Mensaje del 21 de Octubre de 1998 - Madre Teresa
Entonces, no conocí ninguna de las grandes cosas del mundo moderno, conocí siempre el olor de la muerte, el sonido de la muerte, conocí siempre la ansiedad de saber qué comeremos mañana y muchas veces por más que confiaba en la Providencia no he podido pegar los ojos porque no sabía si tenía pan para el día siguiente, entonces yo también tendría que elevar mis quejas hacia los cuatro puntos cardinales, porque mi vida sería un fracaso total mirado a la luz de las grandes cosas del mundo moderno.