• CAPILLA ABIERTA TODOS LOS DÍAS

Mensaje del 19 de Marzo de 1998

¿En esas tristezas o silencios de José, habrán pasado también la idea de vuestros pecados y de vuestras cosas que no hicieron bien o no hacen bien?, es posible y es posible que no entendiera que Yo tenía que morir un día y en una muerte horrorosa para pagar las deudas de los hombres, las deudas de cada uno de ustedes.

 

Mensaje del 19 de Marzo de 1998

Habla Artemio:

Habla Señor que tus discípulos escuchan, toma la palabra de cada uno de ellos, de cualquiera y has que digan lo que sienten decir y cada uno cuando quiere yo le paso el micrófono para que hable o hable sin micrófono.

Dice Jesús:

Esta noche tiene una significación especial porque hoy es la festividad de Mi Padre Adoptivo San José, que lo tengo a Mi lado, junto a María, Mi Madre y todo lo que se habló o leyó de los Hechos de los Apóstoles sobre Esteban no hizo nada más..., no se hizo nada más que hacer un resumen de todo el pueblo de Israel para terminar en María y José, que fueron Mis padres, así de simple es esto de haber salido lo que contó Esteban; es decir la historia de Esteban culmina con Mi Madre María y Mi Padre Adoptivo José, como pueden ver todo estaba previsto.

Les voy a contar un poco algo que nunca se dijo, Mi Padre, Mi Papá José fue un Padre amoroso, es cierto que en un comienzo no entendió qué es lo que pasaba hasta que el Ángel le revela totalmente todo el misterio de la encarnación del verbo en Mi Esposa María, que nunca conoció varón. Mi Padre fue como todos los padres pero tenía esa virtud especial de educarme con el silencio y Yo trataba de entender sus silencios cuando el trabaja la madera allá en la carpintería de Nazareth, por supuesto que todo lo anterior sería maravilloso describirlo pero algo me emociona sobre todo que es la huída a Egipto, ¿ustedes se imaginan lo que es cruzar el desierto con un niño pequeño cuando las tormentas de arena lo cubren todo y no hay ningún camino que seguir, por donde seguir para llegar a algún lugar?, y no todos los días se encontraba un oasis. Claro, Yo era pequeño, pero toda esa dedicación de José, es cierto que Mi Madre también se dedicaba pero el amor de una madre es diferente al de un padre y mucho más sabiendo que él era Mi Padre Adoptivo, pero la lucha tremenda por sobrevivir en ese desierto merecería muy bien ser contada detalle por detalle, pidiéndole al Espíritu Santo que revele todos esos días interminables, cuando la arena nos cubría totalmente y parecía que un Ángel del Señor nutría nuestros cuerpos que no tenían que comer y nos daban el agua que no teníamos para beber. Pero sigo, Yo miraba y escuchaba sus silencios cuando él elegía la madera, cuando él trabajaba la madera, de vez en cuando injertaba alguna palabra, muchas veces me sonreía y Yo veía que en él había una ternura muy grande, seguramente no entendía tanto de el niño que tenía cerca de él, tal vez entendía muy poco, pero intuía que allí, en ese cuerpito Mío de pequeño, estaba corriendo la sangre que algún día iba a ser derramada para la salvación de la humanidad.

Eso no es fácil de entender pero posiblemente José lo intuía y al intuirlo seguramente habrá hecho largos silencios porque a pesar de todo él era un hombre y Yo también y siempre la muerte de un hombre nos da pena y en ese caso, él me miraba como un niño que se preparaba, un niño que acrecentaba sus fuerzas y su sangre en las venas para un día derramarla, derramar todo por la salvación de la humanidad, para pagar todas las deudas de los hombres. ¿En esas tristezas o silencios de José, habrán pasado también la idea de vuestros pecados y de vuestras cosas que no hicieron bien o no hacen bien?, es posible y es posible que no entendiera que Yo tenía que morir un día y en una muerte horrorosa para pagar las deudas de los hombres, las deudas de cada uno de ustedes.

Me emociona pensar en todos esos momentos silenciosos que pasé junto a José, ya de adolescente había más conversación y más diálogo pero no eran muy profundos, sino que él me revelaba historias del Antiguo Testamento, me contaba…, me contaba de los Profetas, me contaba todas cosas que sacaba, que había sacado de las Sagradas Escrituras pero muchas de ellas no están en el Antiguo Testamento sino que eran leyendas que se habían tejido en torno a muchos personajes del Antiguo Testamento, leyendas o cuentos, eran cortos, no eran tan largos pero lo hacía con un criterio en el cual siempre me dejaba alguna enseñanza. Ustedes dirán: ¿el Hijo de Dios necesitaba recibir enseñanza?, sí, porque el Hijo de Dios también era hombre y el Hijo de Dios también necesitaba vibrar con las historias que José mirando la madera y trabajándola me relataba. A veces parecía como divagar un poco o distraerse del tema principal, quien sabe qué pensamientos pasaban por su mente.

En general era un hombre serio, Yo lo he visto muy pocas veces reírse, muy pocas veces y no es porque tenía unos cuantos años sino porque ya estaba en él como la seriedad de una misión y cuando se tiene una misión muy grande, normalmente no se ríe tanto porque parecería que la risa distrae un poco de lo esencial.

Sería largo decir todos esos días maravillosos cuando al terminar la tarde, Mamá María nos llamaba para que compartiéramos el pan y alguna que otra cosa, langostas silvestres o algún otro animal que por ahí merodeaba o bien vegetales que recogía. A veces en la mesa nuestros..., comíamos nuestros alimentos casi en un silencio total, pero había tanta comunicación entre nosotros, tanta comunicación había entre nosotros que parecía que el mundo estaba allí presente; ustedes se preguntarán: ¿ya había en Mí ideas sobre todo lo que pasaría?, sí, por supuesto, tal vez no todas pero sí, por eso fui un niño y un adolescente mas vale contemplativo, serio, tal vez un poco melancólico y hasta con días en que se reflejaba en Mi rostro mucho de tristeza.

Largo sería hablar de todo ese tiempo pero maravilloso sería que aquellos que a veces no encuentran argumentos y escriben cualquier cosa para entretener a la gente, gastaran sus rodillas pidiendo el Espíritu Santo para que les vaya dictando aquella vida oscura, simple, sin ningún brillo de José, María y Yo, y fueron muchos años, no fue un momento.

Yo sé que ustedes pueden imaginar un poco todo eso, Yo sé que ustedes pensarán también que por Mis arterias corría sangre y que esa sangre tenía hormonas y tenía todo lo que tiene la sangre de ustedes, pero los hombres no se atreven a hablar de ese tipo de temas, porque son tan puritanos que creen que si hablan de Mi virilidad están metiéndose en un terreno resbaloso donde podrían hacerme a Mí un flaco favor. Pero que lindo sería que alguien se animara a decir todas esas cosas: de como fui creciendo, como fui sublimando todos Mis instintos, porque allí más de un educador tendría materia prima para hacer ver a sus discípulos como un ser humano puede ir sublimando todos los elementos que corre por su sangre, porque Yo fui un hombre como todos pero nadie nunca habla de eso.

Pueda ser que al leer estas palabras en algún rincón del planeta alguien en forma prudente y con plena inspiración del Espíritu Santo contar todas estas cosas, tal vez tendrían un libro maravilloso para educar a los jóvenes dentro de ideales que realmente necesitarían para ser muy felices, que en última instancia se puede resumir en: ser todo para los demás sin dejar de ser yo.

No quiero extenderme demasiado porque se hace tarde pero que alguien en algún lugar del planeta recoja esta invitación y se anime a pedirle al Espíritu Santo que le inspire en escribir la vida de José y María junto al niño, el adolescente y el hombre y sobre todo los principios educativos que usó Mi Padre Adoptivo conmigo, esos principios sacados de los criterios comunes, de las personas comunes que cada palabra que pronuncia, cada palabra que pronuncia tiene tanta enseñanza que abriría las puertas de tantos corazones y tendrán que hacerlo seguramente para edificar una nueva sociedad.

Habla Artemio:

Ni José, ni María, ni la Madre Teresa quieren decir nada, solamente dicen que les trasmitan a todos su amor incomparable, todo el amor que pueden tener por alguien que se dedican como ustedes a servir al Señor.

Dicen que aman a todos con un amor muy grande y que en este día, que ustedes a lo mejor les parece simple, común como otros días, han ocurrido dentro de ustedes, en vuestra salud y en vuestra alma y en tantísimos hombres un montón de prodigios.

Dice Jesús:

La paz sea con ustedes, los amo profundamente y les repito que no se olviden nunca en cualquier lugar que estén que son Hijos de la Luz.

Amén.

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré…. Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Gloria, al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Alabaré, alabaré... .

Terminamos este reunión en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

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