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Mensaje del 18 de Enero de 2000

No hace falta que Yo les de ejemplos, hay tantos en la historia del mundo y tantos en la historia personal de cada hombre, por eso que cuando las tinieblas los envuelva y les parezca que toda fuerza es inútil y todo proyecto se desmorona, entiéndanlo bien, es cuando más el Señor está empecinado en que se cumpla aquello que ustedes desean con tanta vehemencia. Mensaje del 18 de Enero de 2000

Habla Artemio:

Hoy es 18 de Enero, 18 de Enero de 2000.

Señor, siempre uno espera tu palabra pero por ahora se da exactamente lo que dice el Profeta Isaías, ni más ni menos, no importa, Señor si el Profeta Isaías habló eso de cómo iban a recibir tus palabras, qué puede extrañarnos ahora, qué puede extrañarnos que tus palabras no quieren ser recibidas por muchos Señor.

Dice Jesús:

Ustedes son Hijos de la Luz, porque de Mí están recibiendo la Luz, esa Luz que nunca se extinguirá, no importa las circunstancias, los momentos, las situaciones que se puedan pasar, no tienen importancia, pero la Luz prevalecerá. Cuando uno pasa unos días con las nubes tapando el sol y el sol aparece de golpe todo lo que hay sobre la Tierra y los mismos hombres les parece que el sol brillara más que la última vez que lo vieron, por eso las palabras de vida y de luz necesitan también de un proceso y hay que adaptarse a ese proceso, así como hay que adaptarse a las cosas que nos pasan en la vida, cuando ellas nos golpean, cuando ellas parecen cerrarnos los caminos, cuando ellas nos hacen entrar en la desesperación es cuando más cerca se está de la Luz, no se olviden nunca de eso, cuando les parece que más espesas son las tinieblas y no ven claro es cuando más cerca está la Luz.

No hace falta que Yo les de ejemplos, hay tantos en la historia del mundo y tantos en la historia personal de cada hombre, por eso que cuando las tinieblas los envuelva y les parezca que toda fuerza es inútil y todo proyecto se desmorona, entiéndanlo bien, es cuando más el Señor está empecinado en que se cumpla aquello que ustedes desean con tanta vehemencia. ¿Por qué esto es así?, esto es así porque el hombre es de una manera y al ocurrirle estas cosas le producen una conversión muy grande, por eso nadie puede entrar en el alma de nadie para ver a que altura están en el proceso de conversión, como les dije el otro día, nadie puede decirle a un peregrino en el camino: estás cerca o estás lejos de la meta, nadie sabe exactamente en el lugar que está el otro, nadie, salvo que pidan con fuerza y vehemencia al Espíritu Santo que les de la palabra de conocimiento, pero aún así siempre las cosas lastiman, duelen, son ásperas, pero detrás de esa cáscara está toda la dulzura del encuentro con la Luz, toda la dulzura del encuentro con la Luz, el día que se sientan más en medio del desierto, donde no haya ningún oasis, ese es el día en que más cerca estoy Yo de cada uno para de repente darle aquello que necesita para seguir y otra vez habrá un nubarrón en el horizonte y otra vez Yo le seguiré dando y ayudando para que ese nubarrón no los torture, ni les amargue, ni les haga torcer el camino.

Si revisan el Evangelio de San Juan verán que todo lo que dije está en el Evangelio hasta con las mismas palabras, porque lo que es verdadero y lo que es fruto de la Luz permanece en el tiempo y seguirá, aunque a veces la Luz pueda parecer un poco opaca y no del todo atrayente o algo que no promete lo suficiente pero no olviden, toda la Luz que Yo les doy y que viene a Mí a través del Padre nada le iguala en la Tierra ni en los Cielos.

Dice Nuestra Señora:

Se acuerdan: “bendito el vientre que te llevó y los pechos que te amantaron”.

Bueno, hoy vengo nuevamente a ofrecerles a todos los hombres, especialmente por los que se pide hoy, por lo que, por los que el Señor te encomienda a vos, Celoso Custodio de los Mensajes pedir por esos hombres, porque el Señor te ha dado la autoridad de pedir por esos hombres. Vos seguís siendo siempre el mismo, pero el Señor a través tuyo lleva a todas las latitudes la Misericordia, porque siempre tuviste tus manos extendidas para ofrecerlas al Señor que las usara, Yo no me olvido, nunca me olvido.

Hoy a todos esos hombres, aunque ni ellos lo saben por supuesto y tal vez no lo
sabrán, pero los tengo en Mi seno y los amamanto con Mis pechos, “bendito el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron”, este vientre y estos pechos, en esta noche y para siempre se dedican a tener a todos aquellos que están en los lugares más terribles, sufriendo las atrocidades más grandes y creyendo que ya no habrá nunca una salida para su vida, pero en esta noche porque el Señor así lo dispone, todos sin saber de dónde ni porqué empezarán a distinguir a lo largo y a lo lejos en el túnel de su vida una pequeña lucecita, así siempre empieza la esperanza, como una pequeña lucecita, chiquitita, pero real, que se va agrandando, agrandando, agrandando hasta convertirlo todo en Luz; ustedes se dirán: ¿qué méritos hicieron esos hombres para que Mi Hijo los ame tanto?, ¿acaso Él no les aseguró que les daba toda su Misericordia a cambio de nada?, éstas son las extrañas formas de la Economía Divina, el amor sin medida y especialmente para aquellos que no se lo merecen y para aquellos que le niegan en forma sistemática y tal vez le nieguen siempre, sin embargo les alcanzará la Misericordia del Señor porque en eso se complace Mi Hijo, justamente en darles a aquellos que menos se lo merecen a los ojos humanos, que sería de aquellos si Mi Hijo no supiera exactamente todo lo que fue pasando en sus ancestros para que ese ser esté en este momento soportando sin saberlo una vida infame, no todos por supuesto.

Les repito, así son las leyes de la Economía Divina, el amor sin medidas, el amor para quien no lo merece, el amor para que, para aquél que es menos que nada en cuanto a la grandeza del Señor, así dirán ustedes entonces: ¿quiere decir que hay que tener una vida disipada y terrible para que Mi Hijo se ocupe más de uno?, no es exactamente lo que Yo quiero decir y para que lo entiendan más les remito al Evangelio en la Parábola del Hijo Pródigo cuando el padre le dice, después que el hijo se queja: papá, yo siempre te serví, yo siempre estuve disponible para vos y nunca has carneado si quiera un cabrito para que comiera con mis amigos y ahora viene éste después de haber dilapidado todo y vos le hacés una gran fiesta, entonces el padre le dice: hijo, vos lo tuviste siempre todo, estuviste a mi lado, supiste de mi amor y de todo el calor de este hogar, pero este hijo estaba perdido y ha vuelto. Tal vez el hijo no entendió, tal vez le faltó tiempo para entender, pero es cierto que había gozado siempre del amor de su padre y de todas las cosas de su padre, lo que ahora no entendía que algo perdido se había recuperado.

Piensen mucho en esto porque tiene tanto jugo.

Amén.

Fundación Jesús de la Misericordia y Corazón Inmaculado de María  |  Aprobada por Res. 139 A - Gob.de Córdoba – Sec. De Justicia – Dir.de Ins.de Pers.Jur.  |  Dirección: 9 de Julio 1162  |  Teléfono: 03537 – 431197 - 2553  |  Justiniano Posse – (Cba.)