Mensaje del 05 de Abril de 2009

Mis queridos, ¿saben cuándo realmente voy a estar exultante, feliz, tremendamente feliz?, cuando en el extremo de la Tierra no haya ningún hombre que esté padeciendo por culpa de otro hombre, mientras tanto conmemoramos esta Semana Santa donde se van sucediendo todos los acontecimientos de Mi vida hasta Mi Resurrección, pero entiéndanlo, Yo cuando vine aquí dije: quiero que haya un mundo nuevo en la Tierra y en el Cielo, donde las injusticias desaparezcan, donde en esta América irredenta cambien las cosas porque así no, así no se puede seguir.
Mensaje del 05 de Abril de 2009

Habla Artemio:


… la vida de Jesús más importante de todos, ¿por qué?, porque en estos días vamos a recordar, vamos a revivir, vamos a repasar los misterios principales de nuestra religión Católica Apostólica Romana, sobre todo, todos los días se llama Santos pero el Jueves y el Viernes, son los días en que Jesús instituye el Jueves la Eucaristía y el sacerdocio, el Viernes el Señor muere en la cruz después de padecer, el Sábado es como una espera hasta la noche en que está la vigilia pascual yendo hacer el Domingo que es de Resurrección. Muchos años atrás se hablaba de sábado de Gloria, los que tienen unos cuántos años se acordarán, sábado de Gloria, pero ya no, ahora se lo llama Sábado Santo y Domingo de Resurrección y en aquél entonces se conmemoraba el sábado a las diez de las mañanas, lo que hacemos ahora de lavarnos los ojos a las doce de la noche, el sábado o algunos accionaban sus armas, otros plantaban cosas, cualquier cosita ¿no?, porque la Semana Santa es la semana en que todas las cosas prenden con facilidad pero justamente el sábado, dentro de la tradición, antes se hacía el sábado a la mañana, uno tomaba agua, se lavaba los ojos y todas esas costumbres tan preciosas como haciendo una limpieza general de nuestro cuerpo al resucitar el Señor. Se lo puede hacer ahora también y uno va a la Iglesia a vivir la vigilia pascual, es decir, donde se bendice el agua, el fuego y tantas, el cirio pascual, etc., para terminar con la Misa de Gloria, con eso se conmemora la Resurrección del Señor.

Pasamos así sobre todos esos acontecimientos pero pensando siempre que Jesús está triunfante entre nosotros, por lo tanto con el número 5 del cuadernillo y pensando que estamos en Domingo de Ramos, la gente lo homenajeaba con ramas, yuyos que sacaban de las calles o de los lugares vecinos y decían lo que decimos nosotros ahora: sonríe que Jesús te ama….

Bueno, tenemos que tener en cuenta que al iniciar la Semana Santa o Semana Mayor y habiéndonos estado preparando a lo largo de toda la Cuaresma, ahora volvemos a revisar todo lo que hicimos, ¿en qué sentido?, el razonamiento es éste, si el Señor nos creó a su imagen y semejanza ¿verdad?, y Él va a vivir esta semana de Pasión y Resurrección nosotros no podemos ser menos y también a imagen y semejanza, nosotros así como Jesús lo hizo también tendremos que llevar nuestra cruz. Ahora, esta cruz tenemos que hacerla lo más liviana posible y también pasa en el camino del Calvario cuando Jesús va subiendo y tenían miedo de no tener la fiesta, de verlo colgado en una cruz, entonces un hombre que venía del campo, de hacer sus trabajos le dice que deje sus, la horquilla y la azada y que le ayude a Jesús a llevar la cruz porque sino no iban a tener la fiesta de verlo puesto en una cruz ¿eh?.

Entonces, en toda esta Cuaresma estuvimos aprendiendo cómo llevar la cruz, como ser cada día más dignos como personas y cuando revisamos encontramos que hay montones de cosas que nos faltan a nosotros, a nuestra familia y entonces tenemos que pedirle a ese Señor, Él murió una sola vez, después permanece triunfante entre nosotros, entonces ese Jesús que observa todo lo que hacemos, acordándonos de su Pasión y Resurrección y nos está mirando siempre, ese Señor que quiere que como Dios resucitado entrar en nuestro corazón y permanecer para siempre. Se ve más entusiasmo entre los seres humanos cuando se conmemora la Navidad, mucho tiempo antes se compran regalos, se prepara todo ¿no?, como si, con cosas que no tienen tanta importancia, también para eso hay que prepararse, pero es el nacimiento, pero ahora se pone en juego toda nuestra fe, porque el Señor al resucitar cumple con la palabra de abrirnos las puertas del paraíso, es decir de la vida después de la muerte.

Entonces, para todo eso tenemos que estar preparados, pensar sí cómo recibimos al Señor hoy con las palmas de nuestro deseo de cambiar en tantas cosas, con los olivos que nuestro corazón serán los deseos de paz y de concordia y de armonía, porque el olivo significa eso, no es cuestión de ir a buscarlo, llevarlo a casa, ponerlo ahí y ya está, el olivo significa algo, lo mismo que las palmas o cualquier otro elemento vegetal porque en aquél momento usaron todo tipo de hojas verdes.

Entonces, ¿como nos preparamos para todo esto?, tendremos que pedirle al Señor que lo que no está bien lo saque de nosotros, tenemos que empezar de nuevo, alguno dirá: yo vine aquí para sanarme de mis problemas, de mis enfermedades, bueno, eso estamos haciendo, recordando todo lo referente a aquél que con su muerte y Resurrección pone todo lo nuestro en orden.
Entonces buscamos 25 para hablarle con toda franqueza al Señor y decirle con nuestro corazón disponible, con todo lo que nuestro ser está deseando para esta Semana Mayor, lo comparamos a Jesús con un alfarero, el alfarero ¿qué hace?, 25 les dije ¿eh?, el alfarero modela cacharros, es decir las figuras de barro que van saliendo de sus manos, por eso nosotros le decimos así humildemente: tu eres el alfarero que con tus manos me has transformado….

Tenemos dos formas de cantar, una así siguiendo nada más así el ritmo de la música y otra sintiendo en nuestro corazón esto que dice con tanta profundidad: rompe mi cántaro, ¿qué es el cántaro?, todo lo que encierra mi alma, todo este cuerpo, rompe mi copa, mi vida, mis deseos, mis motivaciones, lo que queremos, todo, rompe mi vida, es decir destruirnos si es necesario y haceme de nuevo, la destrucción no quiere decir que el Señor tome un martillo y nos haga pedazos, no, es decir, todo aquello que no está bien lo comienza de nuevo, siempre que se lo pidamos, el Señor nada hace en nuestra vida sin que nosotros se lo pidamos, ¿por qué?, porque sabe que si hace algo por su cuenta sin nuestro pedido está vulnerando, es decir, quitando nuestra libertad, Él nos creó libres, nos creó personas, con todo lo que eso quiere decir, con todo lo que eso involucra ¿no?, es decir, libre para disponer, libre para amar, odiar, libre para mentir o decir la verdad, libre para ser honesto o deshonesto, somos libres para todos, el Señor observa y no dice nada pero si uno hace como estamos haciendo nosotros hoy, le decimos que rompa nuestra vida y la haga de nuevo, entonces según lo que nos pase a nosotros le estamos ofreciendo al Señor por nuestra propia voluntad nuestra propia vida para que la haga de nuevo, nuestro cuerpo, nuestros sentimientos, todo aquello que es nuestro, nuestra familia, nuestras cosas, todo, si tengo alguien dentro de mis parientes o de mis conocidos que no funciona bien, pues bien, no le decimos nada porque no podemos andar diciendo pero por mi parte Señor yo te ofrezco a fulano de tal para que pueda llevar una vida mejor; vos decís: ¿es legítimo eso?, sí, es legítimo pero mucho más legítimo es, es decir legal o aceptado, por ejemplo, los padres ofrecer sus hijos al Señor, si hay necesidad, no ponerse a darle largos sermones que los hijos no hacen caso porque el hombre es contradictorio y siempre van a hacer lo contrario a lo que uno les dice, hace lo que quiere pero Señor vos lo creaste a tu imagen y semejanza a este hijo o esta hija, aquí está Señor, tiene tantos años y tiene amigos que no me gustan, tiene caminos que toma en la vida que no me parece bien Señor, no se lo puedo decir a él o a ella porque bueno, va a hacer lo contrario porque los jóvenes generalmente quieren dar la contra, bueno, entonces te lo ofrezco. O bien la pareja misma: mi esposo me da muy mala vida, no me golpea o me golpea, porque aquí hay como 15 golpeadores en serio ¿no?, hay más golpeadores pero no ahora sino antes y muchos de nosotros, de ustedes, han nacido de padres golpeadores, ojo, que eso se hereda ¿eh?, cuidado, esa adicción a golpear se hereda ¿eh?, así que a tener en cuenta esto ¿eh?.

Entonces, la mujer dirá: Señor, éste es mi esposo, yo lo amé, lo amo, entonces te lo ofrezco en ese Domingo de Ramos, así como la gente te ofrecía ramas, olivos, palmas, etc., yo te ofrezco a mi esposo para que deje de ser así tan cretino como es que me golpea, me hace daño o te lo ofrezco porque tiene una enfermedad incurable, para los hombres, no para Dios, te lo ofrezco porque su temperamento es muy feo y ya hace muchos años que lo estoy aguantando, te lo ofrezco Señor para que lo cambies, para que produzcas un golpecito en su conciencia y le hagas entender de repente que hay otra forma de vivir, no esta que tiene. Y a su vez el marido dirá con todo su amor: esta es mi esposa, la madre de mis hijos, la reina del hogar, pero ahora no me gusta la conducta que tiene, además sospecho de que me es infiel, al menos con el pensamiento o directamente, me gustaría que cambiara, que entendiera, porque si bien podríamos separarnos pero a una altura de la vida la separación ya no es tan simple porque hay tantas raíces de uno en el otro que no sé hasta qué punto se pueda hacer sin sufrir mucho, por eso Señor, cambiá, cambiá a esta mujer o este hombre, cambiá, hacé lo que sea digno de este amor que le tengo ¿mmm?, bueno.

Entonces, cuando decimos al Señor: rompe mi cántaro, rompe mi copa, le estamos diciendo esto, que cambie a nuestra familia, a nuestros hijos, vos lo creaste Señor a tu imagen y semejanza, a mi esposo, mi esposa, mis hijos, etc., entonces yo te pido humildemente en este Domingo de Ramos que hagas en ellos el milagro de la sanación.

Todos vinimos al Santuario, normalmente, no siempre, a buscar un remedio para nuestros dolores físicos pero yo pienso que para ser una tarea completa tenemos que buscar remedios para otros dolores, los que están dentro de nuestro corazón, las injusticias que pasamos, las vidas tristes que vivimos, la falta de amor a lo largo de la vida, las sonrisas que no tuvimos, la paz que no gozamos, toda una vida miserable porque tal vez los que me tuvieron y me fueron criando, hacían todo lo mejor pero lo mejor no me alcanzaba para ser yo, entonces yo te ofrezco todo Señor, quiero remediar todas estas cosas, porque uno es fruto del lugar donde nació, de los padres que tuvo, de las cosas que pasaban en ese tiempo, uno es fruto de todo eso, entonces uno tiene marcado como a fuego todo lo que fue pasando en nuestra vida y no podemos decir: ¿por qué a mí?, no, no podemos, sino simplemente, sí, bueno, hasta acá, de aquí en más ¿qué?, sí, pero ya son muchos años y no es fácil, nada es fácil, bueno, hasta ahora me fue de una manera, le fue a algunos de los familiares de una manera pero esto puede cambiar.

Yo les pregunto: si no vemos así los misterios del Señor para cambiar nuestra vida y la de los que amamos ¿qué somos?, ¿qué hacemos?, somos inconscientes, pasa el tiempo hasta que tenemos que cerrar los ojos y después estamos preocupados o muy afligidos porque las cosas que debía hacer no se hicieron, las sonrisas que debí aplicar no lo hice, el perdón que debí darlo tanto no pasó por mí hacerlo, las injusticias que cometí no las remedio, el carácter malo o feo o podrido que heredé de mi abuelo o de mi papá no lo estoy cambiando, entonces no dejemos que llegue el día en que tenemos que cerrar los ojos y decir: ¿qué es esto?, no, no puede ser. Para eso el Señor nos propone que cada día, así como el sol nace ¿verdad?, empecemos de nuevo, así como el sol repito, a cada cosa le dice: hágase de nuevo, así también le podemos pedir al Señor que nos haga de nuevo. Ahora cuando cantemos esto va a tener un sentido diferente, lo hacemos de nuevo, 25 ¿no?, ahora sí sintiéndolo: tu eres el alfarero que con tus manos me has transformado…. Se lo vamos a decir sintiéndolo en serio, a ver, para nosotros y pensando en nuestra familia, en aquellos que queremos que también empiecen de nuevo, que se haga ese milagro ¿eh?: rompe mi cántaro, rompe mi copa….

Parecería como si el Señor que está ahí presidiendo la asamblea sonriera buenamente como queriendo decir: estos hijos queridos que traje a Mi Santuario en este día me están pidiendo una vida nueva, para ellos y para todos aquellos que quiere que cambie, no le digamos al Señor cómo tiene que hacerlo, Él lo sabe, no digamos: yo quiero que esto se así, no, no, no, yo quiero que vos intercedas Señor y hagas lo mejor y después lo que pase decir: es lo mejor que quiere el Señor y démosle el tiempo, porque el tiempo de Él es distinto al tiempo nuestro, Él siempre aprovecha incluso las cosas malas, las aprovecha para sacar un beneficio, no le digamos a Él cómo queremos las cosas sino: vos sabés Señor cómo tiene que ser y además me gusta que se haga lo que vos querés Señor, no lo que a mí se me antoja.

Ahora leeremos la palabra de este día Domingo de Ramos para entender el mensaje de hoy hacia todos ¿eh?, escuchemos con mucho respeto, más que respeto fervor, más que fervor ternura, más que ternura un amor intensísimo ¿eh?, para que con su palabra el Señor entre en nuestro ser y lo haga de nuevo.

Entonces para estar en orden, para estar disponible, para estar bien para lo que vamos a hacer decimos: ven, ven, ven, Espíritu Divino, ven, ven, ven, acércate a mí….

Vamos a leer la palabra, no nos ponemos de pie para estar a tono con los enfermos que no pueden hacerlo, porque el Evangelio siempre debe leerse de pie, pero lo hacemos así como estamos sentados, como repito, estar a tono con los que no pueden levantarse. Domingo 05 de Abril, el Evangelio según la liturgia de Nuestra Santa Madre Iglesia es el Evangelio de Marcos 14, los versículos, es decir las partecitas van del 1 al 15 y del 15 al 47. “Durante la comida Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se los dio diciendo: tomen, esto es Mi Cuerpo. Tomó luego una copa, y después de dar gracias, se las entregó y todos bebieron de ella. Y les dijo: esto es Mi Sangre, la Sangre de la Alianza que será derramada por una muchedumbre. Llegaron a un lugar llamado Getsemaní. Jesús estaba aún hablando cuando se presentó Judas; lo acompañaba un buen grupo de… (se dio vuelta la cinta)…, entonces lo tomaron y se lo llevaron. Eran como las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. Llegado el medio día, la oscuridad cubrió todo el país hasta las tres de la tarde, y a esa hora Jesús gritó con voz potente: Eloí, Eloí, que quiere decir: Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?. Pero Jesús, dando un fuerte grito, murió”. Esta es palabra del Señor, te alabamos Señor y te damos gracias.

Ustedes se preguntan por qué el Domingo de Ramos estamos hablando de toda la Pasión del Señor y antes que eso, lo que hace en la Última Cena, ¿qué es lo que ocurre?, esto lo hace el Señor para darnos las bases de lo que va a hacer en adelante en toda su doctrina, ya hoy cuando todos lo reciben, sí, por supuesto, de eso vamos a hablar pero Él quiere dejar en herencia su Cuerpo y su Sangre para que siempre tengamos disponible o hacer posible que entre en nosotros y nos de todo lo que Él es.

Las pequeñas cosas del Domingo de Ramos es que van a pedir un burro prestado y que se yo y sube al burro, entra al pueblo, en Jerusalén, salen todos los del pueblo con ramas, palmas y cantan alabanzas al Señor ¿eh?, pero ¿quiénes eran?, eran el pueblo de los judíos, el pueblo, es decir, todos aquellos por los cuales vino el Señor especialmente, los sacerdotes, todos aquellos que eran de la clase social más alta no van, ellos se quedaron en la sinagoga para ver como seguían los acontecimientos, ¿qué acontecimientos?, lo que hablábamos en el Evangelio de ayer: es necesario que muera un hombre y no todo un pueblo.

Podríamos tomar cada palabra de esta para pensar mucho sobre la Pasión del Señor ¿verdad?, pero tomamos ciertos aspectos, sobre todo aquellos que se refieren a la posibilidad de acompañar al Señor con nuestra cruz, su cruz, es decir así como vos Señor subiste al monte calvario llevando una cruz tan pesada, así yo también Señor estoy llevando mi cruz, que es la enfermedad, que es, bueno, cada uno tiene cruces diferentes, porque cada uno siente las cosas de manera distintas, bien.

Pero sobre todo lo que tenemos que pensar es esto, todos reciben a Jesús ¿verdad?, pero uno siente que hay un tremendo dolor en su corazón, ¿por qué?, bueno es el dolor propio del que sabe que va a morirse, el cambiar de estado no es tan simple, pasar a otro mundo no es fácil y además en el caso de Jesús, el Hijo de Dios y Dios mismo, está presente todo el problema que mientras los hombres en los momentos tremendos tienen compañía ¿no?, Jesús no tiene la compañía de nadie. Cuando Él instituye la Eucaristía que la ceremonia especial es el día jueves, pero hoy se adelanta eso ¿no?, entonces Él sabe que les dice a ellos: beban, esta es Mi Sangre, coman, esto es Mi Cuerpo, y entre esos estaba Judas, no Judas Tadeo que es el Santo, Judas Iscariote ¿eh?, bueno. Entonces, cuánto dolor habrá sentido cuando en esa cena Él dice: uno de ustedes me va a entregar, ¿seré yo?, dicen algunos, ¿seré yo?, dice el otro, estaban todos como asustados ¿no?, por ahí Judas dice: ¿seré yo Señor?, sí dice Él, vos lo dijiste, vos me vas a entregar. Parece ser que de allí se va Judas, ¿adónde va?, va a ver cuánto le van a pagar por venderles el Señor, como los demás no lo conocían los soldados romanos, entonces él se compromete darles una señal, pero antes quería saber cuánto le pagaban y fue treinta monedas, treinta denarios, la moneda que había en ese entonces, que pertenecía a los romanos, bien. Arregla de precio y queda con ellos comprometido de ir al frente de los soldados para entregarles al Señor.

A todo esto tenemos que pensar que los Discípulos no estaban a la altura del Señor ni mucho menos, ¿por qué?, cuando Él va al huerto de los olivos, Getsemaní, cuando Él va allí deja a los Discípulos rezando, a la hora vuelve y están todos dormidos, dice: pero caramba, ¿no pueden estar velando una hora siquiera?, se va, a la otra hora vuelve, otra vez durmiendo y al último les dice: bueno, hagan de ahora en adelante lo que ustedes quieran. Cuánto le habrá dolido al Señor que entre aquellos que lo siguieron durante tres años y tres meses, que es lo que dura su predicación, según San Juan, los otros Apóstoles dicen muchos menos ¿eh?, muchos menos días.

Ahora, ¿qué habrá sentido el Señor?, cerramos los ojos para hacernos la escena: ¿soy yo Señor el que te va a vender?, vos lo dijiste, pregunto yo a cada uno y me pregunto a mí mismo: Señor, ¿seré yo algún día o ahora traidor tuyo?, ¿seré yo Señor?, esa pregunta tenemos que hacernos, luego cuando están rezando, que se quedan dormidos, esa imagen de los Discípulos durmiendo me da una profunda pena, pena porque el Señor habrá dicho: ¿estos son Mis amigos, que en los momentos más difíciles duermen? ¿eh?, no solamente eso sino que después se dispersan, como dice el Evangelio: heriré el pastor y se dispersarán las ovejas.

Llega entonces, pensemos eso, llega a todo esto el Señor ya había sudado sangre en abundancia, que está comprobado que todo aquél que tiene la inminencia, es decir la muerte muy cerca, es bastante común que sude sangre y por supuesto había en el Señor una lucha interior: Papá, si es posible hacé que no muera muerte de cruz, hacé que no pase esto, Papá no contesta nada. Por ahí más adelante: Papá, ¿por qué me abandonaste?, nada.

Es decir, a pesar del lamento de los que sufren el Señor tiene la dignidad de los que sufren con altura, ni llora, ni se pone en ridículo, ni dice cualquier pavada ni nada, con altura, San Juan, hace una descripción de todos estos momentos tremendos de Jesús ¿verdad? y dice que fue tanta la dignidad con que Él asumió la muerte, y vos decís: que chiste si era el Hijo de Dios, pero yo digo: ¿cómo?, está bien, era el Hijo de Dios pero una parte de Él era humana y esa parte humana sentía, sentía cuando Judas lo entrega con un beso, sentía cuando los soldados romanos lo pechan, lo ridiculizan, le ponen una capa roja para decir que era rey, le pegan patadas en todo el cuerpo, en el estómago, en los riñones, en todos lados, en las piernas, nosotros veneramos cinco llagas del Señor pero todo su cuerpo era una llaga completa, bien.

Piensen en todos los detalles, podemos detenernos si quieren cuando le ponen primero una corona de juncos, que no dolía, ustedes dirán: ¿por qué?, no eran tontos los soldados romanos, si le ponían una corona de espina de entrada, que tenía más de setenta espinas las corona del Señor, Él no hubiese aguantado porque setenta pinchazos en la cabeza directamente la persona se desangra, entonces primero tiene una corona de juncos, más adelante sí, la corona de espinas, porque si la ponían ya Él no aguantaba el viaje hasta el monte calvario.
Ellos querían tener la fiesta de la crucifixión, querían verlo colgado en una cruz como a todos los reos de ese tiempo, porque el imperio romano, crucificaba, ponía en una cruz quiere decir, a todos aquellos que quería matar, bien.

Así que el Señor está solo, traicionado por Judas, sus amigos se hicieron humo, huyeron, a su Madre no la veía, porque el huerto de los olivos estaba distante donde estaba María, no tanto pero no para andar a esas horas por ahí, solo, normalmente cuando nuestros familiares o nosotros nos preparamos para eso siempre tenemos la compañía de nuestros amigos o de nuestra familia, alguien que nos sostiene las manos y otro que está disponible para cerrar nuestros ojos, Jesús no tenía a nadie.

Lo tomaban de la barba y lo arrastraban, el que tiene barba sabe muy bien lo que es, el dolor que produce el tirar de la barba y también del cabello. Hay una Revelación de Jesús donde enumera todas las cosas estas, búsquenla, no me acuerdo de qué año, del 2002 o 2001, donde enumera cada una de las cosas que le pasa. Lo golpean, le hacen todo lo que pueden imaginarse.

Piensen con los ojitos cerrados en todo ese dolor que el Señor padeció por nosotros para que podamos conquistar el paraíso cuando cerremos los ojos ¿eh?, porque Él dice en el Evangelio de hoy: de esta forma se sellaba la Nueva Alianza. Les explico, la Alianza era algo que hacía el Señor con el pueblo hebreo cuando quería, digamos rubricar o dejar sentado lo que habían conversado, entonces la Nueva Alianza es con sangre, la sangre del Señor. Pensemos en esto mis queridos, pensemos seriamente en todas estas cosas pero allá debajo, en el fondo, tengamos la alegría inmensa que el Señor resucita y está entre nosotros triunfante.

Pero sigamos pensando un poquito más respecto a lo que Él padece ¿no?, cuando va hacia el monte calvario, cuando Él se dirige al monte calvario, no puede como les dije recién llevar la cruz, le dicen al Cirineo que lo ayude, lo golpean, cientos de lonjazos y esos látigos con puntas que le arrancaban la carne. Jesús pierde dos litros setecientos de sangre, con esa cantidad de sangre perdida nadie puede seguir viviendo porque tenemos de cinco o seis litros nosotros, los seres humanos, pero Él sobrevive, pensemos todo esto.

Pensemos cuando se encuentra con las mujeres en el camino y una mujer le grita: bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron, Él entonces se vuelve mirando con un solo ojo, porque el otro lo tenía tan lleno de sangre que no podía ni mirar, y le dice: bendito aquél que entiende la palabra del Señor y la cumple.

Que hermosas palabras las de la mujer: felices, bienaventurados, bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron, que hermosa esa expresión ¿no?, que hermoso. En ese viaje al calvario también está su Mamá, que va con un paño blanco recogiendo la sangre que pierde su Hijo, sobre todo cuando está en la cruz, recoge toda la sangre que está en el suelo, porque la consideran por supuesto como era, Sagrada, si era el Hijo de Dios, pero nuestro relato en este Domingo de Ramos no termina allí porque es muy triste lo que decimos: alguien tenía que morir por nosotros, por todos los hombres que habían vivido y los que iban a vivir.

Es duro, es triste, nos duele ver como en los últimos momentos Jesús no tenía ni siquiera un amigo cerca, ni un familiar, ahora, cuando lo cuelgan en la cruz le atan las muñecas con una soga y las piernas también, Jesús está colgado, luego le atraviesan la manos con clavos, bien.

Esa escena es tremenda, decimos algunas palabras nada más, luego no hay dónde ponerlo ¿no?, en el lugar de los muertos, entonces buscan, piden prestado una tumba para ponerlo al Señor. Las tumbas estaban hechas en la piedra y las cubría una piedra grande, redonda al frente, allí lo entierran y luego van los Discípulos, en primer lugar va María Magdalena, esa mujer que nosotros tenemos la imagen de una mala mujer pero no era tanto, al contrario, era una mujer muy ilustrada que incluso ayudó a San Juan a redactar el Evangelio, pero como en ese entonces las mujeres no valían, no se la nombra que redacta también ella el Evangelio y la escena de la cruz, está Juan, el único Discípulo junto a su Mamá María, María la señora de Cleofás, María Magdalena, Susana, y otras mujeres.

Si esto no lo dijera Juan en su Evangelio los otros tres evangelistas no lo dijeron ¿eh?, por eso valoremos tanto el Evangelio de San Juan, todos los Evangelios pero el de San Juan, sobre todo porque tiene ciertas cosas que los otros no tienen, por ejemplo este dato, miren si nosotros pensáramos en una crucifixión sin la Madre allí observando y sin un Discípulo, ni siquiera uno le seguía, sería terrible ¿no?, bueno, pero Él desde la cruz tiene la imagen de su Mamá y de Juan que es cuando le dice: Madre ahí a tu hijo, hijo ahí a tu Madre, lo digo muy rápido pero lo suficiente para que pensemos, ¿por qué eso?, porque Juan tiene todavía diecisiete pero no cumplido los dieciocho ¿mmm?, era un muchacho nada más, bien.

Volvemos otra vez cuando María Magdalena va al sepulcro, hace rodar la piedra, encuentra adentro dos Ángeles que le dice: ¿cómo?, ¿por qué buscan entre los muertos al que vive?, se le aparece a María Magdalena, luego a la Madre, la Madre también va asustada del sepulturero y le dice: ¿qué pasó con Mi Hijo?, ¿quién se lo llevó?, mientras que Él detrás la llama a su Madre pero ella no se da cuenta que era su Hijo. Fíjense ustedes que terrible, tan metida tenía la idea de que después de la muerte no había nada, que estaban todos con esa idea, qué pasa después de la muerte ¿eh?, entonces Él le habla y es cuando María le dice: Rabboní, Maestro.

Entonces, esto que ya, el día de la transfiguración, hace dos meses leíamos en el Evangelio, el primer anticipo del más allá, ahora la tenemos en forma total, Jesús había resucitado de entre los muertos y estaba triunfante como está hoy triunfante entre nosotros, aquí, a mi lado, cerquita de esta bolsa, aquí está, ahí está el Señor triunfante lleno de poder y Gloria. San Pablo dice: si el Señor no hubiera resucitado vana sería nuestra fe, no tendría valor nuestra fe, todo esto es grandioso porque el Señor nos muestra con su propia presencia la existencia de otra vida que durará siempre, siempre, por toda una eternidad, bien. Con estas imágenes dolorosas pero sobre todo con esta imagen final del Jesús triunfante, esa imagen del Señor.

El año pasado el día de Pascua de Resurrección, primero a la hora de la siesta, después por la noche, siento que me pesa el pecho, miro y era, no veía el cuerpo, veía solamente la cabeza del Señor, porque como ustedes saben ya hace 14 años que todos los días Él y su Mamá y los Santos, a veces uno, a veces otro vienen hasta este lugar, porque ésta es su Casa, porque aquí acamparon en esta pampa gringa para dar Mensajes a todos los hombres del mundo, entonces yo le digo: pero Señor, tenía toda la cara todavía ensangrentada, la corona de espinas, le digo: pero ¿cómo?, si estamos en Pascua de Resurrección, ¿qué hacés vos con todo eso?, y me dice, lo que ocurre es que no todos pueden decir: el Señor ha resucitado, explicame Señor porque no entiendo y Él me dijo: mientras haya un solo hombre en la Tierra que esté padeciendo alguna injusticia Yo voy a seguir derramando Mi sangre de todas Mis heridas y sigue derramando su sangre, sus heridas están frescas todavía, a veces es sangre, a veces es linfa, pero siempre están frescas ¿eh?, bueno. Esas heridas que muchas veces pidió que se las untara con aceite de oliva para que le dolieran menos y que esos perritos que ustedes ven que van y vienen son los que colaboran conmigo, uno para sacar las costritas y otros para pasar la lengua, bueno.

Aquí todo es así, lo grande y lo pequeño se dan la mano, lo sublime y lo natural se dan la mano, todo lo grandioso con lo pequeñísimo están junto, les digo entonces: ¿por qué Señor todavía esa sangre en tu rostro?, sí, porque hay montones de hombres que no quieren descolgarme de la cruz y dejarme vivir entre ellos, siguen siendo dañinos, hacen la guerra, son injustos, hacen padecer a los hombres, a sus hermanos. ¿Tendrá el Señor que estar mal porque en nosotros no resucita como lo conmemoramos, lo recordamos?, tenemos nosotros el corazón lo suficientemente abierto como para decirle: Señor vos no tenías donde recostar tu cabeza como dice el Evangelio, vení, aquí está mi corazón, recostate en él y no te vayas nunca más?, ¿haremos eso?, cada uno en su interior, en el fondo de su conciencia dará la respuesta a esta pregunta, el Señor seguirá diciendo: las aves del Cielo tienen sus nidos, hasta las bestias salvajes sus madrigueras y el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza, ¿nos pasará a nosotros que no le damos el lugar para que esté el Señor en nuestro corazón, cada uno en su conciencia tiene la palabra.

Señor de la Misericordia cuando uno habla de todo lo que padeciste siempre le parece que no dijo nada pero vos tenias la misión de padecer lo que padeciste, tu Papá te había encomendado: tenés que morir muerte de cruz para salvar a la humanidad y el derramar sangre es el símbolo de derramar la vida, porque la sangre en todas las culturas de aquél entonces y todavía es el símbolo de la vida, entonces el derramar sangre significa: derramar vida, ¿para qué y para quién?, para los demás, para todos los que sufren, todos los que padecen hambre y sed de justicia, para todos aquellos que todavía el sol no salió.

Queremos ser dignos de todo esto que hemos pensado y hemos sufrido en este domingo de Ramos Señor, vení Señor, mirá, yo no sé pero tengo muchos deseos en mi corazón de ofrecértelo, porque será pequeño, tendrá muchas cositas que no son tan buenas pero vos sos mi Señor y mi Dios y lo que está mal… (se terminó la cinta)…, vida es una porquería, ven Señor Jesús, ven a mi corazón, así como te recibió el pueblo ardoroso por la llegada a Jerusalén, así quiero recibirte también en mi corazón Señor para que traigas a mi vida todo lo que solamente vos podés darnos, la vida en abundancia. Recordamos tus momentos, llevamos cruces en nuestros cuellos para recordar tu Pasión, pero vos estás triunfante entre nosotros para darnos todo lo que necesitemos.

Jesús tené compasión de nosotros, cuánto has sufrido, cuánto has padecido, ¿y qué tenías en la mente en todos esos momentos?.

Dice Jesús:

Te tenía a vos Mi querido en Mi Corazón, en cada latigazo veía que estaba reparando las cosas que en tu vida no estaban bien.

Hoy entré triunfante a Jerusalén pero Mi Corazón estaba dolido y acongojado porque ya veía Mi vida sin aquellos que amé y todo lo que tenía ante Mis ojos nada me recordaba aquello que había amado tanto, Mis amigos, aquellos que escucharon Mi palabra, aquellos que sintieron en su cuerpo el renacer de la vida, en los milagros de su sanación no estaban, los leprosos que había sanado se habían hecho humo, uno solo volvió para agradecer, pero tampoco estaba ahora.

No estén tristes Mis queridos hijos, al contrario, alégrense, porque toda esta sangre derramada que ustedes oyeron, pero derramada a través de los golpes de todo tipo y de todas formas, no es nada al comparar con todo Mi interior lleno de dolor por falta, por la falta a Mi lado de aquellos que amé y ya no estaban. Era el Hijo de Dios y Dios mismo que llegaba a su fin sobre la Tierra y como todo hombre, porque mitad de Mi naturaleza es humana sufrí, sufrí todo, mucho, por vos Mi querido, por cada uno de ustedes, por eso les propongo en este día que piensen en aquellos que menos aman, aquellos que fueron injustos con ustedes, aquellos que les amargaron la vida, aquellos que hicieron con ustedes juegos de los más diversos y piensen: el Señor también murió por ellos en la cruz; alguno dirá: pero ¿es posible Señor que este hombre que mató a tantos, que violó a otros tantos y que fue tan injusto y amasó fortunas con la sangre de los demás, también