Muchas veces veo que hay en muchos hombres, por un lado un sentido de la prudencia totalmente exagerado, un hombre prudente no por eso debe ser pusilánime y otros que por defenderme demasiado quitan Mi esencia, quitan Mi esencia, desfiguran Mi rostro y me hacen aparecer de una manera de acuerdo a como ellos les conviene y lo peor es que dicen estar inspirados por el Espíritu Santo y peor aún, lo hacen en nombre del Señor.
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Por eso, una verdad siempre debe decirse según los demás tengan la posibilidad de entenderla tal cual es sino es mejor callar, pero como aquí todo pasa antes de aparecer a través de Mi sangre, eso seguramente les anima para hablar sin cortapisas.
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Todos los Ángeles, Arcángeles, Potestades que están aquí junto a Mi Madre hemos venido a ratificar nuevamente todo el amor que les tenemos, toda, toda la grandeza de la Misericordia está al alcance de ustedes y así como la lluvia moja la tierra, así la Misericordia los llena de gracia, confíen Mis queridos, confíen en todo, confíen en todo, porque Yo tengo en cuenta muy especialmente todas vuestras cosas, vuestras preocupaciones y si las cosas no se solucionan tan rápido a veces es porque los hombres van enredando un poco las cosas, es ya una profesión del hombre poner telaraña en el camino de sus hermanos para que tropiecen con ellas, la telaraña es muy frágil pero lo suficiente como para hacer temblar, como para hacer tropezar, como para hacer caer incluso.
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Sí, es así, y ¿qué es lo que me pesa?, ¿qué es lo que me pesa de este mundo?, no les digo nada nuevo, les digo esto para que lo compartan, el mundo está huérfano de amor, está hambriento de amor, en esta noche son más los que tienen hambre de amor que hambre de pan, sabiendo que los que tienen hambre de pan son tres cuartas partes de la población del mundo.
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Sirva este Mensaje para hacer un llamado, lo suficientemente claro como para que el hombre use realmente la libertad que el Señor le dio y si el hombre cree que su libertad está deteriorada o está condicionada por algo, pues bien, pida luces al Espíritu Santo para que le aclare y le diga por dónde deben ir las cosas.
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Les repito, no es cuestión de coronilla o no coronilla, es cuestión de que hay cosas fundamentales que no se entienden, es decir, deben tomar conciencia que cuando ustedes, los hombres, hablo para todos los hombres, se acercan a la mesa de la Eucaristía, esa mesa a la cual se acercan y reciben el Cuerpo del Señor, Mi Cuerpo, tiene que obrar como algo contaminante, en el sentido de que después de esa comunión deberían hacer todos lazos de fraternidad donde todas las personas deberían mirarse de otra manera, con afecto, con todo el cariño posible, mientras así ocurran las cosas, la Eucaristía no tiene ningún valor, mal que les pese a muchos.
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Esto debe quedar claro siempre para todos, estas son Revelaciones personales, que pueden ser creídas o no, ahora, hay que ser muy corto de vista para no creer en todo esto, porque cuando se dicen pocas palabras se pueden ocultar tantas cosas, pero no es éste el caso porque todos y Yo hablamos mucho y cualquier persona que lea o escuche por primera vez todas estas cosas le es muy fácil ver la coherencia que hay en el pensamiento de cada uno, siempre todo es del Señor pero cada uno tiene una forma diferente de decirlo, quien lee o escucha esto por primera vez distingue si quiere con suma facilidad la coherencia de todo.
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Como llegar a los hombres para decirles: este hombre que está a tu lado es tu hermano o este que vive a cincuenta metros o a un kilómetro es tu hermano y que por más que me alabes y te preocupes por Mí y creas extender el Reino y te preocupes por todo aquello que Yo dije debe hacerse pero estás fallando en esto, entonces todo el resto es inútil. A Mí me suena hueco, me suena sin sentido, me suena a sin valor, no sirve.
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