Mensaje del 24 de Septiembre de 1997 - Madre Teresa

Un beso para todos de estos labios resecos, que se secaron de besar a tantos rostros, cientos de miles de rostros de hombres y mujeres que morían de hambre.

Mensaje del 24 de Septiembre de 1997

Dice la Madre Teresa:

Desde el primer momento en que estuve con ustedes supieron que no se iban a liberar nunca de mí (dicho buenamente) ¡Me gustan ustedes! Me gusta lo que hacen, ¡me gusta todo! Por eso es que yo no tengo ni remotamente pensado no aparecer todas las veces que quiera y hasta sueño con un libro no tan grande pero sí lo suficientemente importante como para titularlo: "Conversaciones con la Madre Teresa".

Pero no quiero ya las conversaciones con un periodista que me entrevista, sino las conversaciones que tenemos en estas reuniones o fuera de estas reuniones. No vayan a tomar esto como una manera de mostrarse orgullosos o que les haga mal, pero ustedes tienen algo que es muy difícil de encontrar.

Ustedes dirán, "la fe de esos monjes que están en un silencio total adorando a Dios, ¿no es superior a la de nosotros?" Ocurre que esos monjes han decidido, han consagrado su vida a adorar al Padre. O bien piensen en tantas otras personas que de una u otra forma veneran al Señor, todo lo que quieran, piensen en todos los ejemplos que se les ocurra pero tampoco traten de descubrirlo ¡En ustedes todo es tan especial que a mí me tienen "copada"!

Con respecto a todo lo de hoy, aunque ustedes no me veían yo estaba ahí, desde que empezamos con la cuestión del Espíritu Santo ¡Todo esto es un prodigio! ¿O ustedes creen que cosas como estas se ven en muchas partes?

Aunque les parezca otra cosa, yo intercedí delante de Jesús, delante del Padre y delante del Espíritu Santo para que todos esos sueños que ustedes tienen de hacer un mundo diferente se concreten lo antes posible. Porque yo soy una mujer muy impaciente y no se olviden de que de este lado se siguen teniendo las características que uno tuvo en la Tierra. Por lo tanto va a haber días en que van a tener que decir "despacio, despacio, porque no podemos procesar todo lo que se está viniendo arriba de nosotros" (para bien, por supuesto)

Pero los prodigios se darán por montones y puedo asegurarles que ahora tendrán delante del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, una intercesora de primera clase. En consecuencia, vayan pensando en que si montones de cosas antes han ido muy rápido, de aquí en más van a volar. No se asusten, no se espanten ni se preocupen. Cuando lleguen las cosas ¡ocúpense nomás!

Un beso para todos de estos labios resecos, que se secaron de besar a tantos rostros, cientos de miles de rostros de hombres y mujeres que morían de hambre.

De esos mismos labios resecos y arrugados reciban cada uno en la frente mi beso ¡De todo corazón!

Amén.

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