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Mensaje del 18 de Abril de 1998

La Luz de Mis ojos han visto en este momento que los rayos que salen de Mi Corazón han incendiado toda la Tierra y en eso tienen mucho que ver ustedes, por eso les digo: gracias hijos Míos por ser generosos, por mostrarse tan dóciles conmigo, por amarme tanto, no me interesa cuántos son, me interesa la calidad de nuestro afecto y tengan la seguridad que todo lo que han pedido está haciéndose.


Mensaje del 18 de Abril de 1998

Habla Artemio:

Ya cuando tu Padre creó el mundo y vos estabas en el Padre ya me amabas Señor y me seguiste amando a lo largo de los tiempos Señor y en ese amor que me tuviste Señor ya entre el Padre y el Espíritu Santo programaban mi vida Señor. En la tercera línea del Génesis dice: “y el Espíritu del Señor revoloteaba sobre las aguas”, se refería al Espíritu Santo que ya estaba pensando en mi Señor y me seguiste amando a través del tiempo y me amaste en el seno de mi madre y me amaste al nacer y me seguiste amando Señor y me amas, yo no sé Señor si todo lo que yo pueda amarte alcanza, yo diría que sé que no alcanza pero tu gran Misericordia Señor me ama a mí y lentamente me irás haciendo aprender cómo debo amarte Señor, cómo debo amarte.

Estamos en las vísperas del día que vos elegiste para conmemorar tu Divina Misericordia, esa Misericordia que es tan grande que nosotros no entendemos, porque si entendiéramos un poquito nada más ya nuestra vida cambiaría totalmente, todavía Señor no hemos entendido que es tu Misericordia, que es un fruto del amor que nos tenés, si nosotros hubiéramos entendido tu amor seríamos buenos Señor, seríamos pacientes, seríamos sufridos, seríamos comprensivos, amaríamos a nuestros hermanos, no solamente nuestros hermanos sino también la hermana piedra, la hermana planta, el hermano sol, la hermana luna, es decir todo el cosmos que vos creaste Señor. Si nosotros amáramos Señor no hubiéramos convertido este planeta en lo que es, pero Señor tu Misericordia es tan grande que puedes revertir todo esto de un momento para otro, es cuestión que vos digas: quiero y ya todo está cambiado, así como cuando dices ante un enfermo: “quiero que camines y el hombre camina”.

Regálanos Señor el Don de la fe para poder ahondar mas en tu Misericordia Señor, regálanos Señor todos los carismas del Espíritu Santo, pero sobre todo aquellos que van a servirnos más para poder darles a nuestros hermanos.

Entramos mañana en el día elegido por vos para conmemorar tu Divina Misericordia y lo hacemos de una manera tan simple por no entender Señor, por no entenderte plenamente Señor y en este último día de la Novena vos lo recordás diciendo todo lo que te hicieron sufrir las almas tibias, es decir aquellos que son y no son, aquellos que están y no están, aquellos que dicen amar y apenas hacen algo que no es amor Señor, aquellos que dicen que comprenden pero comprenden lo que les conviene a ellos Señor, aquellos que dicen entenderte tus problemas pero entienden solamente lo que a ellos les parece bien y lo que entra dentro de su estructura mental pero no se esfuerzan Señor por querer al hombre tal cual es, con toda su podredumbre, con todos sus defectos, con todo lo que el hombre puede tener, Señor dicen querer, pero no quieren Señor porque nunca debe espantarnos ni nuestro olor a podrido Señor ni la podredumbre que podemos ver en los otros, porque vos viniste justamente Señor a traernos tu Misericordia para sanar nuestra podredumbre Señor. Uso esa palabra Señor porque vos la usaste en tus Revelaciones a Santa Faustina, ya sé Señor que vos tenés tu tiempo que no es igual al nuestro, pero pienso por qué a Santa Faustina durante medio siglo no se la tuvo en cuenta, los mismos Papas se negaban a hablar de ella, las autoridades religiosas que estaban cerca y veían todo con claridad se negaban a darle cabida, las Hermanas de su Congregación tal vez hasta la torturaban por celos o no sé que cuando vos le decías todas estas cosas de tu Divina Misericordia.

Tus tiempos son distintos a los nuestros Señor pero por qué cincuenta años de silencio Señor, por qué cincuenta años de silencio, es medio siglo Señor, en todo ese tiempo la libertad de algunos hombres, mal usada, hizo que tu Mensaje de Misericordia no llegara a los hombres hasta que el Señor quiso que Juan Pablo II, de la misma nacionalidad que Sor Faustina sacara a luz todo lo referente a la Divina Misericordia, tanto que el Papa piensa para el Jubileo del Año 2000 canonizarla y elevarla a los altares a Santa Faustina. Decir que va a hacer eso en el Año del Jubileo es decir: quiero honrar realmente a esta mujer que recibió los Mensajes tuyos Señor y al recibirlos padeció toda clase de sufrimientos y de persecuciones Señor y murió con la esperanza de que algún día sus palabras pudieran ser escuchadas, hubo algunos Señor que le reprochaban que apenas si sabía escribir, que entonces sus palabras eran puestas en dudas o las veían que tal vez no obedecía a la verdad.

Yo te digo esto Señor porque quiero comprender, por qué esos cincuenta años de silencio Señor y además me interesaría comprender Señor por qué tanta negatividad para reconocer que más que la Ley vos sos la Misericordia, es decir un fruto del amor, por qué Señor los Ministros de la palabra no quieren darte entrada Señor, por ellos te pido Señor para que los hagas Santos y puedan ver que la sanación de la humanidad está contenida en aquella frase que le dijiste a Santa Faustina: “gritale al mundo que es la era de la Misericordia y que es el tiempo en que todos podrán salvarse”, parecería Señor que algunos tienen interés en que no nos salvemos, por eso Señor convierte esas almas y triplica sobre ellos tu Misericordia para que vean por fin la Luz Señor.

Cuanto dolor sentí Señor cuando el día de la madre en la inauguración de tu imagen allá frente a la estación, el Sacerdote no pronunció ni siquiera una vez que eras el Jesús de la Misericordia, hablaba de Jesucristo nada más, por qué Señor, yo sufría por dentro Señor, yo sufría por dentro cuando le di a algunas niñas que repartieran tu imagen y tu Mensaje y cuando se la dieron al Sacerdote la dobló, la miró un poquito y la guardó en la Biblia, daba la impresión que casi si le molestara Señor y eso me partía el alma Señor, cómo es posible que tu Misericordia tal vez le haya molestado Señor, no lo puedo entender Señor, ¿cuánto habrás sufrido Señor?, como nos decís hoy en la Novena: por las almas tibias como allá en Getsemaní, que te obligó a decir por la desesperanza: “Padre, aparta de Mi este cáliz”, como queriendo decir: que cosa que es el hombre, cuanta mala levadura hay en él. Cuánto me dolió ese día Señor, que él se negó a nombrarte como verdaderamente debía nombrarte, es decir yo te veía allí negado como te negaron los tibios delante de Pilatos.

Por la puerta izquierda ha entrado Jesús, como Jesús de la Misericordia y todo el recinto se ha llenado de Luz y los rostros de ustedes los veo como empapados de un agua dorada, amarilla, rosada, no se ve nada acá que no sea el color de los rayos que salen del Corazón del Jesús de la Misericordia. Está ahí en el centro y sentimos en el cuerpo un calor que no se aguanta, les pasará a ustedes también supongo, más allá cerca de la puerta está María y la Madre Teresa.

Señor, delante de todo este esplendor de tu Luz Señor yo te presento mi vida, mis dolores, mis alegrías, todo lo que es mío y te lo ofrezco Señor y mis hermanos están haciendo lo mismo, lo nuestro es poquito Señor y lo poquito que es huele mal Señor, pero vos viniste Señor justamente porque olemos mal, es decir porque estamos llenos de defectos y de pecados Señor, por eso viniste Señor, por eso has muerto en la cruz Señor, por eso derramaste tu sangre y ahora nos regalas Señor toda esta Luz que sale de tu Corazón Señor y estamos todos empapados de esa Luz y tenemos tanto calor Señor que sacaríamos a pedazos nuestras ropas porque nos asfixiamos de tanto calor Señor, pero no es un calor de fuego Señor, es un calor de amor Señor y estamos tan agradecidos Señor que hayas venido y estamos tan agradecidos Señor que nos empapes con todo lo que sale de tu Corazón porque ya nada Señor puede hacernos temer, ya nada Señor nos puede dar miedo, ya nada Señor nos puede parecer difícil porque te tenemos a vos Señor. Que esta Luz Señor llegue a cada uno de los nombres sobre los cuales uno tiene la responsabilidad de pedirte Señor para que le devuelvas la salud Señor, porque para vos la salud es prioridad uno porque decís: “todo hombre sano alaba al Señor” y te pido especialmente por aquellos más necesitados Señor, ya Señor, en este momento Señor, todos aquellos que están agonizando Señor, o están con alguna enfermedad terminal, o que tienen problemas terribles o no tan grandes, ya Señor, ya, hacé el milagro Señor de sanar todo Señor, ya Señor, aquí tenes toda la Tierra Señor, con todos los hombres que la habitan Señor y tu Misericordia sobra, a pesar de que son tantos millones los hombres, derrama sobre todos Señor tu Misericordia para que todos se sanen Señor, no solamente de sus enfermedades físicas Señor sino de sus enfermedades psíquicas y espirituales Señor.

Y te lo pido justamente hoy en vísperas de la fiesta de tu Misericordia Señor, por eso estoy seguro que no podes negarlo Señor y por eso te doy gracias de antemano Señor, te digo Gloria a ti Señor que has escuchado lo que todos estamos pidiéndote, todos Señor, lo que estamos pidiéndote en voz alta y lo que estamos pidiéndote en nuestro corazón. Que esta Luz alcance Señor para sanar toda nuestra vida pasada, todo lo que sea nuestro recuerdo Señor, todo lo que de alguna forma está entorpeciendo nuestra vida actual, (cuando hablo en primera persona hablo de todos los hombres del mundo), si de algo sirve Señor nuestra vida, en nombre de esa vida Señor te pedimos por todos los hombres del mundo Señor, sin excepción de ninguna naturaleza, más allá de raza, sexo, religión o lo que sea Señor, todos son nuestros hermanos y son tus hijos Señor y tu Misericordia alcanza para todos Señor, para todos Señor y es gratuita, no hace falta hacer méritos para recibirla Señor. Fíjate Señor en cada una de las cosas que necesitan sanarse, cada uno de nosotros, los que estamos aquí presente, todos los que integran el grupo de oración, los que quisieran integrarlo y no pueden porque no los dejan Señor y tenemos que vivir en la catacumba todavía.

Señor pero que tu Misericordia también alcance para el P. G. para que se convierta Señor, que realmente Señor, tu rayo de Misericordia, de esta Luz que nos enceguece caiga sobre el P. G. lo derribe del caballo como hiciste con Pablo en el camino de Damasco y de perseguidor de los cristianos se volvió un Apóstol, te pido Señor por nuestro Obispo, especialmente, derríbalo con un rayo de tu Misericordia Señor y todos los Sacerdotes de esta diócesis Señor, para que realmente puedas tener vigencia Señor y puedan todos conocer el amor que vos le tienes Señor, mira a todos esos Sacerdotes Señor y también todos los de la diócesis de Catamarca que en este momento, hoy justamente, a las seis y media han bajado la Virgen del Valle del Camarín la han puesto en la Catedral abajo para que todo el mundo pueda tocarla.

Y por supuesto Señor te pido por todos esos que irán a buscarte a vos en mí cuando vaya el viernes a esa Diócesis de Catamarca, o después en la de Córdoba Señor, que te encuentren Señor, a través de lo que uno pueda decirles, usá mis manos Señor, mi corazón, mi mente, mis piernas, mis ojos, todo Señor, usalo Señor para que pueda acercarte a vos, a toda esa gente Señor. Muchos de ellos están esperando ese momento como si fuera algo de vida o muerte, no los defraudes Señor, llega hasta ellos Señor, a todos y volvemos a repetirte Señor que ante la magnificencia de tu Misericordia volvemos a perdonar a todos aquellos que de alguna forma nos hicieron daño a través y a lo largo de toda nuestra vida, volvemos a perdonarlos Señor, volvemos Señor a decirte que los perdonamos Señor, volvemos a decirte que yo me perdono a mí mismo las cosas que hice a lo largo de mi vida y a vos no te gustaron y también abarca en ese perdón a todos los pecadores de todas las latitudes, porque si vos dijiste que tu Misericordia alcanza para todo, alcanzará para todos ellos Señor.

Que esta simple ofrenda nuestra, de nuestro amor Señor, que esta simple ofrenda sea escuchada por vos Señor para que derrames Señor, derrames Señor sobre todos los que te pedimos Señor, no es porque queremos una vida más fácil Señor, queremos que comprendan, entiendan y paladeen tu amor Señor, no buscamos nuestra conveniencia para que no nos molesten tal vez, sino buscamos que puedan entenderte a vos Señor porque si no te han entendido plenamente están perdiendo todo lo mejor Señor, que sirva esto Señor para que llegue a todos tu Misericordia Señor.

Gloria Señor, Gloria, porque nos estás abrazando con el calor de tus rayos Señor, y el aire huele a rosas Señor, debería oler a podrido Señor por nuestra presencia pero huele a rosas, por todo lo malo que podemos tener vos lo transformas Señor, en un instante Señor transformás todo Señor y aquí se huele a rosas Señor, se huelen otros perfumes que no son de flores Señor, que uno no sabe como llamarlos y además el aire que respiramos Señor y que llenamos nuestros pulmones es el mismo aire que estás respirando vos Señor, tu Madre y la Madre Teresa, y nos llenamos los pulmones de este aire Señor, que también ha llenado tus pulmones Señor.

Parecería que toda la paz Señor y toda la felicidad de repente la acaparamos nosotros Señor, por eso te damos gracias Señor, te damos gracias Señor porque estamos aquí con toda nuestra simplicidad pero que nos convertimos en verdaderos colosos y gigantes porque tenemos tu Luz Señor, esa Luz que sale de tu Corazón. Todo el perfume Señor que estamos sintiendo es una consecuencia de cómo vos estás derramando tu Misericordia sobre nosotros, sobre nosotros y sobre todos los que te pedimos Señor. Gracias Señor, Gloria a ti Señor, alabanzas a ti Señor, alabanzas, alabanzas.

Dice Jesús:

La Luz de Mis ojos han visto en este momento que los rayos que salen de Mi Corazón han incendiado toda la Tierra y en eso tienen mucho que ver ustedes, por eso les digo: gracias hijos Míos por ser generosos, por mostrarse tan dóciles conmigo, por amarme tanto, no me interesa cuántos son, me interesa la calidad de nuestro afecto y tengan la seguridad que todo lo que han pedido está haciéndose. Mis ojos ven como la Tierra entera se consume en llamas de amor de Mi Misericordia, todo arde, incluso en aquellos corazones más cerrados y endurecidos como piedra, todo arde, todos están recibiendo la influencia de todo el amor que les tengo.

Es hermoso ver como Mi Misericordia transforma todas las cosas en un momento, es asombroso ver como hasta en aquellos corazones endurecidos se prenden chispas de amor, el amor que Yo les estoy regalando, sin que hayan hecho ningún mérito para recibirlo. Más allá de nuestras virtudes y vuestros defectos, lo que he escuchado, todo lo que me han pedido ha sido concedido porque no me interesa que puede pasar en ustedes, sí me interesa esa actitud tan generosa de entrega como ustedes tienen.

El espíritu de las tinieblas le dijo una vez a San Juan Bautista Vianney: si hubiera tres como vos mi reino estaría perdido, ¿ven hermanos?, no es cuestión de cantidad, es cuestión de entrega total y completa a Mi amor, por eso les digo cuando estos grupos se vayan multiplicando más aún de lo que están, el espíritu de las tinieblas estará enceguecido por tanta Luz, como pide Mi Madre que si hacemos caso a la Misericordia y si hacemos lo imposible por recibirla cegamos los ojos del maligno y todo se transformará, no son palabras, es una tremenda realidad que les dijo Mi Madre y les digo Yo.

Todo esto está colmado de Mi Luz, todo esto está colmado de Misericordia y todos aquellos que lleguen hasta aquí serán empapados de esa Luz y de esa Misericordia por todo lo que vienen a buscar, que en el fondo es Mi amor por ellos.

No saben cuánto los amo, ni remotamente se dan una idea de cuánto los amo.

Dice la Virgen María, Nuestra Señora del Espíritu Santo:

Mi Corazón está ardiente de gozo al contemplar, al contemplar toda la Tierra ardiendo en las llamas de la Misericordia de Mi Hijo, Mi corazón está ardiente de gozo, no hace falta que les diga muchas palabras, solamente: hombres de todas las latitudes y de todos los lugares, abran vuestros corazones para dejarse penetrar de la Misericordia de Mi Hijo y todo florecerá, todo dará sus frutos y aunque deban seguir los hombres luchando sobre la Tierra pero todos tienen la oportunidad de abrir su corazón a las llamas de la Misericordia de Mi Hijo.

Gracias Mis queridos por la actitud que ustedes tienen, Yo los llamaría y los llamo Hijos de la Luz, ¿podría llamarlos de otra manera después de verlos así encendidos como están por los rayos que salen del Corazón de Mi amado Hijo?.

Glorifiquemos al Señor, glorifiquemos al Señor.

Habla Artemio:

La Madre Teresa no quiere decir ninguna palabra hoy, se ha puesto de rodillas y levanta sus manos para implorar y agradecer y saturarse con la Misericordia del Señor.

Ahora Jesús se acerca a mi izquierda y bendice a esta señora, la verdad que hay tanta Luz porque hay que cerrar los ojos porque no se alcanza a ver casi.

Llega hasta de I., y le hace la señal de la cruz en la frente, se demora un rato mirándola.

Y sigue de P., le hace la señal de la cruz.

Va hasta de C., todo es un fuego encendido, le hace la señal de la cruz.

Va de M., parecería que toca su pierna y le hace la señal de la cruz.

Llega hasta de O., le pone las dos manos en la cabeza y le hace la señal de la cruz.

Ahora está delante de H., lo mira y le hace la señal de la cruz.

Viene hacia acá, se para delante de mí, me mira fijamente, me pone las dos manos sobre los hombros, después sobre la cabeza y me hace la señal de la cruz.

Está otra vez en el medio de la sala, bendice hacia todos lados, como si bendijera a todo el mundo, se va apagando todo y le hace señas a Maria y a la Madre Teresa para que vayan saliendo por la puerta y Él las sigue.

Gracias Señor que nos has regalado tu presencia, gracias Señor que nos has mirado a los ojos, gracias Señor que has hecho con tus manos la señal de la cruz en nuestra frente, gracias Jesús porque sos generoso con nosotros, gracias Señor, gracias Señor, gracias Señor, gracias Señor, no solo en este momento Señor sino todos los días y las horas, los minutos y segundos a que alcance nuestra vida Señor, gracias Señor, gracias Señor, gracias.

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor.

Terminamos toda esta belleza, toda esta grandiosidad y magnificencia en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

 

Fundación Jesús de la Misericordia y Corazón Inmaculado de María  |  Aprobada por Res. 139 A - Gob.de Córdoba – Sec. De Justicia – Dir.de Ins.de Pers.Jur.  |  Dirección: 9 de Julio 1162  |  Teléfono: 03537 – 431197 - 2553  |  Justiniano Posse – (Cba.)

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