Mensaje del 16 de Marzo de 2005 (1º)

Pensaba en vos, pensaba en tu vida, pensaba en tus luchas, tus problemas, por una razón muy simple, sos Mi hijo.

Mensaje del 16 de Marzo de 2005

Habla Artemio:

En este día Señor y todos los días a que alcance nuestra vida estamos en presencia tuya para dialogar con vos Señor por todas nuestras necesidades, en estos días antes de Semana Santa es necesario que les muestre esta imagen del Señor, que es una fotografía de un Jesús sangrante ¿mmm?.

Entonces atendiendo todos los méritos de la sangre derramada por el Señor humildemente le pedimos, humildemente le pedimos que mire nuestros problemas, que atienda nuestros ruegos. Señor Jesús, por los méritos de tu Sangre Preciosísima, humildemente te ofrezco todos los sufrimiento de nuestra vida, todos, desde la cero hora hasta el día de hoy y en adelante Señor, sí Jesús, quiero sentir aunque sea un momento todo el dolor que vos sentiste Señor, si eso sirve para llevar un poco de alivio a todos aquellos que sufren en su cuerpo y en su alma, el dolor de toda naturaleza. Jesús, al mirar tus llagas Señor, al ver tu cuerpo sangrando en la cruz me doy cuenta todo lo que padeciste por Mí Señor, por cada uno de nosotros, yo uso la primer persona pero cada uno usa su persona para presentarse al Señor. Mirando tus heridas Jesús trato de darme cuenta Señor todo lo que padeciste por mí, pensar Jesús que hace milenios ya en la idea del Padre estaba esta imagen que yo estoy mirando Señor, con todas tus llagas y todo tus sufrimiento. Es decir, tanto ya nos amó el Padre que pensó en sacrificar a su Hijo para que derramando su Sangre Preciosísima pagara todas las deudas de los hombres, no solamente de aquellos tiempos y de antes sino las deudas de todos los tiempos. Ante mi Señor tu imagen doliente, porque una cosa Señor es pensar tu dolor y otra cosa es sentirlo, pero al mismo tiempo que veo tus heridas Señor veo que es lo que tuviste que pasar para después resucitar y estar siempre entre nosotros.

Que hermoso Señor es tenerte por Padre, nunca voy a terminar de agradecerte Señor, nunca voy a terminar de agradecerte Señor, nunca voy a terminar de agradecerte que hayas sufrido todo lo que sufriste por mí Señor, en ese momento que te estaqueaban en la cruz Señor ¿en quien pensabas?.

Dice Jesús:

Pensaba en vos, pensaba en tu vida, pensaba en tus luchas, tus problemas, por una razón muy simple, sos Mi hijo.

Habla Artemio:

¿En qué pensabas Señor en ese momento en que te escupían en el rostro, te daban patadas, te pechaban, se burlaban de vos Señor?, ¿en quien pensabas Jesús?.

Dice Jesús:

En vos y en todos los hombres. Pensaba en todos aquellos que mueren en el frente de batalla, no solo hoy sino a lo largo de la historia, porque tres cuartas partes de la historia del hombre sobre la Tierra vivió haciendo la guerra y todavía no aprendió que la guerra no lleva a nada bueno. Pensaba también en todos aquellos que se acuestan con hambre, en todos aquellos que podrían tener un poco de amor pero tienen que mendigarlo, pensaba en todos los enfermos porque nunca el hombre está más cerca del Señor que cuando está enfermo, porque está queriendo convencerse que la vida continua pero al mismo tiempo sintiendo dentro de sí el dolor inmenso de que podría ser el final. Nada hay tan triste como la enfermedad, por eso Yo llegaba donde llegaba y preguntaba: “¿donde están los enfermos que quiero sanarlos?”, entonces venían a Mí todos aquellos con todas las enfermedades que había, pero también venían a Mí aquellos que estaban endemoniados, que tenían penas en sus almas, venían a Mí todos los tristes, los que tenían el corazón partido por el dolor y necesitaban el consuelo, así como hoy, que ando por el mundo triunfante pero Mis heridas siguen sangrando para seguir pagando las deudas de todos los hombres.

¿En quién pensaba además?, pensaba en todos los hombres que quisieran vivir una vida plena pero no pueden porque los demás no los dejan, pensaba y pienso en todas las desigualdades sociales. Siempre presente en Mi mente todo lo que sea sufrimiento del hombre, todo lo que sea desorden en la vida de los seres humanos, todo. Mi Papá al crear las cosas creó todo ordenadamente, era un gusto ver todo como estaba pero el hombre usó mal su libertad y empezó a desordenar todo pero Yo vine a traer el orden ya hace dos mil años y sigo trayéndolo todos los días a través del Evangelio y en este lugar a través del Evangelio y todas las Revelaciones porque, que quede claro, que aquellas palabras que dice San Juan al finalizar el Evangelio, se las recuerdo: “miles de páginas más podrían llenarse con todo lo que hizo Jesús pero basta esto como ejemplo dijo Juan”, todas esas páginas, esas miles de páginas que faltan todavía, ya lo dije una vez hace muchos años: las estoy llenado aquí, que lo crean o no es un problema de cada uno pero Yo lo estoy haciendo porque no hablo un solo día si no estoy sentando doctrina para decir el Evangelio con las palabras del Tercer Milenio. Tendrán que convencerse aquellos que no se convencen, estoy hablando para que el Evangelio sea vivible en el Tercer Milenio y así como en aquél momento de la crucifixión pensaba ya en todas estas cosas, no solamente cosas generales sino las cosas de cada uno, tu dolor personal, tus luchas desproporcionadas en comparación con todo. Quiero que sepas que cada una de las gotas de Mi Sangre derramada sirven para calmar y para sanar el dolor de todos los hombres de la Tierra, hoy y siempre.

Aún siento en Mis oídos el golpear del martillo cuando taladraban carnes de Mis manos y de Mis pies, cuando se podían contar todos Mis huesos y podría decir que cada uno de esos martillazos, en cada uno tenía presente cada niño que se muere de hambre o se muere porque no tiene remedios para sanarse, cada uno de esos martillazos sigo pensando en todos los que están presos, detrás de rejas, de hierro o detrás de rejas de egoísmo y de incomprensión. Nuevamente delante de esta cruz con Mi cuerpo echo trizas vuelvo a decirle a los hombres: no sigan crucificándome más, es necesario que me bajen de la cruz y me dejen vivir entre ustedes y cuando digo esto pienso en todos los hombres, sobre todo aquellos que tienen en sus manos el poder espiritual, porque muchas veces usan Mi sangre para sus propios beneficios y Mi sangre no es de un solo hombre ni de una organización, es de todos los hombres.

Que por los méritos de esta sangre derramada, todos los que están presentes, siete generaciones hacia atrás y siete hacia adelante queden especialmente bendecidos por Mí, todos aquellos que están presentes piensen que de aquí en más todo lo que piensen, analicen, miren, toquen será bendecido y nada sobre la Tierra tiene un poder tan grande como decir: que se haga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es lo más grande que puede decirse, porque es como volver a repetir la creación con todas sus maravillas, hacer las cosas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Lleven a vuestros hogares la buena nueva de que el Señor les habló y les regaló tantas cosas, además quiero que sean Santos Protectores para siempre de ustedes Mi Papá San José, Mi Mamá, la Virgen, Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Faustina Kowalska, San Pío de Pietralcina, San Martín de Porres, San Francisco de Asís, San Francisco de Paula y San Francisco Javier y por supuesto Santa Teresa de Calcuta, los nombro Protectores permanentes de ustedes y a la cabeza de todos estos Santos Mi Mamá como la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de Justiniano Posse para que intercedan siempre delante de Mi por cada uno de ustedes y cada uno de aquellos que ustedes aman, estén en la Tierra o hayan partido ya.

Les amo con todo Mi Corazón y les doy la seguridad de Mi amor eterno, salgan a los caminos y avisen a las personas: el Señor de la Misericordia te ama y desea para vos todo lo mejor.

Amén.

Habla Artemio:

Cantemos al amor de los amores, cantemos al Señor, Dios está aquí, venid adoradores adoremos, al Cristo Redentor. Gloria a Cristo Jesús, Cielos y Tierra, bendecid al Señor. Honor y Gloria a ti, Rey de la Gloria, amor por siempre a ti, Dios del amor.

Vieron como yo ni por casualidad esperaba que Él viniera y de repente me tomó la voz y siguió Él hablando, así es nuestro Señor ¿eh?, también digámosle a la Virgen, es tan preciosa la Madre, tan preciosa: la Virgen se está peinando, entre cortina y cortina, sus cabellos son de oro y el peine de plata fina. Pero mira como beben los peces en el río, pero mira como beben por ver al Dios nacido. Beben y beben y vuelven a beber...

Se corta la grabación..............

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