Mensaje del 18 de Septiembre de 1997 - Madre Teresa

Y no crean que hablo solamente de la India. Sé muy bien de todas las estructuras injustas que existen en Latinoamérica, en Centroamérica y también en Norteamérica que pasan hambre.

Mensaje del 18 de Septiembre de 1997

Dice la Madre Teresa:

¡Yo los amo con todo mi corazón! Tengan la plena seguridad de que quiero despertar en ustedes ese verdadero amor a los demás que deben sentir. Yo les propongo nada más que en las horas más serenas de su noche piensen en todo esto ¡Piénsenlo largamente, no sea cosa que después sea demasiado tarde!

(Después de todo lo que ha dicho el Señor yo no puedo agregar muchas cosas más) Solamente quiero mostrarles mi vida. ¡Miren mis pies llagados y sucios, miren mis manos sarmentosas, miren mi rostro arrugado! Yo he sido un instrumento del Señor en medio del dolor y de la muerte, y no puedo evaluar mi comportamiento, pero sí puedo evaluar mi voluntad. Montones de veces estuve enferma, estuve desanimada, estuve desilusionada, estuve lo que ustedes llaman depresiva, estuve triste, pero cuando miles de hombres, mujeres y niños están esperando una palabra de amor, un pedazo de pan para vivir un día más, ¡pierdan cuidado, que todas las ñañas personales se van no sé adónde y el corazón saca fuerzas de donde no tiene y empieza a dedicarse al hermano que sufre!

No he tenido tiempo para deprimirme, ni para bañarme muy seguido, ni para cambiarme la ropa interior muy seguido tampoco y pasaron días en que mis pies no conocían el agua porque esa agua que yo necesitaba para lavarme los pies era más útil para calmar la sed de alguien.

Tres cuartas partes de la humanidad sufre hambre. Cuando uno se acuesta con hambre, cuando se vive en medio del hambre, cuando se es capaz de sacarle un pedazo de pan a su hermano para comérselo, porque se está desesperado, porque no tiene nada en el estómago desde hace mucho tiempo y a veces ni siquiera tiene agua, entonces yo les preguntaría a ustedes: sus problemas ¿a qué se reducen?

Ya lo sé, ¡ya lo sé! No quiero disminuirlos ni mucho menos, pero… ¡un poco de consideración, hermanos, un poco de solidaridad con quienes tienen cerca! ¡Ámenlos, ámenlos con toda vuestra alma, con todo vuestro corazón! ¡No sean mezquinos para amar a los demás! Mientras ustedes tienen lugares en vuestros hogares, ¡cuántos ancianos terminan su vida en forma miserable en los geriátricos, cuántos, cuántos!.

Ya sé que algunos de ellos tienen la culpa de que sean insensibles y los pongan en un geriátrico, pero todo esto tiene que llamarles poderosamente la atención sobre cómo está organizado todo, o mejor dicho cómo está desorganizado todo.

Ustedes dirán que yo estoy siempre con la misma cantinela ¡Es que no vi otra cosa a lo largo de mi vida! ¡No vi otra cosa! Y todo el mundo habla de aquello que siente, de aquello que ocupó sus ojos. Hubo un tiempo en que vivía como aristócrata, daba mis clases y me retiraba a mis aposentos y tenía mis pretensiones y mis cosas. Pero lentamente hermanos, mis queridos hermanos, las fui dejando de lado porque comprendí con mi corazón que había tantos que me necesitaban con toda su alma, todo su corazón y todo su cuerpo.

Entonces aprendí a ser corajuda, aprendí a meterme en todos lados, a no golpear las puertas sino a meterme directamente y después pedir disculpas por haberla abierto, ¡aprendí a hacer de todo! Porque había una exigencia terrible en la atención de todos los hermanos, pero sobre todo aprendí a tratar diariamente con la muerte y a tratar de que por lo menos demorara en algunos en llegar tan rápido, y en esa demora hablarles de amor del Padre que iban a tener.

Parece una paradoja hermanos ¡A alguien que se muere de hambre hablarles del amor del Padre! ¿Qué pueden entender? Pero lo mismo lo hacía, porque estas personas no habían visto otra cosa y creían que el único punto que tenían y existía era ese.

Pero ustedes saben que no es así, que existen muchas personas que amasan fortunas, amasan grandes posesiones y que con mucho menos les alcanzaría. Pero tampoco es cuestión de darle a quine no sabe recibir, esa no es la cuestión, sino ir creando lentamente un orden social más justo.

Y no crean que hablo solamente de la India. Sé muy bien de todas las estructuras injustas que existen en Latinoamérica, en Centroamérica y también en Norteamérica que pasan hambre.

Amén.

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