Mensaje del 01 de Octubre de 2005

Sigo diciendo las cosas que le fui dictando a Santa Faustina, a pesar de algunas pequeñas modificaciones que hicieron sus traductores, pero dije esto, dije esto y ella escribió.

Mensaje del 01 de Octubre de 2005

Habla Artemio:

01 de Octubre de 2005.

Dice Jesús:

Sigo diciendo las cosas que le fui dictando a Santa Faustina, a pesar de algunas pequeñas modificaciones que hicieron sus traductores, pero dije esto, dije esto y ella escribió:
Jesús me ha hecho entender que siempre está dispuesto a otorgar gracias, pero que son las almas las que se niegan a aceptarlas. Tu por lo menos ven hacia mí lo más a menudo posible, toma esas gracias que ellas no quieren tomar, consuelo de mi corazón.
Que grande es la indiferencia de las almas, encuentran tiempo para todas las cosas menos para venir hacia Mí y buscar mis gracias.
Y también les digo esto para las consagradas: algunas consagradas, ustedes por lo menos ¿prestarán atención al amor de Mi Corazón?, que decepcionado me siento, en lugar de abandonarse a Mi amor cuánta reserva, cuánta desconfianza, cuántas precauciones.
Para consolarte te diré hija Mía: que en el mundo hay almas que me aman ardientemente, me complazco en su corazón pero son pocos numerosas. En los Conventos también hay algunas que llevan mi huella y me llenan de alegría, Mi Padre las mira con complacencia, ellas son las que refrenan a la justicia y abren las compuertas de la Misericordia.
El amor de esas almas mantiene al mundo.
No hay nada que me hiera más que la falta de fe de un alma consagrada, esas infidelidades atraviesan Mi Corazón. Piensen Mis queridos cuántos y cuántas almas consagradas hay, dicen estarlo pero Yo repito, no hay nada que me hiera más que la falta de fe de un alma consagrada, esas infidelidades atraviesan Mi Corazón.

Le hago decir después a Faustina:

Cuando fui a la Capilla para la adoración de 9 a 10, cuatro Hermanas se quedaron conmigo, me puse a meditar sobre la Pasión, de repente un dolor atroz oprimió mi corazón, pensé en la ingratitud de tantas almas y sobre todo de las almas consagradas, no hay nada similar a esa negra ingratitud.
Mi corazón se partía en dos, mis fuerzas se debilitaron, me posterné sollozando, desde el fondo de mi alma reiteré mi acto de inmolación por los pecadores.
Debemos llevar una vida de apóstoles, no podría concebir una religiosa que no sea apóstol. Nuestros corazones deberían consumirse de celos por la salvación de las almas.

Pensar en estas cosas que le dicté a Santa Faustina, Mi amada hija Faustina.

Amén.

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