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Mensaje del 19 de Junio de 1999

Si bien es cierto que desde hace ya un tiempo largo que la Santidad es más accesible a todos pero son poquitos los que piensan en eso o saben eso, por un lado están los Ministros de la palabra o religiosos que creen tener, como ya lo dije tantas veces, la supremacía o la totalidad del saber sobre Mí, después están aquellos que no me pueden dar forma porque no me conocen como hombre, después están aquellos que me ven tan perfecto y lejano que dice: es imposible llegar, es imposible la Santidad, es imposible la vida honesta, humilde y sencilla y hay cientos de posiciones.


Mensaje del 19 de Junio de 1999

Dice Jesús:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida, quien me sigue a Mí no anda en tinieblas”.

Siempre empiezo de esa forma o comúnmente para que ustedes tengan la seguridad de que no andan en tinieblas.

Yo les escucho hablar, miro vuestros pensamientos y me regocijo porque siento que está cerca el Reino del Padre donde todo será hecho nuevo, los Cielos y la Tierra, aunque el espíritu del mal seguirá con sus acechanzas pero todos tendrán la posibilidad de la Misericordia del Señor.

Yo quisiera que no solamente estas Revelaciones llegaran a los hombres sino todos los matices, detalles, actitudes, gestos, posiciones que Yo voy haciendo aquí y no es cuestión de ponerlas a decirles en voz alta sino alguien tiene que preguntarlas pero todavía no se da, esperemos que sea pronto, ¿todo esto por qué?, porque a los hombres sin distinción les hace falta todo o casi todo para conocer Mi aspecto humano, nadie por conocer aspectos Míos humanos va a perder la proyección de que soy el Hijo de Dios, pero al conocer los detalles más insignificantes de Mi persona, de Mi cuerpo, de Mis pies, Mi cabeza, Mi cabello y hasta la caspa que hay sobre Mis hombros será de una importancia muy grande para ver que el Dios vivo participa de la naturaleza del hombre y entonces la Santidad se vuelve una cosa fácil, simple, sencilla al alcance de todos.

Si bien es cierto que desde hace ya un tiempo largo que la Santidad es más accesible a todos pero son poquitos los que piensan en eso o saben eso, por un lado están los Ministros de la palabra o religiosos que creen tener, como ya lo dije tantas veces, la supremacía o la totalidad del saber sobre Mí, después están aquellos que no me pueden dar forma porque no me conocen como hombre, después están aquellos que me ven tan perfecto y lejano que dice: es imposible llegar, es imposible la Santidad, es imposible la vida honesta, humilde y sencilla y hay cientos de posiciones. Quien demora siempre el entendimiento de Mi ser como una persona a imagen y semejanza de los hombres son los Ministros de la palabra en general y religiosas y religiosos, que por haber hecho de su vida una profesión del Señor, que en la mayoría de los casos es sumamente relativa y dicho con toda la consideración para no herir son los encargados de que Yo esté lejos todavía de los hombres, y eso me duele mucho, acaso el Evangelio no es clarísimo cuando dice: “sed Santo como es Mi Padre Celestial”, entonces ¿por qué no serlo?, pero faltan modelos, faltan sobre todo el modelo, Jesús como persona.

Extiendan este concepto, extiéndanlo, no me hagan demasiado humano porque eso es perjudicial pero señalen Mis aspectos humanos porque eso beneficiará enormemente a los hombres y así podré ser su amigo, su compañero, su Padre, su hermano, su pariente, su allegado. Tarea a cumplir.

Habla Artemio:

Emiliano Tardiff que él siempre se coloca detrás de Jesús.

Dice Emiliano Tardiff:

Mientras H. hablaba yo noté en tu mente que hubieses querido tener detalles de mi muerte, pero no había en ello ninguna mala intención ni un deseo morboso de saber detalles de la muerte de una persona, noo, uno siempre quiere saber cómo murieron aquellos que uno quiso mucho y yo lo voy a decir, así.

Esa mañana me levanté temprano, hice mis oraciones, no las que tal vez hacía siempre, porque yo no hacía siempre las mismas oraciones, las que me inspiraba el Espíritu Santo, pero sí me puse en presencia del Señor y me sentí tan bien pero tan bien, tan bien, que pasó por mi mente la idea: ¿qué pasa Señor que estoy tan bien?, y Jesús no demoró en aparecer y me dijo: Hijo mío, tus días en la Tierra terminan hoy, viniste aquí muy lejos donde como dice la Escritura “nada te recuerda a aquello que amaste”, una pieza simple donde todos los objetos te suenan extraños porque no son los que tenías allá en Santo Domingo, nada te recordaba a aquello que amaste. Estábamos, me dijo Jesús, solamente vos y Yo y Jesús me dijo: ¿hace falta más?, y yo respondí: sí Jesús, hace falta la Santísima Virgen también y en ese mismo instante la pieza entera se iluminó y apareció Nuestra Señora como la Inmaculada Concepción. Fue un diálogo corto, tenemos una eternidad para dialogar me dijo Jesús, una eternidad. Ahora, esto de Mi presencia delante de vos dijo Jesús, es para que te prepares a cerrar tus ojos a este mundo, no te pongas de rodillas porque cuando alguien muere queda en mala postura si muere de rodillas, recuéstate simplemente y ahora escucha este coro de Ángeles, es casi ensordecedor, este es el anticipo dijo Jesús, de todo lo hermoso que te está esperando. Hijo Mío me dijo: fuiste un buen obrero de Mi mies, cuánto te amé Emiliano y cuánto te amo, porque los talentos que te entregué un día se han reproducido tantos que ya ni Yo puedo contarlos, es extraño me dijo, la mayoría me dice: Señor, unos días más, pero vos me dijiste: estoy dispuesto Señor, hace tantos años que estoy dispuesto Señor que ya no hacía distinción entre la vida y la muerte, pero quisiera pedirte una última cosa como Sacerdote en este mundo, mira a todos los Ministros de la palabra de este país porque hay tantos Señor que están en caminos totalmente contrarios a los tuyos Señor, quiero pedirte por ellos Señor, que sea rápida la transformación de estos hombres porque de ellos dependen un montón de personas y en este país se van a jugar cosas realmente maravillosas, Señor mira a los Ministros de la palabra y a los religiosos de este país.

Ese fue el último pedido que le hice a Jesús, ya la Luz era tan intensa, la Virgen me ofrecía cosas pero yo no veía qué era, Jesús levantó la mano, pero no tenía la fuerza de impartir una orden o una idea, tenía la idea de como querer apoyarla sobre la cabeza o el hombro de alguien para compartir el momento, me recosté pero no sobre la almohada sino a través del lecho. Puse mis manos en mi corazón y de repente Jesús dijo: todo está consumado y mi corazón dejó de latir, al instante sentí tantos coros celestiales, tantas voces maravillosas y el Jesús que tenía hasta el rostro un poco triste de la despedida de mi persona como hombre se volvió alegre y triunfante y se acercó Él, se acercaron familiares míos muertos, se acercó la Virgen y ya me sentí plenamente delante del Padre, pero al Padre no lo vi, sabía que era el Padre pero todo era Luz, Luz, Luz, Luz y tenía tanta satisfacción, tenía tanta alegría, tenía tanta felicidad pero en el fondo de mi corazón había un poquito de nostalgia. No se olviden mis queridos, que a pesar de todo el esplendor de la Bienaventuranza, el corazón del hombre siempre tiene un poco de nostalgia, ustedes dirán de qué, de dejar su cuerpo, esas manos que tanto hicieron, ese corazón que latió, ese cerebro que pensó, esas piernas que te llevaron a tantos lugares, toda esa maravilla de tu cuerpo y se siente un poco de nostalgia de dejarlo para que habite un nicho o sea puesto bajo la tierra y ahí comprendí lo que dicen las Escrituras que: el hombre hasta en la Bienaventuranza Eterna va a estar deseando siempre que llegue el día del Juicio para que su cuerpo resucite y vuelva a tener las cosas que tuvo, ¿quién podría olvidar sus manos?, quién podría olvidar su rostro, las piernas y los pies que a uno lo llevaron por tantos lugares, ese corazón en el cual latió siempre al unísono del dolor y de la felicidad de los hombres, siempre esa nostalgia, pequeñita pero nostalgia al fin hasta el día del Juicio en que nuestro cuerpo resucitará para nunca más morir y aunque no sea la materia idéntica a la que teníamos pero volveremos a tener nuestras manos, nuestros ojos, nuestros pies, nuestro hígado, nuestro corazón.

Estoy muy feliz mis queridos, no saben cuánto y aquí ustedes saben que pueden contar conmigo en todo y aunque a veces no me pidan cosas yo se las doy igual, es decir le digo al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo que se las conceda. Yo tuve en mis manos las Revelaciones del año ’96 y yo creí todo a pie juntillas, a mi no me hizo falta preguntarle a nadie porque el Espíritu Santo me dijo: todo esto es verdadero, todo esto es verdadero y los presentes, acuérdense, una estatua no pero si quiera un cuadro donde esté mi rostro en el Templo del Tercer Milenio, porque quisiera estar allí, quisiera estar también en un retrato junto a ustedes, ¿hace falta decirles que los amo con todo mi corazón?, ¿hace falta decirles?, y aquél que lo pone en duda verá diariamente en las cosas que van sucediendo mi presencia acá, como intercesor permanente delante del Padre.

Dice Nuestra Señora:

No crean que Yo también no derramo alguna lágrima cuando alguien tiene que despedirse del lugar donde vivió en la Tierra, no idealicen tanto las cosas, ustedes tuvieron y tienen un mundo por delante que están transformando, al que están transformando, entonces si ustedes por muy hermosa que sea la Bienaventuranza, es decir estar en presencia del Señor, pero siempre duele un poquito dejar todo aquello que… (se terminó la cinta)…

 

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