Mensaje del 14 de Febrero de 1998 (1º)

Bienaventurados todos aquellos que hoy estuvieron en Mi presencia porque todos los dolores, sus amarguras, sus enfermedades, sus problemas ya a esta altura del día se han pasado o han comenzado a pasarse.

Mensaje del 14 de Febrero de 1998

Habla Artemio:


Bueno, yo pienso que este es el momento importante de la reunión, así como es importante la lectura del Evangelio o de algún fragmento de la Sagrada Escritura donde el Señor nos quiere hacer oír lo que tiene pensado para nosotros ese día o este día.

Hoy ocurrió algo distinto a siempre, no es que no lo había hecho ya alguna vez pero por minutos, pero esta mañana por supuesto fue un día muy largo, lleno de tanta gente, tanta gente, bueno a eso de las 08:15 hs., no un poco antes, Jesús se sentó donde está sentado el H., después se cambió de lugar y se sentó en la silla donde está R. y se quedó acá sin moverse de ahí hasta las 12:50 hs., antes de esa hora vino una persona y por supuesto se sentó al lado de Él y lo miró, y ella, Él la miró y después la bendijo y se fue, ahora no…, no dijo una palabra en toda la mañana, estuvo mirando con lujo de detalles todo lo que pasaba acá, tenía las manos puestas sobre las rodillas, descalzo estaba, flaco, muy flaco, bien arreglado el cabello, con una túnica color crudo y estuvo allí y al principio no tanto pero después ya, directamente comprendí que ni tenía que dar la bendición a las personas porque yo estaba convencido de que estábamos delante de la presencia del Señor no hacía falta que yo bendijera, sí a las personas pero no a las fotografías y a todas las cosas, toda la mañana. Después esta tarde volvió a las 15:30 hs., y se quedó unas tres horas y después se fue, ustedes no, no sé si se imaginan lo que representa para uno escuchar los problemas de la gente, o dar bendiciones, lo que sea ¿no?, teniéndolo a Jesús por testigo.

Yo pensaba ¿no? cuántos hay que se privan de esa presencia, a algunos les pregunté si veían algo, algunos no veían pero sentían, algunos veían algo, no mucho pero algo veían, ahora a mi me llamó la atención por qué toda la mañana y esta tarde no dijo una sola palabra, nada, ahora una de las personas que vino y vio dijo: por qué tiene lágrimas en los ojos, pero yo no le vi las lágrimas; es decir, no fue una ilusión mía y tampoco es un delirio mío, otras personas también vieron. Ahora, me llamó la atención eso de no hablar, bueno el Hijo de Dios y Dios también con su sola presencia habla ¿no? pero estaba ni triste ni alegre, estaba, a la tarde cambió porque se veía el corazón, la única diferencia que tuvo, en consecuencia ya tenía una sola mano, la derecha sobre la rodilla y la izquierda hacía ver el corazón pero no movió una vez los pies o las manos, nada, inmóvil estuvo, lo que si movía eran los ojos, que no se perdían detalles de nada.

Por eso, dije esto al comenzar la acción de gracias y la invocación para que ustedes tengan la satisfacción de estar en un recinto, en este lugar, donde casi todo el día estuvo Jesús sentado en la silla; es decir, que todavía habrá en el ambiente aire que Él respiró, hermanos ¿ustedes se pusieron a pensar lo que estoy diciendo, de que ustedes están respirando el mismo aire que respiró Jesús?, no sé si tomaron conciencia de lo que estoy diciendo ¿no?, el mismo aire. Ahora, ustedes podrían decir: vos solo viste, no, yo solo no, varios, entonces quiere decir que el prodigio es compartido y no es solamente Revelaciones Privadas para mí, deja de ser Revelación Privada para ser Revelación pública, porque si se ve, lo ven varias personas y una de ellas cuando le vio, yo le sostuve porque cayó redonda al suelo, es decir no resistió la mirada de Jesús, si ustedes supieran lo tremendamente profunda que es y todo lo que dice su mirada realmente uno no puede mantener los ojos con los de Él más de unos minutos, no se puede, parecería como si uno estuviera viendo una soldadura autógena ¿eh?, así que no se resiste, perdonando la comparación por supuesto ¿no?, quise decir como se le hace a los ojos.

Bueno, entonces hoy tenemos motivos para dar muchas más gracias al Señor, por haber compartido todo el día, se hace tan familiar la presencia de Él que ya no es que uno no le de la importancia que tiene sino que hay momentos en que uno hasta se olvida de que Él está presente, ¡ah! y en algunos momentos se veía el Espíritu Santo también; es decir una paloma muy pequeña, llena de brillo que revoloteaba debajo del ventilador, ese ha sido mi día junto a tantas personas que necesitaban lo que necesitaban.
Por eso Señor te damos gracias, porque tus prodigios aumentan Señor todos los días, porque las Revelaciones y Profecías y Mensajes que fuiste dando Señor se van cumpliendo todas inexorablemente cuando dijiste que los prodigios se iban a ver diariamente. Ahora, yo quisiera insistir más sobre esto, ustedes se imaginan lo que es aunque el enfermo que estaba ahí sentado o la persona con problemas, tal vez no lo sabía si yo no se lo decía y la mayoría no se lo dije por supuesto, lo que es estar en la presencia del Señor, piensen un momento en eso, pero piensen con el corazón, no con la cabeza, el Hijo de Dios sentado a pocos palmos de las personas que venían acá, para mis adentros yo decía: quiere decir que yo podría hasta dormirme porque el Señor directamente está escuchando las cosas, yo todavía no lo procesé, no lo pensé, esta noche lo pensaré cuando me vaya a dormir ¿no es cierto? pero, es algo tan extraordinario, es algo que va tan lejos, en todos los órdenes que de tan terrible que es uno ni se da cuenta.

Señor, por eso yo te alabo Señor, te doy gracias Señor, porque eres grande Señor, porque eres generoso, porque eres omnipotente, porque eres bueno Señor pero lo que mas me impresiona Señor de vos, además de todo lo que dije es esa predisposición constante de estar cerca del que sufre; es decir, viene a comprobar Señor lo que vos dijiste: “los sordos oyen, los ciegos ven, los tullidos caminan y la Buena Nueva es predicada a los pobres”, entendiendo por pobre Señor lo que, los que solamente esperan de vos y de nadie más. Más allá de que eres bueno, generoso, grande, etc., me emociona Señor el hecho de que estés cerca de los que sufren, esto viene a corroborar o a acentuar o a decirnos con claridad que todas aquellas palabras que le dijiste a Santa Faustina realmente están vigentes acá, es decir tu proximidad hacia todos los seres humanos pero especialmente todos aquellos que tienen los ojos de lágrimas mojadas, por sus enfermedades físicas o por otro tipo de cosas.

Yo quiero darte gracias Señor, hasta el cansancio, quiero alabarte Señor, quiero glorificarte Señor porque estando cerca tuyo Señor uno está en una dimensión donde todas las cosas del mundo tienen un significado diferente, ya uno no sabe que es dolor y que es alegría, uno ya no distingue con claridad si una lágrima se derrama por dolor o por gozo, porque aquél que llora cuando uno le dice: Jesús te ama y toda la vida te ha amado, desde el comienzo de los tiempos y esa persona se conmueve, porque lo que ha contado tal vez no es justamente una historia santa, es una historia tal vez terrible y sin embargo Señor, vos estás cerca de ellos, más que de los Santos Señor, porque los Santos ya tienen conseguido el Cielo Señor, mientras que los demás todavía tienen que pelearlo Señor al Cielo, pelearlo en el sentido de conseguirlo.

Lo de hoy Señor hace que personalmente entre yo en una dimensión donde uno no sabe donde van a terminar todas las cosas, porque por más que uno no piense mucho y lo tome naturalmente, pero tener durante cuatro, cinco horas a Jesús a tu lado sentado sin moverse, con las heridas fresquitas, tanto en los pies como en las manos, no sé, uno a veces piensa: ¿ya estaré del otro lado?, no, no, todavía no.

Por eso Señor, que estas palabras lleguen a todos mis hermanos para que ellos tomen conciencia de que Jesús está muy próximo, tan próximo que hasta respiramos su mismo aliento, que no es decir el aliento de cualquiera, es decir el aliento del Hijo de Dios y Dios mismo. Si llegáramos a tomar plena conciencia de todo lo que yo estoy diciendo no sé que podría pasar con nuestras estructuras mentales, tal vez estallarían Señor, más vale que lo tomemos así como una cosa muy natural, muy simple, así como sos vos Señor, simple.

Gracias Señor, gracias por todos los sufrimientos de este día Señor, gracias Señor porque tuve posibilidad de sonreír aquél que tiene la cara seria, cada uno lo hace propio este diálogo ¿eh?, repito gracias Señor porque todos los días me vas demostrando hasta que punto me amás Señor y yo al tener tu amor tan cercano ya desaparecen de mí todos los miedos, todos los temores, todas aquellas cosas que de una u otra forma hacen que yo no esté bien. Señor, ¿puede dolerme algo?, ¿puede dolerme tanto algo después de mirar tus manos y tus pies atravesados así?, ¿qué sentido tiene mi dolor Señor tan pequeño, al lado de ese dolor permanente tuyo de todas tus heridas?, uno cuando tiene una herida está tranquilo porque dice: dentro de ochos días cicatriza y me pasó el dolor, pero Señor vos esas heridas las tenés fresquitas desde hace dos mil años, es decir aún te siguen doliendo como el primer día y por ahí leí que el Señor, Dios Padre, muchas veces mira a todos los hombres a través de las heridas, es decir por los agujeros de las heridas de Jesús, esto tiene una profundidad tan grande porque por esas heridas salió la sangre que pagó Jesús para salvarme, salvarme ¿de qué, para un futuro lejano, en la otra vida?, no, para salvarme todos los días de que sea maldito, de que sea orgulloso, de que sea soberbio, de que tenga montones de defectos que no condicen en nada con la palabra del Señor, sobre todo pienso yo, que es para salvarnos de todo eso.

Gracias Señor Jesús, gracias, porque al ver tus heridas Señor ya mis dolores son una pavada, al ver tus heridas Señor y pensar en toda la sangre que derramaste ya todo consuelo es posible y todo dolor que pueda tener ya es muy poquito dolor, porque yo puedo reprocharte alguna cosa tal vez pero nunca podré reprocharte que no sufriste como puedo sufrir yo. Alguien esta tarde me dijo Señor, vos lo oíste: yo no creo en nadie porque cuando mi hijo tuvo el accidente yo me enojé con el Señor y nunca más creí en Él, yo pregunté por qué, y porque mi hijo tuvo que sufrir el castigo, entonces yo dije: ¿qué padre puede mandarle un castigo a su hijo y disfrutar viéndolo sufrir?, entonces me dijo: sin embargo, yo siempre le reproché: por qué permitió eso, y no valió ningún argumento que le dijera pero yo había visto desde el comienzo como era la persona y en un momento determinado yo no le dije nada, en un momento determinado estalló y dijo: porque yo no creo, yo le dije: ya lo sé, porque cuando te di la bendición rebotó de tal manera que me volvió totalmente a mi, es decir vos viniste con tu familia acá pero vos estás totalmente en otra y por supuesto que no me puse a decirle más cosas porque alguien que no cree nunca se va a convencer con argumentito así sencillo, ante uno que no cree lo único que uno puede hacer es dar el ejemplo de algo, pero Señor a esa mujer perdónale su ignorancia y perdónale también Señor esa soberbia que hasta le salía por los poros de la piel, porque también Señor es hermano nuestro, es hija tuya, haga lo que haga, diga lo que diga, piense lo que piense.

Gracias Señor, gracias Señor por todo, porque cada día entiendo más lo que es el sufrimiento, cada día puedo entender más lo que es el dolor, cada día puedo entender más cuánto es el amor que me tenés Señor y lo manifestás al tenerme paciencia, al esperarme, al estar con todo el tiempo del mundo hasta que yo golpee tu puerta y vos en vez de pedirme cuenta Señor lo que hacés es abrir la puerta y dejarme entrar. Gracias Señor, gracias, gracias Señor por todo lo que he dicho Señor yo te glorifico, yo entono alabanzas, yo invito a todas las hierbas del campo de todo el mundo para que entonen un himno de alabanza Señor.

Y ahora Señor si es tu voluntad, estamos esperando tu presencia acá, porque vos lo has tomado como una obligación Señor, porque lo que vos decís no es para nosotros especialmente sino que es para todos los hombres del mundo para preparar el Jubileo del Año 2000 pero también para decirles a todos los hombres cómo te gustaría que fuera el Tercer Milenio.

Jesús ha aparecido y me ha pedido la palabra, en el lenguaje de Él significa que en algún lugar lejano o cercano alguien ha resucitado, se entiende como resurrección alguien que estaba despedido totalmente de los médicos, estaba en estado de coma o en vida vegetativa y volvió y a Jesús no le gusta que uno anda indagando quien es, Él dijo: cuando ocurra Yo me arrodillaré. Me ha puesto sus manos sobre mis rodillas y me estoy quemando vivo.

Respiren, respiren profundamente porque se ha llenado el recinto de un perfume muy extraño, no es ningún perfume conocido, y se ha llenado el recinto de perfume, parecería como si el Señor hubiera transitado por el campo y se hubiera llenado de el aire que pasa entre los pastos, es un perfume así…, huelan, bueno.

Habla Señor que te escuchamos.

Dice Jesús:

“Bienaventurados todos aquellos que hoy estuvieron en Mi presencia porque todos los dolores, sus amarguras, sus enfermedades, sus problemas ya a esta altura del día se han pasado o han comenzado a pasarse, bienaventurados todos los que poblaron este recinto en este día y también bienaventurados todos los que están presentes porque pueden respirar el mismo aire que Yo respiro y sentir el calor de Mi cuerpo y el perfume que están sintiendo; bienaventurados todos, porque son hijos Míos que tienen la muy buena voluntad de dejar su hogar, sus cosas, su casa para venir acá y esperar con devoción Mi presencia.

Cuando en un comienzo esta noche se dijo por quién había venido Yo a la Tierra, se dijo muy bien, todos son Mis hijos, los amo a todos pero tengo una predilección muy especial por todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia, por todos aquellos que están enfermos, por todos aquellos que padecen a causa del hombre, por todos aquellos que no tienen todos sus sentidos y razonan de una forma que la mitad de las cosas no las entienden, por todos esos vine, por los pobres, los miserables, los descarriados, los desarrapados, los reventados, los marginados, por todos ellos vine especialmente, para que tengan el consuelo del amor del Señor y puedan pasar sus años sobre la Tierra de una forma digna.

Ahora, Yo pregunto: ¿cómo es posible que si todos saben por quién vine Yo a la Tierra especialmente los tienen tan olvidados y buscan de alguna manera distraerse con otras cosas para no tomar conciencia de todo?, es cierto que mueren quince niños por día en la Argentina, pero cientos de niños mueren también, no solo por falta de comida sino por falta de afecto y si nosotros observamos todos los lugares donde son frecuentados por niños, más del 90 % de esos lugares los niños no reciben el amor que debieran recibir, no me refiero solo a las Casas Cunas, los Hospicios, los Juzgados de menores, sino también especialmente en las Escuelas, en las familias, en tantos lugares donde son frecuentados por los niños.

Hombres de buena voluntad, hijos Míos, si les dispensan tan poco amor a la niñez ¿qué hombres esperan tener el día de mañana?, se piensa en el futuro como la solución de los problemas, ¿de qué futuro están hablando?, si el futuro sale de las manos de los que hacen hoy.

Recapacitar sobre todas estas cosas, recapacitar sobre todo aquello que forma una estructura que nunca dio resultado para nada sino que siempre ha sido el factor determinante de tantas atrocidades de todo tipo, naturaleza y condición, el que tiene ojos para ver que vea y el que tiene oídos para oír que oiga.

Dice la Virgen María:

Si Yo tomara en cuenta todos aquellos que diariamente me dirigen alabanzas, súplicas, oraciones o lo que sea, pensara un poquito más en sus hermanos que completo sería todo, porque la mayoría se da por satisfecho mientras me hace alguna alabanza pero sus hermanos, niños, jóvenes, adultos y viejos, especialmente niños y viejos, siguen tan abandonados en todo como en los tiempos más remotos donde ahora argumentamos que no tenían los elementos para pensar mejor.

Yo le agradezco a todos los hombres de las cuatro latitudes todo el fervor de sus oraciones pero que ese fervor se manifieste en amor por sus hermanos sino la oración no sirve para nada. Es cierto, cuánto me agrada la oración y si es en cantidad mejor, pero un simple Ave María, una sola Ave María puede conmover más Mi Corazón que veinte Rosarios dicho de una forma mecánica. Estos pensamientos ya los conocen ustedes pero tengo que repetirlos porque de tanto repetir las cosas se aprende.

Dice la Madre Teresa:

Cuantas veces llegué al final de mi día habiendo dicho muy pocas oraciones, porque todo el trabajo que tenía me impedía hacerlo, pero yo pensaba: todo esto que estoy haciendo es una forma de orar para el Señor, es una forma de alabanza, cuando sentía un olor nauseabundo e irrespirable, decía: voy a llenar bien mis pulmones porque a todos les gusta llenarse del aroma de perfumes pero nadie quiere sentir el olor nauseabundo de un hermano enfermo, con un aliento horrible, que es propio muchas veces de no haber comido nada en muchos días. Ese aliento mis queridos, realmente me resultaba un aroma maravilloso, porque venía de mis hermanos en desgracia, o ¿qué creen ustedes, que no es un hermano en desgracia aquél que ya en el seno de su madre no tuvo la suficiente cantidad comida y después vivió siempre con hambre, hasta que terminó muriéndose de hambre?.

Por eso ya es tiempo de mirar las cosas desde otro ángulo, tantos siglos ¿de qué han servido?, para que las cosas sean miradas de la misma manera o peor, porque tal vez en otras épocas era menor el crecimiento espiritual y ahora todo el mundo se jacta de su crecimiento espiritual, ¿adónde está que no lo veo?.

Amén.

Habla Artemio:

Jesús se ha levantado, se ha puesto de pie ya hace un rato y sale por el pasillo, le sigue su Madre y la Madre Teresa.

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabare a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabare a mi Señor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo… (se corta la grabación)….

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