Mensaje del 10 de Abril de 1999

No se pongan a razonar sobre quien tiene más fuerza para bendecir, nada, la bendición dada con todo el amor por el hermano tiene el peso que el Señor le da aunque otros puedan decir, discutir, criticar o lo que sea, no entren dentro del juego de qué es lo legal o qué no es lo legal, bendigan y sepan que al hacerlo están derramando sobre esos seres que bendicen las bendiciones del Señor, ustedes siempre serán el instrumento pero el Señor quiere que sean un instrumento realmente convencido de que lo que están haciendo es obra del Señor.


Mensaje del 10 de Abril de 1999

Habla Artemio:

Ven Señor Jesús, ven Señor, ven, estás con nosotros, ya lo sabemos pero nosotros te queremos ver mas cerca, te queremos ver de cuerpo presente, ven Señor, ¿ven o has pensado ralear las visitas?, no creo.

Jesús está con nosotros como Jesús de la Misericordia, cerca de Él está lleno, habla Señor.

Dice Jesús:

“Yo soy el camino, al verdad y la vida, quien me sigue a Mí no anda en tinieblas”.

Esta noche con la grabación que han escuchado les han quedado claras muchas cosas, el mayor mandamiento que les he dado es el del amor, no crean que es casualidad que hayan escuchado esto hoy, ¿qué otra cosa podrían escuchar después del Domingo de la Misericordia?, ¿qué otra cosa?, se le da muchas vueltas al tema del amor pero es para explicar mejor, ahora la cosa es simple: ámense entre ustedes como Yo los amo; ustedes dirán: pero el amor tuyo Jesús es mucho más grande porque vos diste la vida en la cruz por nosotros y nosotros no hacemos eso, Yo les digo: que es cierto que Yo he dado Mi vida en la cruz por ustedes, por cada uno de ustedes, pero también ustedes diariamente con las cruces que llevan están dejando de a poquito la vida. Ocurre que cuando uno lleva tanto tiempo una cruz se acostumbra a ella y ya no le parece ni tan pesada y a veces ni le parece que es una cruz, pero dentro de Mi dimensión... (se interrumpe la grabación)..., dentro de Mi dimensión la cruz que cada uno lleva Yo la tengo especialmente en cuenta.

Les digo entre paréntesis (toda esa bulla que escucharon no es nada más que una forma del coluda para distraerlos, asi que ustedes no se presten al juego y sigan atentos a Mi palabra).

Tienen con claridad planteado ustedes el problema esta noche, primero a través de la grabación y luego a través de lo que les dijo Artemio en cuanto a la sanación, no esperen corroborar si están provistos o no del carisma de la sanación, ante un hermano que necesita no lo piensen dos veces, oren por él con fe, pongan las manos o no las pongan pero oren con fe para que se sane como si la salud de esa persona dependiera de ustedes exclusivamente de ustedes, aunque haya un montón que esté rezando también pero como si esa vida dependiera exclusivamente de ustedes o sino todo lo que escuchamos esta noche no tiene sentido, amar a los demás como Yo los amo a ustedes, ¿y qué es lo que Yo quiero de ustedes?, todo lo mejor, quiero que estén sanos, felices, bueno, ustedes hagan lo mismo con vuestros hermanos.

Que no les quede la menor duda de todo esto, aunque alguien puede pararse en vuestro camino y decirles otra cosa, Yo les digo esto.

Dice Nuestra Señora:

Es clarísimo todo lo que ha dicho Mi Hijo y no le den vueltas para entenderlo porque todo está muy claro que tienen que asumir vuestras responsabilidades y decidirse de una vez por todas a querer a los demás, amar a los demás así como Mi Hijo los ama.

Ahora, Yo les agrego otra cosa, lo dije en Medjugorje no hace mucho tiempo, lo volví a repetir y ahora se los digo a ustedes: jóvenes y viejos, niños conscientes y adultos, hombres y mujeres, quienes estén consagrados y quienes no lo estén, tienen todo el derecho y todo el deber de bendecir a todos vuestros hermanos. Ustedes se pondrán a pensar: ¿cuánto valor tiene mi bendición comparada con la del Sacerdote o con el consagrado o con el que está muy limpio o con el Santo o que...?, nada, Mis queridos nada, bendigan, el alcance de esa bendición no la da nadie sino que la da Jesús, el Padre o el Espíritu Santo, la intensidad de esa bendición la da la actitud y la fuerza que ustedes ponen al bendecir. No se pongan a razonar sobre quien tiene más fuerza para bendecir, nada, la bendición dada con todo el amor por el hermano tiene el peso que el Señor le da aunque otros puedan decir, discutir, criticar o lo que sea, no entren dentro del juego de qué es lo legal o qué no es lo legal, bendigan y sepan que al hacerlo están derramando sobre esos seres que bendicen las bendiciones del Señor, ustedes siempre serán el instrumento pero el Señor quiere que sean un instrumento realmente convencido de que lo que están haciendo es obra del Señor.

Más claro todo esto no puede quedar, solamente le verá aspectos oscuros aquellos que siempre andan buscando vueltas a las cosas para no hacer.

Dice la Madre Teresa:

No necesariamente tengo que hablar yo en todas las visitas, mi sola presencia ya dice todo lo que yo soy, ni más ni menos que lo que Dios quiere que sea pero ya que hablamos de las bendiciones, ya que se habló aquí de las bendiciones yo nunca tuve la menor duda en bendecir y bendecir seriamente todo el mundo, incluso cuando no había ni por casualidad un Sacerdote próximo, ¿quién creen que ayudaba a bien morir a esos hambrientos que se morían como las moscas?, jamás se me ocurrió preguntar si yo tenía autoridad y autorización para despedir a un hombre de la Tierra para que se presentara dignamente delante del Señor, jamás se me ocurrió pensar si estaba bien o estaba mal, yo sabía que tenía que hacerlo porque el Espíritu Santo me lo decía y nunca le consulté a nadie si debía o no debía hacerlo, ante una situación equis yo debo proceder como si fuera realmente un total instrumento del Señor.

Que quede bien claro todo esto y basta de puritanismo y legalismos y cosas y más cosas que vienen de un lado, del otro y del otro, que se puede, que no se puede, que se podría, que tal vez mejor, que tal vez peor, hagan mis queridos, hagan, el resto..., el resto lo dirá el Señor, hagan, hagan.

Dice San Martín de Porres:

Desde hace unos días vengo siempre por acá, vengo a acompañar a aquellas personas que piden la sanación, vengo siempre, ocurre que soy tan oscuro que no me ves tan fácilmente, pero vengo siempre, ¿y quien creés que te hizo pensar en comunicarte con las Hermanas que llevan mi nombre?.

Hablando de sanar, ustedes saben que yo aprendí el oficio con un veterinario y después en el nombre de Dios y en el nombre de esa ciencia tal vez bastante dudosa que tenía sanaba a los enfermos, por eso yo soy Patrono de los enfermos también. A mi no se me ocurrió preguntar si lo que hacía estaba bien, ante un enfermo obraba y punto.

Dice San Artemio:

Cuántas cosas estoy oyendo respecto a los legalismos para hacer algo, inspírense en los primeros cristianos con los que yo conviví, que con toda la humildad y todo el fervor pedían al Señor dones y carismas, o es lo mismo en todo caso, para beneficiar a sus hermanos, lo que importaba no es a lo que estaban autorizados a hacerlo, no, lo que importaba era la salud de los hermanos y ante un enfermo nadie debe preguntarse: ¿es legítimo que yo sane?.

¿Cuál es la ley del amor?, ¿qué les enseñó Jesús?, entonces siempre es legítimo, pero cuidado, siempre siguiendo la ley del amor, quien sigue la ley del amor hasta las últimas consecuencias no se equivoca nunca. Vayan al fondo de vuestra conciencia, revisen qué es lo que están sintiendo, cómo lo sienten y miren hasta qué punto allí se dilucida todo lo referente a vuestra autenticidad y si vuestro amor es genuino y luego obren, obren, obren y no estén preguntando si hicieron bien o hicieron mal y no estén preguntando si ustedes debían o no debían, lo que deben preguntarse siempre: ¿cuánto amo a mis hermanos?, ¿los amo realmente como Jesús me ama a mí?, pues bien, si los amo lo más que puedo tengo que proveerle de todo lo que sea necesario, más allá de lo que puedan decir los demás.

Sean adultos en la fe, sean adultos en las creencias, sean adultos en todas estas cosas porque eso es lo que quiere nuestro Señor.

Amén.

 

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