Mensaje del 29 de Enero de 1998 - Madre Teresa

No quiero ser más que Jesús y que María, por eso termino mis palabras diciéndoles: yo soy el grano de trigo, que por propia voluntad y con la ayuda del Señor se hundió en la tierra para morir y de esa manera hice que creciera la planta y con la planta una espiga y en la espiga muchos granos, muchos granos.

Mensaje del 29 de Enero de 1998

Dice la Madre Teresa:


Toda la idea de esta noche en la palabra de Jesús fue: “para ganar la vida hay que perderla”, y es así, se los dice alguien que la perdió y ahora está muy contenta y satisfecha de haberla perdido, porque cuando se maneja el ser humano dentro de una dimensión del amor, hasta las cosas más terribles parecen simples, parecen cotidianas, parecen accesibles a todo lo que nosotros podemos hacer.

Yo no quiero ponerme de ejemplo jamás, porque no creo que sirva para ponerme de ejemplo, he sido siempre una simple mujer, que en última instancia lo que hizo fue llenar bocas de pan y corazones de amor, si eso tiene mucho valor entonces parece ser que soy muy valiosa, pero en todo caso la valiosa no soy yo sino mi Señor Jesús, que me inspiró, que me hizo hacer todo lo que hice, sin la fuerza de Él en mis entrañas, yo, toda una mujer débil, terriblemente enferma, nunca hubiera podido hacer nada, pero me nutrí de la fuerza de Jesús y de María y en consecuencia, la fuerza que tenía fue temible para muchos seres humanos, porque sabían que en mis labios estaría siempre pronta la palabra justa y adecuada para denunciar algunas de las barbaridades que se están viviendo en nuestro Siglo.

Me gusta todo esto, me gusta, me gusta porque veo un futuro muy hermoso, ¿en qué sentido?, en que…, no sé si me corresponde a mí decirlo pero, veo grandes conversiones de hombres en masa; es decir, cantidades inmensas de hombres que se convierten y empiezan a vivir de otra manera, y ¿qué es vivir de otra manera?, considerar a quien tengo a mi lado como hermano. Mientras mi corazón no se abra lo suficiente y no pase en forma así compulsiva esa apertura para que entre en mi corazón mi hermano…, todo lo demás es paja, no sirve para nada.

No quiero ser más que Jesús y que María, por eso termino mis palabras diciéndoles: yo soy el grano de trigo, que por propia voluntad y con la ayuda del Señor se hundió en la tierra para morir y de esa manera hice que creciera la planta y con la planta una espiga y en la espiga muchos granos, muchos granos.

Esa he sido yo, pero no por mí, sino por la fuerza que siempre me dio mi Maestro, como decía San Pablo: “yo no puedo nada, pero si Cristo está conmigo lo puedo todo“, ¡absolutamente todo!.

Amén.

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