• CAPILLA ABIERTA TODOS LOS DÍAS

Mensaje del 16 de Julio de 1999

¿Saben una cosa?, vuestros encuentros semanales cuatro veces, el estar así en reuniones, escuchando, pidiendo y estando con vuestra presencia, hace que todo aquello que pidieron al comienzo tenga Yo que escucharlo especialmente, porque quien me dedica tanto tiempo a Mi para esperar Mi llegada y escuchar lo que les voy a decir, hace que conmueva Mi ser y diga que sí a todo lo que ustedes piden.

 

Mensaje del 16 de Julio de 1999

Habla Artemio:

Ese fue siempre un problema mío ¿no?, la lengua, hablar mucho. Señor Jesús, te pido disculpas porque cuando hablé demasiado le quité la palabra a mis hermanos, tal vez sea una de las cosas a las que tenga que arrepentirme muchas veces.

Dice Jesús:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida, quien me sigue a Mi no anda en tinieblas”.

Todo lo de esta noche, es cierto que es un poco largo, porque el exceso de palabra decían: es un síntoma que exige curación, pero no lo digo por vos en este caso. Puede ocurrir que el exceso de palabras aburran a los demás o no según los casos, pero no lo digo por lo de esta noche, en todo caso ustedes están fogueados en largas esperas para que Yo llegue y dé Mis Mensajes. ¿Saben una cosa?, vuestros encuentros semanales cuatro veces, el estar así en reuniones, escuchando, pidiendo y estando con vuestra presencia, hace que todo aquello que pidieron al comienzo tenga Yo que escucharlo especialmente, porque quien me dedica tanto tiempo a Mi para esperar Mi llegada y escuchar lo que les voy a decir, hace que conmueva Mi ser y diga que sí a todo lo que ustedes piden.

Es decir, si estas reuniones son un poco largas, es posible que Yo las esté queriendo así, porque vuestra presencia hace que suba un himno hacia la Divinidad, para que el Padre, Yo y el Espíritu Santo no podamos decir que no a vuestros pedidos. Ustedes pidieron esta noche por tantos y tantos en todos los continentes y nunca tendrán una idea de tanto como el Señor los escuchó, ni un vaso de agua dado en Mi nombre dejará de ser recompensado y ustedes han dado un buen tiempo de vuestra vida, sumen todas las reuniones, todo el tiempo y el que dedicarán todavía, y eso es justamente una oración enorme que llega hasta el infinito y conmueve al Señor. ¿Ustedes creen que son tantos aquellos que dejan sus comodidades en una noche fría de invierno, para dedicarse a pensar sobre, con el corazón, sobre Mi y a esperar la palabra que Yo puedo decirles? Cuando Yo les hablo así se los digo a ustedes, pero les estoy hablando a todos los hombres.

En la meditación se oyó que hay que ponerse en medio para tropezar con el prójimo y ustedes se ponen en el medio para tropezar conmigo y eso es lo que me alegra de ustedes. Que esto sirva para todos los hombres, que les sirva a todos los hombres que no hay mejor cosa que ponerse en el camino para tropezar conmigo.

Si gasto alguna lisonja con ustedes, es porque sé que eso no los va a envanecer ni mucho menos, en todo caso, es un decir: gracias, porque se suman a todos aquellos que quieren extender Mi Reino. Bienaventurados aquellos que, pierden el sueño, dejan su hogar, arriesgan tal vez muchas cosas en su familia para estar un rato conmigo, bienaventurados, bienaventurados, y al gastar lisonjas con ustedes lo hago convencido de que las mismas no le hacen ningún daño. Me gustaría hacerlo con muchos hombres, pero como dijeron en la meditación: viven razonándome con la mente pero no con el corazón.

Yo estoy ahora aquí presente, visible, pero estoy a lo largo de todo el día y hoy desde muy temprano y les puedo asegurar que por obra de ustedes, todos los que aquí llegan tienen un efecto multiplicador a donde regresan, sobre todo porque los que aquí llegan, la mayoría, son los que están en la cuneta de la vida, entonces déjenme que les diga con mucha emoción: bienaventurados porque…, antes que a otros le prestan atención a los que están en la cuneta de la vida, que en primera y última instancia, es por aquellos que Yo vine a la Tierra.

Habla Artemio:

… acostala, en el suelo, en el suelo ponele algo debajo de la cabeza, tapala con el poncho…

Dice Jesús:

Les repito Mis queridos: bienaventurados todos aquellos, que gastan sus días y sus horas, para estar de parte de los que están en la cuneta de la vida, porque Yo tomé vida en el cuerpo de la Virgen y vine al mundo por todos ellos.

Dice Nuestra Madre:

En este día, en que me citaron con la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, les digo que: todo aquello que han solicitado para ustedes y para los demás, la palabra del Señor ha sido afirmativa para todo.

No crean que la aparición de algunas cosas pueden distraer toda la gracia que hay sobre ustedes; además no se preocupen demasiado, acaso no dijeron antes, no hablaron antes del hermano árbol, de la hermana piedra, del hermano perro, de la hermana hoja que decía Francisco, ese es el mundo viviente, ese es el mundo que Yo quiero que ustedes rescaten dentro de ustedes mismos.

Están tan influenciados por creer que las cosas del Señor deben hacerse en orden y en silencio, que cuando pasa algo así se sienten como un poco mal, porque delante del Señor pudieron pasar algunas cosas, tengan y entren dentro de una libertad natural de todo lo que acontece, porque todo es obra del Señor, acaso Mi Hijo les dijo que: “ni un cabello de vuestra cabeza caerá sin Mi permiso”, entonces, entonces ¿qué temor pueden tener a las cosas que pueden pasar?.

Toda la gracia que ha hecho descender el Señor sobre ustedes y sobre todos los que ustedes han pedido, conmueve los Cielos y la Tierra y si me permiten una expresión tal vez vulgar: diré que hay sobre todos los continentes un hervidero de amor. Yo también les digo: bienaventurados, porque pueden producir estas cosas y cuando alguien lea o medite estas reflexiones, piensen que ustedes han realmente descubierto quién es vuestro prójimo.

Amén.

Fundación Jesús de la Misericordia y Corazón Inmaculado de María  |  Aprobada por Res. 139 A - Gob.de Córdoba – Sec. De Justicia – Dir.de Ins.de Pers.Jur.  |  Dirección: 9 de Julio 1162  |  Teléfono: 03537 – 431197 - 2553  |  Justiniano Posse – (Cba.)