Mensaje del 13 de Agosto de 1998 - Madre Teresa

¡Háganlo mis queridos, háganlo! y van a ver ustedes hasta qué punto van a entrar en otra dimensión, cuando vayan tomando conciencia de todas estas cosas van a ver qué fácil se resuelven todos vuestros problemas.

 

Mensaje del 13 de Agosto de 1998

Dice la Madre Teresa:

Veo algunas caras nuevas aquí esta noche, ¡gloria a ellos!.

Tanto Jesús como María les dijeron otra forma de orar además de las que hacen siempre y están muy bien. ¿Saben qué oraciones practicaba yo?, ponerme bien delante de la boca de aquellos que se estaban muriendo de hambre para sentir el aliento a repollo podrido que salía de sus entrañas y lo aspiraba como un suave perfume para ofrecerlo al Padre como una forma de oración; y les puedo asegurar que a pesar de las tuberculosis y todas las enfermedades que ellos tenían jamás me he contagiado nada de nadie.

Aquellos que se escandalizan por esas cosas tendrían que hacer la prueba y van a ver que van a entrar verdaderamente en la dimensión de los seres humanos cuando escuchan las palabras de los moribundos y huelen sus alientos nauseabundos.

¡Háganlo mis queridos, háganlo! y van a ver ustedes hasta qué punto van a entrar en otra dimensión, cuando vayan tomando conciencia de todas estas cosas van a ver qué fácil se resuelven todos vuestros problemas. Todo aquello que los aqueja o los preocupa, cuando ustedes se ponen a servir a vuestros semejantes en cualquier situación, incluso las más calamitosas, van a ver hasta que punto se van olvidando de todas vuestras penas, porque muchas veces mis queridos, ustedes se acuerdan de vuestros dolores porque no tienen otra cosa que hacer, como hoy vos le dijiste a alguien: me parece que acá hace falta un poco de sarna para rascarse, es una expresión un poco fuerte, pero qué oportuna y qué bien dicha.

Entonces mis queridos, tengan presente: cuando en vuestro día entran a vivir vuestros hermanos necesitados, enfermos, pordioseros, desarrapados, marginados, hambrientos, entonces se van a dar cuenta hasta qué punto vuestras penas ya no son, vuestros dolores ya no existen y toda vuestra vida va a ser un canto de esperanza al Señor; porque nada hay tan grande como descubrir y descubrirse que uno está amando a su hermano, pero no a un hermano bien cambiado, bañadito y oliendo bien, sino al hermano con olores terribles, llenos de piojos y la mugre cubriéndole toda su piel, ¡allí van a encontrar la dimensión justa de lo que es el hermano!.

Porque hacer muchas veces lo que hace la mayoría de atender a aquellos que están en muy buenas condiciones o reunirse para ver qué decir sobre todo esto, ¡qué poco valor hermanos que tiene todo eso!, habrá que hacer otro tipo de cosas y si no la pueden hacer porque están en un lecho de enfermos, porque vuestra salud no lo permite o por lo que sea háganlo como lo hacía Teresita de Lissieux que estaba enferma de tuberculosis y desde su cama vivía orando y ofreciendo sus dolores por todos los evangelizadores y misioneros del mundo, por eso a ella se la llama la Gran Misionera y nunca se movió del Carmelo donde estaba y murió apenas pasados veinte años, y sin embargo fue una gran misionera, sin haber salido nunca del Convento.

Que todas estas palabras mis queridos les sirvan plenamente para saber por dónde va la cuestión fundamental de vuestras vidas, si así lo hacen van a ver hasta qué punto hasta el aire que respiren será más grato y conmovedor.

¡Los quiero mucho!, ¡los amo con toda mi alma!, y estas palabras un poco fuerte que dije no van dirigidas a ustedes aquí en concreto sino a todos los hombres de los cuatro puntos cardinales, a todos.

Amén.

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