Mensaje del 18 de Junio de 1998

Que quede esto como un Mensaje para todos los hombres de la humanidad, cuando alguien hace hasta el más mínimo gesto por su hermano a Mí me lo hacen.


Mensaje del 18 de Junio de 1998

Habla Artemio:

Hoy es 18 de Junio.

Señor, nosotros te alabamos, te glorificamos, te damos gracias Señor porque alguien que estaba aquí..., gracias Señor, gracias Señor y ayúdame, protégeme para que nunca me pase esto porque nadie está libre de esto. Ven Señor Jesús, ven, ven Señor Jesús, ven, no nos alcanzan todas nuestras fuerzas para alabarte Señor entonces ponemos todas las hierbas del campo, todos los pájaros, todos los animales, todo lo que tiene vida sobre la Tierra y lo que no tiene para que entone un himno de alabanza Señor, porque siempre tu amor triunfa Señor y eso debe ser así, por eso cuando vemos en el mundo cosas que no nos gustan, que nos parecen feas pensemos enseguida: Dios triunfará, Jesús pondrá su mano y el Espíritu Santo su inspiración para decirnos donde debemos ir y de acuerdo a la palabra que hemos oído debemos estar siempre vigilantes porque la muerte puede llegar a nosotros como ladrón en la noche.

Por eso Señor, quedate con nosotros, te decimos lo mismo que te dijeron los Discípulos en el camino de Emaus cuando vos ibas con ellos y ellos no te conocieron y vos te interesaste Señor preguntándoles: ¿qué es lo que están hablando?, y los Discípulos dijeron: pero ¿cómo no sabés lo que pasó estos días?, sos el único en toda la región que no lo sabe, el Cristo ha muerto y después su sepulcro quedó vacío, por eso que todos estamos esperando su regreso, entonces al llegar a un lugar en que los Discípulos iban a entrar al pueblo Jesús hace un ademán como para seguir caminando por el camino y los Discípulos aún sin conocerlo le dicen: “vení, quedate con nosotros porque ya anochece y la noche está cargada de peligros”, entonces Jesús inmediatamente entró a quedarse con ellos y eso es lo que hacemos Señor esta noche dependiendo de las palabras del Evangelio, te pedimos que estés siempre con nosotros Señor, quedate con nosotros, queremos tenerte en nuestro corazón siempre Señor, como dijeron ellos: ya anochece y la noche está cargada de peligros, ellos no sabían que eras vos Señor pero estaban intuyendo algo por supuesto. La noche está cargada de peligro, es decir, toda la vida del hombre está cargada de peligro, por eso Señor vení a quedarte con nosotros siempre y en esta noche en que nos hemos consagrado a los Corazones de Jesús y de María te pedimos Señor que no mires todo lo pequeño que nosotros somos, somos pequeños gusanitos que caminamos sobre la Tierra, tan pequeños, tan chiquitos que cualquiera podría pisarnos y desaparecer pero Señor si vos nos llamás por nuestro nombre somos inmensos Señor y si vos venís a habitar en nuestro corazón Señor entonces ya toda la alegría es nuestra y toda la felicidad la hemos acaparado nosotros.

Ven Señor, ven a nuestros corazones porque queremos tenerte junto a nosotros siempre, en las buenas y en las malas, a veces en las malas como hemos dicho esta noche es cuando más se demuestra Señor nuestra fraternidad porque los problemas del hermano pasan a ser nuestros propios problemas, en eso reside el Cuerpo Místico tuyo Señor y todo esto, esta forma nuestra de reunirnos en pequeños grupos aquí y en tantos lugares, en tantos pueblos que se reúnen a la misma hora nos hacen recordar los primeros tiempos de la Iglesia, cuando calladitos y en silencio se reunían en las casas de algunos sin llamar la atención de nadie para estar en contacto tuyo Señor y no nos importa el ruido ni nos importa tampoco que nos vean, nada, lo que nos importa es que vos estás con nosotros Señor y también está con nosotros tu Madre Señor. Ven a nuestro corazón Señor, ven, ven Señor y habita en nuestro corazón como dice el Evangelio: “y entraré en los corazones y cenaré con ustedes”, es decir, compartiré el mismo pan.

Qué pueden importar los dolores, los sin sabores, los momentos duros, difíciles, la vida diaria, con su lucha tan tremenda, qué puede importar todo eso si te tenemos a vos Señor en nuestro corazón, ¿qué puede importar?, qué puede importar cerrar los ojos en la almohada y dormirse en paz porque sabemos que vos estás siempre con nosotros Señor, esta noche expresamente nos hemos consagrado y hemos consagrado a todos los hombres del mundo a tu preciosísimo Corazón y el Corazón de tu Madre, ahí donde vos tuviste origen un día para tomar carne y ser un hombre, porque antes Señor cuando hablábamos de Dios no podíamos darle forma Señor, pero al hablar de vos sí porque vos tomaste carne en el cuerpo de una mujer, María, la Virgen, tomaste cuerpo en la Virgen María y te hiciste hombre y entonces ya la idea de Dios muy lejana es sin forma, tiene la forma de un hombre, que está o que es a nuestro imagen y semejanza, entonces mis dolores puedo compararlos a los tuyos y mis lágrimas a las tuyas y mis alegrías a las tuyas y todo lo que me pasa Señor en el día puedo compararlo a tu paso sobre la Tierra porque a tu naturaleza sobrenatural estaba tu parte humana que sentía, amaba, se cansaba, se enojaba, como nos pasa a nosotros.

A veces diciendo palabras muy suaves como cuando hablás en la Bienaventuranza que decís. “bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la Tierra”, sin embargo sos el mismo que al entrar en el Templo armás con unas sogas unos látigos y sacás a los mercaderes a latigazo limpio, muy enojado diciéndole palabras tremendas: h..., esa es la traducción del original griego de la Biblia, “han profanado la casa de Mi Padre”, el Evangelio dice: “raza de víboras”, pero la traducción original es: “h..., han traicionado, han convertido en un negocio la Casa de Mi Padre”, el mismo Jesús que decía las Bienaventuranzas es el que toma un látigo para castigarlos o al menos para asustarlos y así somos nosotros Señor porque estamos hechos a tu imagen y semejanza, por eso Señor al tenerte cerca nos es más fácil quererte porque tenés formas humanas además de divinas, sabemos que perdiste sangre, que te golpearon, que te apalearon, que sufriste y que has muerto en una cruz por mí, por cada uno de los otros. Entonces Señor eso que dije antes de pequeño gusanito ya tengo que cambiarlo porque si un Dios de amor se deja colgar en una cruz para morir por mí, por cada uno de nosotros ya no soy un gusanito, sino que soy una persona y vos me amás Señor, por eso viniste a traerme todo lo que me trajiste. Yo te agradezco Señor y después cuando te fuiste corporalmente nos prometiste enviarnos el Espíritu Santo para que siempre nos inspirara si nosotros así lo queríamos o lo queremos todas las cosas. Es decir, si nosotros te ofrecemos nuestra libertad, nuestra voluntad libre ya no hablamos nosotros sino que vos sos el que hablás en nosotros a través del Espíritu Santo. Todas estas conmemoraciones que vivimos en estos domingos pasados, el día de tu Misericordia, después la Ascensión, luego Pentecostés, la venida del Espíritu Santo, luego la Santísima Trinidad, este último domingo el cuerpo y la Sangre tuya, es decir, lo que nos dejás como recuerdo para que siempre te tengamos con nosotros, si así lo queremos y justamente esta noche nos hemos consagrados todo a tu Sagrado Corazón y al Sagrado Corazón de tu Madre.

Por eso Señor nos sentimos felices, estamos contentos porque te amamos Señor y sentimos hasta en nuestra piel Señor el amor que vos nos sentís a nosotros y el amor que tu Madre tiene por nosotros y en esa reciprocidad de afecto que hay entre vos y nosotros tal vez esté toda la razón de ser de nuestra vida, yo ya no vivo sino que Cristo vive en mí como decía San Pablo y si Él vive en mí yo todo lo puedo, es cuestión que me dejen inspirar por Él nada más porque el Espíritu Santo tomará mi palabra y dirá, dirá todo lo que conviene y corresponde.

Gracias Señor, gracias porque nunca nos cansaremos de repetir que un Dios de amor se hace carne en el cuerpo de María, crece y muere en una cruz y derrama su sangre por nosotros para pagar todas nuestras culpas, gracias Señor, gracias Señor, gracias, alabado seas Señor, alabado seas Señor, alabado seas Señor, alabado seas Señor, alabado seas Señor, alabado seas Señor, glorificado seas Señor, glorificado seas Señor, porque vos vivís Señor, vos Jesús estás vivo, vos Jesús estás vivo, estás vivo, la cruz solamente me recuerda que allí te mataron pero vos estás vivo, estás en mi corazón, estás a mi lado, estás en todo lugar, gracias Señor, gracias, gracias porque qué sería de mi vida si no te tuviera Señor, qué sería de mi vida si no tuviera el amor de tu Madre Señor que continuamente nos está abrazando con su Corazón lleno de amor, con la llama de amor que sale de su Corazón, qué seríamos Señor nosotros sin tu amor, qué seríamos, pero como te tenemos Señor nos sentimos grandes, inmensos, pero al mismo tiempo humildes, serviciales, comprendemos todo, entendemos, nos ubicamos y tomamos todas las cosas naturalmente Señor porque sabemos que vos estás siempre en nosotros y en medio de nosotros, qué hermosa es nuestra vida así Señor, que hermosa Señor es la vida porque vos estás vivo entre nosotros, algunos pueden verte Señor, otros no, pero pueden sentir Señor tu aroma, tu aliento, pueden sentir tu presencia a cada instante, a cada instante, a cada instante. Ven Señor Jesús, ven, si tienes algo que decirnos Señor, ven Señor Jesús.

Y Jesús ya está entre nosotros, está entre nosotros junto a su Madre, San Benito Abad, San Benito de Nursia y la Madre Teresa. El Señor está vestido, el que puede verlo, como el Sagrado Corazón, es decir con su túnica abierta mostrando su Corazón y con la otra mano, con la izquierda muestra su Corazón y con la otra la tiene levantada como en un gesto de abrazarnos a todos, la Virgen también tiene los dos brazos extendidos como para abrazarnos, San Benito mira a todos con mucha atención y la Madre Teresa también.

Dice Jesús:

Gracias hijos Míos por toda esta noche que me han regalado, lo mismo piensa Mi Madre y estos dos Santos que me acompañan porque cuando se le tiende una mano al hermano, a Mí me la tienden, cuando alcanzan una copa de agua a un hermano a Mí me la alcanzan entonces gracias hermanos, gracias, gracias por atenderme tan bien en el que necesita, gracias hermanos, han tenido, han tenido la condición de conmoverme esta noche.

Que quede esto como un Mensaje para todos los hombres de la humanidad, cuando alguien hace hasta el más mínimo gesto por su hermano a Mí me lo hacen. Repito Mis queridos hermanos, cuando alguien de ustedes hace hasta el más pequeño gesto, actitud o acción por su hermano a Mí me lo hace, que esto sirva como un principio de orientación para todo porque es la más grande de las lecciones de amor que se puede dar.

Dice Nuestra Madre, la Virgen:

Durante todo el día me estuve paseando por aquí de la gente que iba y venía, no vi en todos la misma fe, pero sí tenían fe y eso me reconforta porque todo aquél que llegó con fe a buscar la palabra del Señor irá, se irá con una respuesta del Señor, entonces más allá de lo que ustedes pueden calcular las sanaciones se hacen en masa, es decir a montones, por ejemplo en el acto tan maravilloso que han realizado al consagrar a todos los hombres de la Tierra a los Sagrados Corazones de Mi Hijo y Mío.

Por eso... (se corta la grabación)..., no hace falta que diga tantas palabras, cuando los hombres entiendan definitivamente lo que es consagrarse a los Corazones de Mi Hijo y Mío entonces han entendido lo fundamental porque el corazón es el centro del ser, ya sé que es físicamente una bomba pero el corazón representa el centro del ser y ustedes han consagrado a todos los hombres de la Tierra y ustedes se han consagrado al Corazón de Mi Hijo y al Mío, que hermosa actitud, que hermosa devoción, no saben cuánto me regocija esto que han hecho.

Por eso, que los amo profundamente y cuenten siempre con todo el amor que se desprende de la llama de Mi amor Inmaculado.

Dice San Benito:

Nunca olviden que el Señor me ha dado el poder para interceder delante de Él en todas las situaciones como ustedes han vivido esta noche, e incluso yo estuve presente antes, por supuesto que todos pueden interceder pero el Señor me ha dado ese privilegio de interceder especialmente delante de Él para situaciones como estas, no lo olviden nunca y acuérdense si pueden de tener siempre una imagen mía sobre vuestro cuerpo, eso significa que intercederé continuamente delante del Señor para evitarles todo mal.

Dice la Madre Teresa:

Qué puedo agregar yo después de todo lo que he visto, yo sé que ustedes entienden muy bien la obra que mis Hermanas y yo hemos realizado en lejanas tierras, les falta tal vez el contexto físico de ver rostros sufrientes o algo por el estilo pero vuestra realidad diaria la asumen exactamente como lo hacíamos mis Hermanas y yo. Bienaventurados todos porque han colmado esta noche mis expectativas, es por eso que si antes no me alejaba nunca de este lugar mucho menos lo haré de ahora en adelante.

Los amo, los amo, los amo.

Habla Artemio:

Hago silencio porque el Señor me está diciendo cosas en privado.

Nosotros te agradecemos Señor todo esto y yo personalmente te agradezco que me hayas hecho acordar varias cosas que tenía que preguntarte y ni por casualidad las tenía en cuenta, es decir Señor esto hace que uno te tenga una inmensa confianza porque vos estás viendo siempre más allá de lo que vemos nosotros y te adelantás a todo cuando uno se entrega en tus brazos y te deja entrar en el corazón.

Jesús dice para despedirse que los bendice a todos muy especialmente y también bendice a siete generaciones que vendrán y aclara que al decir siete generaciones es un número que significa todas, Jesús agrega que aunque ustedes lo olviden, no lo tengan en cuenta y las personas que son vuestros hijos y todos vuestros parientes aunque nunca lo sepan tienen esa bendición de Mi parte.

Amén.

Habla Artemio:

El Señor se ha ido por el pasillo, la Madre Teresa, la Virgen y San Benito.

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor.

 

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