Mensaje del 14 de Febrero de 1998 (2º) - Madre Teresa

¡No se llamen a engaño!, no es que lo diga pensando en una eternidad muy larga, donde tendremos que pagar tal vez las cosas que hicimos, ¡hablo ya de aquí, en la vida cotidiana, en la vida de todos los días!.

Mensaje del 14 de Febrero de 1998 (2º)

Dice la Madre Teresa:

Yo andaba en tinieblas, como andan tantos, pero un buen día se hizo la luz en mi corazón, como si un rayo hubiera atravesado mi cuerpo y de repente entendí que la vida era servicio, que la vida no era dar algo sino darse, no fue fácil por supuesto y ¿qué es fácil?, nada, pero yo entendí que no había que dar sino darse.

Esto suena a palabras repetidas, claro, hay que repetirlas cuando las cosas no se escuchan y uno quiere taparse los oídos para no oír, yo quisiera preguntar, para dejarles una inquietud: ¿se puede hablar de dignidad humana cuando no hay ningún alimento para poner en el estómago, cuando no hay un medicamento para curarse de su enfermedad, cuando en los países la mayoría de los hombres son ciudadanos de quinta?, ¿puede hablarse de la dignidad humana cuando los que mandan, en todos los órdenes, ejercen su poder despóticamente o se aprovechan del poder para usufructuarlo en beneficio propio?, ¿puede hablarse de dignidad de la persona humana cuando los niños mueren como moscas en tantos países y los que no mueren, quedan deficientes mentales?, muchos de ellos porque no hubo en sus nutrimentos los elementos esenciales para que puedan elevarse a la dignidad de personas, ¡y después queremos que esos hombres razonen y piensen como corresponde!, ¡jamás deberíamos pedir eso, porque antes no hemos hecho lo que correspondía hacer!.

No se llamen a engaño!, no se puede hablar de dignidad esencial de la persona humana cuando los que detentan el poder y los que acumulan todas las riquezas son algunos y el resto vive con la esperanza tal vez, pero con una profunda hambre de verdad y de justicia.

¡No se llamen a engaño!, no es que lo diga pensando en una eternidad muy larga, donde tendremos que pagar tal vez las cosas que hicimos, ¡hablo ya de aquí, en la vida cotidiana, en la vida de todos los días! y piensen si pueden ser felices totalmente mientras haya un niño que muere de hambre, un anciano desprovisto del afecto de sus hijos, una mujer embarazada que no sabe dónde tener a su bebé, esos niños que andan por la calle, cuyos padres parecieran no existir.

¿Se puede hablar de dignidad esencial de la persona humana?… (se dio vuelta la cinta)…, yo no hablo solamente de los lugares que conocí, hablo del mundo entero. Y voy a terminar, sin prisa y sin pausa: a alinearnos junto a aquellos que trabajan por un mundo habitable y a golpear con nuestras palabras las conciencias para que puedan por fin prevalecer los mandatos del Señor.

Amén.

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