Mensaje del 10 de Septiembre de 2006

Mi redención, la sangre que derramé es para todos los hombres a los cuales hay que amarlos como hermanos.

Mensaje del 10 de Septiembre de 2006

Habla Artemio:

10 de Septiembre de 2006.

Dice Nuestro Señor:

El Espíritu Santo ha inspirado estas palabras y constan en un Documento:
El hombre está llamado a la alegría, pero experimenta diariamente tantísimas formas de sufrimiento y de dolor, ¿a quiénes me refiero?, a los abandonados y marginados por nuestra sociedad consumista. Ustedes, enfermos, minusválidos, pobres, hambrientos, emigrantes, prófugos, prisioneros, desocupados, ancianos, niños abandonados y personas solas, ustedes víctimas de la guerra y de toda violencia que emana de nuestra sociedad permisiva, sepan que la Iglesia participa de su sufrimiento que conduce al Señor, el cual los asocia a su pasión, Mi pasión redentora y les hace vivir en la luz de la redención. Contamos con ustedes para enseñar al mundo entero qué es el amor y es necesario hacer todo lo posible para que encuentren el lugar al que tienen derecho en la sociedad y en la Iglesia.

Piensen un momento, piensen, y si no es solo un momento piénsenlo siempre, todos estos hombres y mujeres, niños, necesitan de la comprensión y el amparo, mientras no haya un lugar en el corazón del hombre para todo lo que he nombrado, piensen que no están dentro de lo que se dice un hombre cristiano.

Mi redención, la sangre que derramé es para todos los hombres a los cuales hay que amarlos como hermanos.

Creo que las palabras que cité, que fueron inspirada por el Espíritu Santo, muchos merecen que se les de la cabida que debe tener en vuestra espiritualidad. En la medida en que abran vuestro corazón, en la medida en que aunque estén lejos de muchas cosas pero si vuestro corazón ama a todos entonces en ustedes y en los demás Mi Misericordia está obrando, no olviden estas palabras, dejen de lado las pequeñas reacciones de todos los días, los impulsos, también los celos, el decir: yo lo hago y otro no, o bien quiero hacerlo yo y no dejar que otro lo haga, son cosas que me entristecen.

Si cuando estaba Yo agonizando en la cruz tenía presente a todos, ustedes deben seguir Mi ejemplo y tenerlos presentes a todos, de otra forma en vuestra mente y en vuestro corazón Mi redención fracasa y eso estoy convencido de que ustedes no lo quieren... (se dio vuelta la cinta) ... .

Todo lo resumo en: “ámense unos a otros como Yo los he amado”.

Amén.

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