Mensaje del 15 de Febrero de 2000 - Madre Teresa
Felices aquellos que no hace falta repetirle muchas veces estas cosas de las que habló Jesús y María para entenderlas y ocuparse de ellas.
Felices aquellos que no hace falta repetirle muchas veces estas cosas de las que habló Jesús y María para entenderlas y ocuparse de ellas.
Alégrense hermanos, alégrense de todo, alégrense de cada cosa, alégrense por la mañana, por la tarde y por la noche, alégrense como una forma de vida.
Mi forma de decir es fuerte, es dura y a veces hasta cruel pero nadie me puede decir que no tengo buenas intenciones, se los dije tantas veces, yo viví en un mundo que no había tiempo para nada, no hay tiempo, el que tiene hambre no tiene tiempo para esperar.
Sigue adelante todo lo que están haciendo sobre mis Revelaciones, todo está muy bien, todo, se toman la cabeza a veces por expresiones mías, no importa, no importa, dejen así nomás.
Últimamente no me destaco por mi elocuencia ¿vieron?, pero ustedes saben que participo de todo y mi sola presencia les está diciendo todo.
Quiero decirles cuánto participo de todo esto y cuántos sueños que Yo tuve ahora los veo realizados, es que la Trinidad perfecta se manifiesta en todos lados y el amor de mi Dios y mi Señor está llegando a tantos corazones.
Si ustedes no estuvieran llenos del Espíritu del Señor, la situación que vivieron hubiera desencadenado en cosas terribles, pero así todo fue muy sencillo y muy simple.
Entonces que quede claro, el Espíritu Santo sopla donde quiere y cuando quiere y como quiere y si en lo profundo de vuestro corazón tienen la certeza que el Espíritu Santo les ha dicho algo, serían tontos si anduviesen preguntando por ahí: esto es así, porque son o no son, si el Espíritu sopla donde quiere, sopla entonces sobre cualquiera de ustedes, en cualquier momento, lo único que hay que hacer es ser un buen receptor de ese Espíritu y la condición esencial como ya se dijo es la humildad, la humildad, pero no una humildad predicada, sino una humildad practicada, bien practicada.