Pónganse una mano en el corazón Mis queridos, ¿han entendido siquiera algo de lo que es la Misericordia de Mi Hijo.
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Yo veo que en la superficie y en lo profundo todo lo que pasa con los Mensajes que Mi Hijo y Yo damos en este lugar no son comprendidos, más aún, los ignoran, ¿tienen miedo digo Yo, a escuchar las palabras de Mi Hijo y Mías?.
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Habrá grandes pruebas pero no provocadas por Mi Hijo sino por llevar una vida determinada, ustedes conocen esa expresión: el cansancio de los buenos, tenerla en cuenta ¿eh?.
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¿De qué forma hay que decirlo para que lo tengan en cuenta?, ¿de qué forma hay que decirlo?.
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Todos estos temas los hablamos diariamente con Artemio y él está apesadumbrado, está dolorido porque tal vez pasen por su mente las cosas que pasaban en San Juan Bautista, salvando las enormes distancias.
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A pesar de todo tengo una enorme satisfacción de que los Mensajes que da Mi Hijo y doy Yo llegan a los hombres tal cual como salió de nuestra boca, se espantan si les digo que montones de Revelaciones que hizo Mi Hijo, que hice Yo, siempre tuvieron la censura, tal vez con muy buenas intenciones, tal vez para evitar cosas feas, pero en todos los casos faltar a la palabra de Mi Hijo y Mía.
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El problema fundamental reside en que el hombre no tiene límites en su afán por amontonar más, no tiene límites y en consecuencia lo está perturbando todo y la perturbación más trágica seguramente va a ser cuando como niños jugando empiecen a surcar los aires, las armas de destrucción masiva.
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Sigo con estos Mensajes en forma de píldoras como para que sean pensados y
meditados.
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