Mensaje del 20 de Marzo de 1999

No hace falta decir lo que ya dije muchas veces, que parezco un personaje más que secundario dentro de lo que se dice en las Sagradas Escrituras, etc., tanto es así que hay montones de personas que no saben que soy el Padre Adoptivo de Jesús, no quiero hablar de Mí, solamente decir lo que es, que también eso es humildad.

Mensaje del 20 de Marzo de 1999

Habla Artemio:


Desde hace un buen rato Jesús está acá como Jesús de la Misericordia y han caído así sobre todos, el piso y todo y han golpeado también vuestras cabezas, rosas, muchas rosas rojas, que el Señor dijo que son el símbolo de su Pasión en esta Cuaresma, muchas rosas rojas y los Ángeles se entretienen en armar ramos con dos, tres rosas, las huelen, se las dan a oler a los otros como los chicos hacen a veces. La Madre Teresa, San Martín, San Artemio, tienen una rosa en la mano cada uno y también está San José, pero San José tiene en su brazo derecho una enorme vara de azucenas blancas. Jesús hace señas que hable San José, que hermoso gesto, es su Padre no, Padre Adoptivo, pero Padre al fin, qué hermoso gesto, hizo con la mano señas para que hablara primero él, qué maravilla.

Dice San José:

Celebro por todas las veces que se me ha nombrado, haciéndole conocer a al gente que no me conocía, como el Padre Adoptivo de Jesús y efectivamente, mucha gracia había en todo eso y me gustó sobre todo el cariño con que se me nombraba.

No hace falta decir lo que ya dije muchas veces, que parezco un personaje más que secundario dentro de lo que se dice en las Sagradas Escrituras, etc., tanto es así que hay montones de personas que no saben que soy el Padre Adoptivo de Jesús, no quiero hablar de Mí, solamente decir lo que es, que también eso es humildad.

Yo primero no entendí, después el Ángel me lo explicó y entonces fui a buscar a María que hacía ya un… (se dio vuelta la cinta)…, que estaba de Isabel trabajando y en adelante toda mi vida fue un vivir para Jesús, protegiendo primero a su Madre de todo, preocupándome por su buen nacimiento, defendiéndolo de todas las cosas que podían perjudicarlo, huyendo a Egipto cuando Herodes Antipas quiso destruirlo y mató a tantos niños, luego volviendo de aquél lugar donde nada me recordaba lo que yo había amado y me dediqué dentro de mi oficio de carpintero a criar a Jesús. Desaparezco por allí yo en las Sagradas Escrituras, pero ya en una oportunidad tanto mi Hijo, como yo, les hemos relatado todos los pormenores o muchas cosas por lo menos de ese tiempo, del crecimiento de Jesús niño, Jesús adolescente y Jesús adulto, cuánta riqueza que hay allí para explotar en todo ese tiempo en que vivimos con María y Jesús, cuánta riqueza, que daría hermosas normas para los seres humanos de cómo se cría un niño, porque yo no hacía lo que quería sino lo que el Señor me inspiraba, porque estaba criando nada menos que a su Hijo.

Hermoso sería ponerse de rodillas, pedir todo lo necesario al Espíritu Santo, para que vaya dictando todos los pormenores de esa vida, de esa vida diaria en la carpintería, que fueron los años en los cuales yo dialogaba largamente con Jesús. Nunca nadie se ocupó de analizar qué pude hablar con mi Hijo, nada que no me lo dictara el Padre, entonces que alguien recoja el guante y se ponga a trabajar en lo que podría ser la vida de Jesús y su Padre Adoptivo.

Yo los amo a ustedes mucho, ¿qué otra cosa podría hacer teniendo en cuenta todo lo que ustedes hacen?. Soy de poco hablar, pero estoy siempre disponible, tan disponible que hasta me encargué de que en lugar de las medallas, ayer aparecieran muchas medallas mías y que yo sepa, vos no las habías comprado, vinieron mezcladas con las otras y dejémoslo ahí, pero en tanto ayer, un montón de personas se fueron con la efigie mía y del Niño, serán pequeñas cosas para quien todo el día ve un montón de cosas, pero para aquél que se le dice: te doy una medalla donde está San José que es el Patrono del trabajo, otros dicen que soy el Patrono de las cosas perdidas también y también el Patrono de una buena muerte, pero la cuestión es que se fueron con mi imagen y en esas pequeñas cosas a veces se ve la grandeza de un montón de cosas, aunque yo en esta casa siempre fui un personaje memorable, por un lado porque alguien se llamaba de la misma forma, pero también por otro porque hubo siempre una tremenda devoción por mí, una tremenda devoción por mí. Yo no me olvido de todas las cosas, puede que el mal y otros pensamientos hagan mucho ruido, pero piensen lo que es que yo en este día aparezca y diga: mi estada aquí no es de algunas veces nada más, yo viví desde siempre en esta casa, gloria a Dios por todo eso, gloria a Dios, gloria a Dios.

Habla Artemio:

Jesús tiene una tremenda sonrisa hoy en la cara, está como Jesús de la Misericordia y enceguece realmente todos los rayos que salen de su Corazón.
Parecería que Él está gustoso que nos empapemos de su Luz y además Él tiene la impresión de que en este momento es como si estuviéramos viviendo ya del otro lado en la Bienaventuranza Eterna, porque hay un conjunto de personas, de almas que están gustosas de recibir el calor, la luz, o saber simplemente que yo estoy aquí presente.

Dice Jesús:

Yo les pregunto, cuando más luego, mañana, pasado, enfrenten todas las cosas de la vida, una lucha diaria que es dura, piensen: el Señor me bañó con todo el amor que salía de su Corazón, hasta perdían las fuerzas por tanta fuerza que salía de Mí, entonces digan: ¿qué me puede faltar?, ¿qué me puede faltar, si he sido bañado, si he sido quemado con la Luz del Señor que sale de su Corazón?, ¿qué me puede faltar, qué?.

Habla Artemio:


Volvió a caer un montón de rosas rojas y hacen hasta ruido cuando golpean en el suelo esos pimpollos tan gordos, si aguzan los oídos lo van a oír.

Dice Nuestra Señora:

Hoy has hecho referencia a esa señora que me vio en el pasillo, pero no es solamente ella que me vio sino otras personas también que por temor, porque creen que a lo mejor tuvieron una ilusión óptica, o porque directamente quieren callar, pero hay varias que ya me han visto, varias personas y como no es normal eso o no es común, entonces lo guardan como una joya preciosa en su corazón.

Cuando empezó todo esto Mis queridos, Yo diría cuando empezó oficialmente, porque Yo a tu madre me he presentado montones de veces y en los últimos tiempos Yo como Virgen Niña la cuidaba, ella era tan humilde que callaba y una o dos veces lo dijo nada más, pero Yo la cuidaba. Entonces, las apariciones de las que hablo, diríamos sería oficialmente porque lo otro era muy común en la vida de tu mamá, muy común y había tanta humildad en ella, que guardaba silencio y no decía nada. Pero cuántas penas Yo borré de su alma con Mi presencia, cuántos dolores saqué de su vida con Mi presencia, es por eso que ni bien ella cerró sus ojos, enseguida Yo la puse a Mi lado porque cómo no iba a llevar inmediatamente a Mi lado a quien había cuidado siempre. Esto no quiere decir que solamente ocurra acá, en otros lugares también ocurre, ahora estoy hablando de acá.

¿No les gustaría que les explicara por ejemplo qué pasó hoy en Medjugorje?, les interesaría porque viene de Mí, pero tanto no les interesaría, Medjugorje está lejos, el pasillito de la entrada está ahí afuera nomás, me entienden ¿no?, ¿entienden?.

Yo, Mis queridos, quisiera un trato más familiar conmigo, hay demasiado respeto y reverencia, Yo quiero más confianza, Yo quiero que me llamen con más asiduidad, Yo quiero que me tengan mucho más en cuenta para todo, Yo quiero que sean mayores propagadores de todo lo que Yo represento, más confianza Mis queridos, más confianza, con una Madre no se la puede tratar como si estuviera lejos, a una Madre hay que tratarla como eso, como una Madre. Entonces a cada instante, así como el niño tiene en su boca: mamá, ustedes también me van a hacer muy feliz con eso.

Que este Mensaje dirigido a ustedes en forma particular, también es dirigido en forma general a todos los hombres, para que adquieran conmigo una confianza de hijo y de Madre, siempre, no tanto con palabras rebuscadas ni ensayando no sé qué cosas, no, háblenme simplemente como le habla un hijo a su madre, así simplemente, cuéntenme sus dudas, sus dolores, sus angustias, cuéntenme las penas que tienen, cuéntenme qué es lo que quisieran, cuéntenme de vuestros hijos, de vuestros nietos, cuéntenme, cuéntenme lo que se les ocurra, todo a Mí me interesa, no necesariamente tienen que estar rezando, estén siempre contándome cosas, que también es una forma de rezar. Eso es lo que me duele cuando se reza el Rosario, se despersonaliza todo, en vez de decir: Dios te salve María, llena eres de gracia...”, pensando en Mí como un hijo para con su madre, se repite casi mecánicamente, no, así el Rosario a Mí no me gusta, no sirve, no me sirve a Mí, para nada.

Quiero más confianza de ustedes para conmigo, llámenme, díganme, cuéntenme, lloren conmigo, no les va a costar mucho hacer un esfuerzo para ver que estoy a vuestro lado siempre.

Dice la Madre Teresa:

Si yo no hubiese tenido el amor de María en mi vida, otra sería mi historia, yo fui muy mariana y María fue la que me alentó, la que me sacó de los pozos en que estaba a veces de tristeza, fue la que me dio fuerzas para enfrentar a los poderosos de la Tierra y hacerlos temblar, ¿o qué creen ustedes, que una mujer tan diminuta y simple como yo, con un hábito y con un título de monja cristiana, hubiera podido hacer tantas cosas y conmover a los poderosos de la Tierra con mi presencia, si no hubiese sido mi Madre, la Virgen María, la que me hubiera dado toda esa fuerza?, ¿qué creen ustedes?, cuando todo el mundo se puso de rodillas cuando yo hablé de la vida al entregarme el Premio Nóbel de la Paz, ¿quién creen que me dio toda la fuerza?, ¿quién cree por casualidad que esa fuerza que salió de mis labios e invadió hasta los rincones más lejísimos de la Tierra, quien me dio toda esa fuerza?, mi Madre, la Virgen María.

Éramos como dos hermanas, ella me decía y yo le decía y a veces hasta hacíamos comentarios juntas de las cosas más comunes y simples, es que ella antes de que su Hijo la nombrara Co Redentora, era una mujer simple y común, que pelaba papas, que cocinaba la carne, que revolvía los guisos exactamente como ustedes, ¿o qué creen, que esas pequeñas tareas no son tan maravillosas como otras muy grandes delante de los ojos del Señor?, ¿acaso en ello no está el sustento y que permite los pensamientos más hermosos, nutridos con un simple guiso de porotos?.

Mis queridos, vean la vida así, todo se vuelve diferente y ya el Cielo lo pueden vivir aquí en la Tierra, vivan así, ya el Cielo se les anticipa aquí si viven de esta forma, eso es lo que llamamos Santidad. Vamos, anímense a vivir de esta manera, donde ya no haya límites entre la Tierra y el Cielo, ningún tipo de límites, porque si los hay, ustedes lo ponen.

Dice San Martín de Porres:

Entre mis devociones preferidas estaba la de San José, ¿quería menos a los otros Santos?, no, pero San José era el Padre de Dios, el Padre Adoptivo, el que tuvo que hacer toda la tarea humana con Él, ¿no les parece que entre todos los Santos merece más consideración?, no por eso se disminuye la consideración a los otros, pero no es lo mismo hablar del Padre Adoptivo de Jesús que de otro Santo.

Entonces mis queridos, que desde ayer y hoy, San José pase a ser alguien muy importante en vuestra vida, muy importante, ¿tanto como María?, no, porque se equivocarían los términos, pero tremendamente importante. La devoción a San José no debe faltar en nadie que se precie de cristiano y háganlo correr, háganlo saber, díganselo a la gente, díganselo, regalen una imagen mía, regalen alguna medalla mía o simplemente ¿eh?, ya a los niños, Jesús, José y María ¿eh?, aquellas cosas que se decían de niño, ¿por qué no las dicen todavía?, Jesús, José y María.

Dice San Artemio:


Como ustedes pudieron ver todos los conceptos que fueron vertidos hoy en esta aparición, yo diría que son todos un poco revolucionarios, o al menos rompen las estructuras a las que estaban acostumbrados, muchos, no ustedes. Han visto que hoy todos han roto moldes, ¿se dieron cuenta?, y eso es lo que hay que hacer mis queridos, romper moldes que ya no sirven, caramba como dijo San Martín, si, yo entiendo que San José fue el Padre Adoptivo de Jesús, pues bien, debo gritarlo si los demás no lo saben y debo empezar como dijo Martín, ya empezar a los niños decirles quién fue José, ¿no les parece que con San José hubo muchos olvidos que no son fácilmente perdonables?.

Atiendan, sépanlo, en la vida hay algo que es terriblemente importante y es tener el criterio para ubicar las cosas y las personas, no puedo yo nombrar y decir: San José, que decir: San Miguel, que decir: San Juan, no, me estoy refiriendo al padre adoptivo de Jesús, hay que tener el criterio suficiente a esta altura de la vida, para ustedes y para todos de descubrir aquellas cosas que tal vez alguien nadie antes descubrió, o bien descubrió y no se animó a decirlo porque alguien antes no lo había hecho.

Pues bien, si yo entiendo que José es el Padre Adoptivo de Jesús, pues bien lo grito a los cuatro vientos, ojala que a este o a otro no le guste, porque en primera y ultima instancia ¿con quien tengo que quedar bien yo?, con el Señor, porque quien no amontona con Jesús, desparrama, y perdonen mi tono, ocurre que la mayor parte de mi vida fui militar, pero hablar en voz fuerte y decidida y rápida, pienso que no es ninguna cosa mala, en todo caso, es la diversidad de personas y de Santos que pueden existir, además creo que pueden estar orgullosos de mí, porque todo lo que hice en mi vida lo ratifiqué con mi muerte, fui muy contento para que me cortaran la cabeza, muy contento fui, por mi Dios y mi Señor, y sin embargo yo estaba en la vereda del frente antes y después, ¿vieron?.

Mis queridos, hay que tener la valentía de gritar el nombre del Señor, pero hay que hacerlo con criterio y no a ciegas, hay que hacerlo oportunamente y cuando corresponde, en el momento preciso, oportuno y necesario, porque si las cosas no se dicen en el momento oportuno, están a destiempo y no sirven.

Consideren todas las palabras de hoy como si rompieran todos los esquemas a los cuales estaban acostumbrados, todos, es decir, yo puedo muy bien mirar qué dice éste teólogo, el otro, el otro, pero no puedo dejar de pensar que si el Señor me creó a mí, en consecuencia yo, inspirado por el Espíritu Santo puedo hablar tanto o más que cualquier teólogo y con mayor profundidad y tal vez con más gusto para el Señor. Nadie se considere menos para hablar del Señor, considérense poco cuando no lo aman lo suficiente, pero si lo aman, hablen de Él, griten su nombre y no se los dice ningún cobarde, se los dice alguien que fue para que le cortaran la cabeza por su Dios y su Señor.

Amén.

Habla Artemio:

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor... (se terminó la cinta)... .