en nuestra casa, de cualquiera puede hablarnos ¿verdad?, o en nuestra conciencia con el Espíritu Santo.

Ahora no hay peligro que nos pase a nosotros lo mismo, que hemos todos festejado tan así seriamente la Pascua, que felices pascuas, que la pasen muy bien, que el Señor resucitó, que ¿no?, y hoy ya es miércoles, ¿nos olvidamos que el Señor resucitó?, habría que preguntarse eso seriamente, porque a veces hacemos las cosas como si fuera así, de olvidarnos, es decir conmemoramos algo, nos acordamos de algo y después pasa y ya está, nos olvidamos, claro, pero para acordarse tenemos que tomar conciencia de que Jesús al resucitar nos trae la vida ¿verdad?, Jesús nos trae la vida, nos abre las puertas del paraíso, es decir todo detenido cuando el hombre venía desde muy lejos habiendo usado mal su libertad y entonces con la muerte en la cruz Jesús sella una Alianza con los hombres para que en adelante pudieran ver a la Trinidad una vez que muriesen, antes no podían, entonces no es cualquier cosa la Resurrección, Pascua no es cualquier cosa, es fundamental en mi vida ¿verdad?, por eso renovamos las promesas del Bautismo porque lo hacemos recordando la Pascua ¿eh?. Jesús resucitó de entre los muertos y Pablo es muy claro cuando dice: si el Señor no hubiera resucitado la fe nuestra no tendría ningún valor.

Habrá que ponerse a pensar un poquito cuando uno se queda a solas ¿no?, ¿cuánto dura mi pascua, un día, dos, cinco o siempre tengo presente la Resurrección del Señor?, porque esa Resurrección es un acto de amor como es un acto de amor el morir clavado en una cruz y haber perdido tanta sangre que es el símbolo de la vida.

Es decir, concretando, si nosotros tuviéramos una conciencia bien clara sobre lo que es la Pascua de Resurrección ¿verdad?, toda nuestra vida se convertiría en otra cosa, ¿por qué?, porque nuestro corazón se llenaría de esperanza, esperanza ¿en qué?, en todo lo bueno, y en el caso de nosotros esperanza de que vamos a sanarnos de lo que tenemos, por ahí alguno pensó: si pero yo no tengo nada, vine por curioso, no, no, todos tenemos algo ¿eh?, todos tenemos, incluso aquellos que vinieron para ver, todos tenemos algo siempre ¿mmm?, es cuestión de mirar los rostros de cada uno para ver qué tienen marcado, lo que les digo siempre, las cicatrices del dolor que han padecido a lo largo de los años, ¿quién me puede negar eso?, nadie, porque todos hemos padecido.

Entonces, todos estamos de alguna forma enfermos y por lo tanto necesitamos ¿verdad?, tener en cuenta esa Resurrección del Señor que nos trae todo el amor para que renazca en nuestro corazón la esperanza, la esperanza ¿de qué?, de todo, que todo va a ser diferente, si estamos enfermos se da la salud, si hay peleas en cualquier lugar bueno, la paz, si hay, etc., etc. ¿no? ¿verdad?, que no nos pase como a los Discípulos de Emaús ¿eh?, para después decir: pero ¿cómo?, estaba entre nosotros, sentíamos su voz, esa voz que reconocíamos en todo caso que era llena de amor, pero cómo no nos dimos cuenta que era Jesús el que estaba entre nosotros ¿mmm?, cómo no nos damos cuenta a veces que el Señor nos está hablando a través de personas que se mueven dentro de la sociedad, porque el Señor nos habla a través de los hombres, de las cosas, de los acontecimientos ¿mmm?.

Entonces, vamos a pensar un poquito ¿no? en: ¿somos nosotros los Discípulos de Emaús que no reconocen al Maestro? ¿mmm?, ¿o no nos importa esto?, pero tiene que importarnos porque estamos enfermos todos, algunos un poquitito, otros un montonazo, pero todos de alguna forma estamos enfermos, a todos nos hace falta algo, ¿quién está seguro que se va a levantar mañana?, si alguno está seguro que levante la mano, pero nadie está seguro que se va a levantar mañana ¿verdad?, es decir podría morir tranquilamente esta noche ¿verdad?, podríamos morir, entonces quiere decir que no estamos libres de que en nuestro cuerpo se manifieste cualquier enfermedad; ustedes dirán: pero ¿por qué insisto en esto?, y porque insistía Jesús, Jesús lo primero que preguntaba era: ¿dónde están los enfermos que quiero sanarlos y esa misma expresión viene acá a nosotros y nos pregunta también ¿verdad?: ¿dónde están los enfermos que quiero sanarlos?, nos está preguntando eso y yo les respondo: aquí estamos todos ¿eh?, algo padecemos, algo tenemos, no somos tan felices como estamos demostrando por ahí con nuestra cara llena de sonrisas, no es tanto así, no somos tan triunfadores como hacemos el cartel de que somos, no tenemos todo resuelto como deberíamos tenerlo, noo, nos falta un montón de cosas y entonces tomemos conciencia de que somos chiquititos, somos precarios, somos creados a imagen y semejanza de Dios, pero chiquititos, indefensos, precarios, salimos a la vereda, no miramos, una bicicleta nos hace caer y podemos hasta morirnos con eso, así de simple es la vida de frágil, de precaria, de que puede cortarse en cualquier momento ¿mmm?.

Saben que… (se dio vuelta la cinta)…, como hoy y uno le hace un agujero con la mano para que la llamita no se apague ¿verdad?, bueno, esa llamita es nuestra vida y las manos son todos los cuidados que nosotros debemos tener para poder mantener esa vida, no es tan simple, el esfuerzo es diario, comemos algo que nos hace mal y eso puede ya no sé qué, o cualquier cosa ¿mmm?. Pensar entonces en que nuestra vida según lo que a mí me pareció, es como la llamita de una vela en día de viento, que uno la cubre con el hueco de la mano para que no se apague y así hacemos con nuestra vida para que no se apague ¿mmm?. No es porque nos asuste la muerte, no, porque directamente tenemos muchas cosas que hacer todavía sobre la Tierra ¿mmm? ¿verdad?, bien.

Entonces, pensar en estas cosas, quedarnos por ahí a solas en algún momento, entrar en el diálogo con el Señor, decirle todo lo que tenemos, lo que pensamos, lo que somos, lo que nos pasa y diciéndoselo con canto lo haríamos con tres y le diríamos a Jesús: mirarte solo a ti Señor…. Después continua: amarte solo a ti ¿no?, pero y ustedes dirán: y ¿nuestra familia, y los que amamos, nuestra esposa, nuestro esposo, nuestros hijos, todos lo que tenemos?, por supuesto que los amamos ¿verdad?, pero le decimos al Señor con todas nuestras fuerzas: amarte solo a ti Señor…. Ahora ¿nunca hay que mirar para atrás?, sí, en un comienzo de nuestro crecimiento espiritual conviene mirar un poco hacia atrás, ¿para qué?, para hacer un poco de limpieza de nuestra vida, porque si analizamos un poquito nos damos cuenta que como decimos siempre, en la vida nos fue de una manera y sufrimos en la panza de mamá, sufrimos al nacer, sufrimos después, sufrimos siempre y seguimos sufriendo ¿verdad?, entonces lo importante será en ese mirar atrás en descargarlo, es como si uno llevara un acopladito atrás con las cosas ¿no?, o una bolsa en la espalda ¿verdad? y de repente sentir la invitación del Señor que nos dice: dejá aquí todo eso que tenés el pasado ¿eh?, todos los sufrimientos, las injusticias que cometieron con vos o vos cometiste con alguien.

Es decir, todas las tristezas, las penas, los disgustos, todo lo que nos fue pasando a través del tiempo, acá dentro hay gente que ha sufrido mucho a lo largo de toda la vida, enormemente ha sufrido ¿mmm?, no pueden seguir teniendo en la bolsa todo ese conjunto de dolor que les atormenta, déjenlo aquí, si el Señor de la Misericordia, justamente hoy en el Mensaje dice: dejen todos sus dolores, sus dramas, sus disgustos, déjenlo aquí al pie de Mi altar, que Yo tengo muchas ganas de quemarlo con Mi amor, déjenme aquí los dolores; vos dirás: pero ya no hay tiempo, ya tengo demasiada bronca acumulada, tengo demasiado dolor metido en el alma, tengo, tengo, tengo, pero alguna vez tenés que hacerlo, porque sino todo eso termina por enfermarte ¿mmm?, termina por enfermarte. Todo eso que está allí acumulado a uno se le va marcando en el rostro como si fuera un mapa del dolor que hemos pasado a lo largo del tiempo ¿mmm?, y a veces sufrimos injusticias de personas que no nos querían hacer sufrir, sin embargo tuvimos que sufrir y tuvimos que padecer y nos dolió mucho y hemos mojado muchas noches la almohada de lágrimas del dolor que nos producía, a veces hasta miembros de nuestra propia familia. Si alguno de nuestra familia no funciona, no nos quiere, nos deja de lado o que se yo, díganle a Jesús: tomá, aquí te entrego esto que es mío, mi hijo, mi hija, mi esposo, todo, todo lo que sea, este enemigo, te lo entrego Señor, arreglate vos, mejoralo vos porque a mí demasiado dolor ya me dio, aquí te lo entrego Señor ¿mmm?. Lo mismo que las enfermedades o las consecuencias que a uno le dejó las enfermedades, porque cuántas cosas nos dejan las enfermedades, a veces andamos rengos, otras veces la vista es muy escasa, otras veces el corazón nos tiene a maltraer ¿verdad?, entonces démosle todo al Señor ¿verdad?, Él estuvo aquí seis horas, derramó su sangre pero después resucitó, pero con esa sangre derramada, pagó todas las deudas nuestras y de aquellos que nos hicieron mucho daño. Si Jesús no hubiera pagado todas las deudas de la gente que a veces con razón o sin razón es maldita o dañina o injusta o que se yo ¿no es cierto?, y Jesús no pagara las deudas con su sangre el mundo sería terrible ¿mmm?.

Entonces, recapitulamos, rebobinamos y decimos: estamos en miércoles después de Pascua de Resurrección, el Señor vino para pagar todas nuestras deudas, yo tengo que poner al día mi vida, tengo que dejar la bolsa, el carrito o lo que sea aquí e irme tranquilo y en paz, incluso la enfermedad que tengo también tengo que dejarla acá, porque el Señor te pide que la dejes, te pide porque Él quiere sanarte porque te ama, así de simple, Él quiere sanarte, pues bien, dejale todo acá ¿mmm?, miércoles, hemos pasado la Pascua, estamos en el momento de la Resurrección hoy hablando de los Discípulos de Emaús, toda esa riqueza inmensa del Señor que nos deja por haber derramado toda esa sangre en la cruz, aunque con una gotita hubiese bastado, no la desaprovechen, es como despreciar la gracia, no puede uno despreciar la gracia ¿mmm?. Vieron que mal que hace cuando vos regalás algo y dice: no, por qué, no quiero yo ¿eh?, y muchas veces hacemos así con el Señor estamos sabiendo tal vez que Él nos regala montones de gracias y medio se las rechazamos porque nos gusta sufrir, porque nos gusta hacer dañinadas, porque nos gusta vivir a nuestra manera y no querer cambiar de muchas cosas, noo, el Señor nos está regalando todas las posibilidades, todo, todo, dejen aquí al pie del altar todos los dolores y todas las cosas, sino vuestra peregrinación al Santuario es totalmente inútil, no sirve para nada, se van como vinieron, no, no sirve. El Señor quiere que la gente se vaya de aquí distinta de cómo vino, pero tiene que haber en ustedes un propósito, tengo que dejar mis males aquí, tengo que abrir mi corazón al Señor, no puedo yo seguir así, ya no doy más, la vida se ha vuelto demasiado terrible para mí, ya es un espanto, cómo voy a seguir viviendo de esta forma, entonces voy a dejar todo aquí porque el Señor me lo está diciendo ¿mmm?, lo voy a dejar.

Pensemos un momento en todo esto, pensemos en nuestros familiares que quedaron en casa o tal vez que ya murieron y tenían en su rostro la pena de morir con alguna injusticia sobre su ser, pensemos en nuestros padres, en nuestros familiares, parientes, amigos, que tuvieron que irse sin poder, sin poder darle al Señor todo lo que debían darle, porque nadie les enseñó que Jesús estaba allí esperando que le dieran todo lo malo que tenían, pero no porque ustedes sean malos sino malo por todas las cosas que les hicieron. Cuando uno habla de dar las cosas malas que pasaron creen que es lo malo que hicieron ustedes pero ¿quién dijo que ustedes son malos?, si todos tienen cara de de santos acá ¿mmm?, pero sí pueden y deben dar todas las cosas que padecieron, las injusticias que sufrieron, los dolores que los hizo realmente parir ¿eh?, todas las cosas que fueron viviendo que les amargó la vida ¿mmm?, déjenlo acá, sino no vale la pena que hayan venido, no tiene valor vuestra venida, no sirve para nada, es lo mismo que ir a visitar un museo o lo que sea y Jesús está vivo entre nosotros porque ha resucitado, ¿o no dijeron ustedes a todo el mundo: felices pascuas de resurrección, felices pascuas de resurrección?, ha resucitado, está entre nosotros, los está tocando, les está tocando aquellas partes que ustedes tienen enfermas ¿mmm?, les está tocando en este momento el Señor, está entre nosotros, cerremos los ojos un momento y sintamos en nuestra cabeza, en nuestros hombros las manos del Señor que vienen a darnos lo que siempre ansiamos y siempre con los ojos cerrados decimos: cantemos al amor de los amores….

Jesús está entre nosotros porque ha resucitado, Jesús está entre nosotros para llevarse todo nuestro dolor, nuestras penas, nuestras enfermedades y nuestras cosas, Jesús está entre nosotros porque nos ama, Él nos ama profundamente, lo que pasa es que tal vez no nos enseñaron que Él nos ama siempre, está continuamente cerca nuestro para ayudarnos en lo que necesitemos, para darnos una mano si la precisamos, en todo está, entre nosotros, el Señor ha resucitado, no seamos como los Discípulos de Emaús que no lo reconocemos, Jesús ha resucitado y está entre nosotros, alégrense, alégrense, que vuestro corazón reboce de alegría porque el Señor ha resucitado y eso significa esperanza, porque mi cáncer se termina, mi dolor de hueso va a ir desapareciendo, mis pies ya no me van a doler, mi alma va a encontrar reposo y paz y voy a poder ser feliz con mi esposa o mi esposo, con todos, claro, porque el Señor ha traído la esperanza, al resucitar me ha traído todo lo mejor, yo no puedo despreciarlo, no puedo irme de acá sin aceptar del Señor todo lo que me está dando.

Jesús ha resucitado, que alegría produce en mi corazón que Él esté entre nosotros, cuánta es nuestra paz sabiendo que nuestra noche va a estar custodiada por Él, que maravilla pensar que al levantarnos Él va a estar allí para darnos su mano junto a su Madre, la Virgen, que precioso pensar que vamos a trabajar y Él va a estar al lado nuestro trabajando también, ayudándonos o mirándonos para que nuestra tarea sea más fácil. Pidámosle al Señor una vida más fácil, porque muchos de acá dentro tienen una vida muy difícil, hay muchos acá dentro que padecen de todo, pídanle al Señor una vida más fácil, más vivible, pídanle al Señor, pídanselo, pídanselo de rodillas, de rodillas con el alma, de rodillas con las rodillas y de todas las formas posibles, pídanle al Señor, Él ha resucitado y está entre nosotros.

Y le decimos de nuevo, con fuerza: cantemos al amor de los amores…. En nombre de nuestro Señor de la Misericordia, que todos los días viene aquí, mejor dicho, se ha instalado aquí pero se manifiesta de las más diversas formas, en nombre del Señor de la Misericordia reciban todos, todos ustedes y vuestros familiares y vuestros parientes, vuestros amigos, enemigos y todo, reciban todos con fuerza, con toda la fuerza que puede el Señor y su Misericordia, Él no se lo niega porque es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo, Amén.

Ahora vamos a dar la bendición en forma particular.

Fundación Jesús de la Misericordia y Corazón Inmaculado de María  |  Aprobada por Res. 139 A - Gob.de Córdoba – Sec. De Justicia – Dir.de Ins.de Pers.Jur.  |  Dirección: 9 de Julio 1162  |  Teléfono: 03537 – 431197 - 2553  |  Justiniano Posse – (Cba.)

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