• CAPILLA ABIERTA TODOS LOS DÍAS

Mensaje del 26 de Agosto de 1998

Entonces el acto supremo de Misericordia estaría en la cruz, es decir en derramar la sangre por los hombres de todos los tiempos, pasado, presente y futuro, ese sería el acto más grande que se renueva cotidianamente cuando..., cuando cotidianamente Mis heridas siguen sangrando, porque una cosa es derramar sangre una vez y otra cosa es hacerlo durante dos mil años y seguir haciéndolo, ¿y por qué, para qué todo eso?, para cada uno de ustedes, para cada uno de los que pueblan la Tierra, ya sea el que está preso por matar a cinco o a diez, el violador más corrupto, más perverso, el anciano más venerable o más rezongón, por todos...


Mensaje del 26 de Agosto de 1998

Habla Artemio:

Señor Jesús, yo digo esto y también digo lo que decía San Pablo, veo todas las cosas como deben ser pero a lo mejor hago las malas o el poeta latino que decía: “veo lo mejor y lo aplaudo y practico lo peor”, muchas veces nos pasa que teóricamente hacemos bien las cosas y después en la práctica no sé qué pasa ¿no?, pero el Señor entenderá que somos humanos y que cualquier brisa nos mueve el piso y somos como hojas del otoño que el viento lleva y trae siempre por todo lo que va pasando y somos seres humanos, no hay vuelta, en Jesús lo vemos que su naturaleza humana sabiendo por ejemplo que Lázaro iba a resucitar Él llora la muerte de su amigo, humanamente llora la muerte de su amigo, Él sabía que iba a resucitar Lázaro, entonces esa entre tantas cosas ¿no? que sea un aliciente para cuando nos equivocamos o si bien no nos equivocamos pero protestamos, rezongamos, hacemos tantas cosas a veces que no están a la altura de uno ¿no?. Es decir, tolerarse, darse permiso de que a veces somos un poco tontos al razonar, al decir las cosas, además ya que hablamos de San Agustín recién, San Agustín decía que a veces pasa toda una vida y hay muchas zonas dentro de nosotros que no son cristianas, habría que pensarlo eso.

Bueno, Señor yo te alabo, te Glorifico, yo tomo la voz de todos los hombres del mundo Señor para decirte gracias por todo lo que nos has dado, Señor yo te doy gracias porque ya en el comienzo de todos los tiempos me amabas Señor y después al pasar los milenios siempre amándome me amaste en el seno de mi madre y me llamaste por mi nombre. Señor, es cierto que tengo que agradecerte todo lo que me rodea, todo lo que tengo, todo lo que soy, poquito o mucho, tengo que agradecértelo Señor pero sobre todo tengo que agradecerte que amaste siempre Señor. Es cierto que el amor es lo más escaso que hay sobre la Tierra Señor, porque como dijimos tantas veces: el hombre está dispuesto a creer en un milagro antes de amar aunque sea un poco a su semejante, a su hermano; es decir le es más fácil creer en un milagro que es algo tremendo de algo tan simple como amar a un hermano pero sin embargo no lo hace; entonces tal vez el amor sea lo más difícil que hay porque nos cuesta, ¿por qué nos cuesta?, porque no hay humildad en nosotros, no hay entrega.

Ahora, Señor, reconocé también que en la entrega uno va perdiendo los pedazos ¿no? porque vos mismo lo dijiste: para ganar la vida hay que perderla, si el grano de trigo no cae a tierra y muere no nace la planta para que de una espiga llena de granos. Señor entonces, eso que es lo más escaso que hay sobre la Tierra en vos Señor sobreabunda, sobreabundó siempre, desde el comienzo de todos los tiempos, sobreabundó siempre porque vos me amaste Señor, me amaste siempre y me asegurás que me amaste siempre y que me llamaste en el seno de mi madre por mi nombre porque me amabas Señor y yo aunque viva una eternidad en la Tierra, por más que haga cosas nunca podré pagarte ni siquiera un poquito de todo el amor que me tuviste siempre Señor, ahí está toda la cuestión fundamental de nuestra vida, si pudiéramos Señor amarte un poco de todo lo que vos nos amaste siempre. Nosotros vemos a veces cuando amamos a alguien, un chiquitín nomás ¿no es cierto? o que nos aman a nosotros parece que ese momento tocamos el Cielo con las manos ¿verdad? y es un poquitito, chiquitito, es una miguita ¿verdad? y pensar que nosotros desde el comienzo de todos los tiempos, no una miguita, el pan entero tuvimos del Señor, el pan entero.

Entonces, parecería que uno mira hacia adelante y no alcanzarían los días para devolver aunque sea un poco de todo ese amor que el Señor me dio y me tuvo siempre, ustedes dirán: ¿a todos el Señor amó y ama?, algunos creen que no porque en la vida a todos no les va de la misma manera, ¿pero qué ocurre?, yo no puedo achacarle a Dios lo que me hicieron los demás hombres, a Él le habrá dolido tanto como a mi cuando me hacían daño ¿mmm?, pero eso no quiere decir que Él no me amaba, ¿y entonces por qué lo permitía?, es que Él a todos le dio libertad para hacer las cosas, entonces Él tenía que estar allí como mirando y acompañándome en mi dolor y sufriendo como yo sin poder cambiar la realidad, porque lo que decíamos al comienzo por nuestra libertad, qué fácil sería si nos mandaran: acá, allá, más allá, todo ordenado, ¿qué sentido tendría el amor?, el amor es una fuerza espontánea que sale de adentro y se identifica con la otra parte que puede ser el Señor o puede ser un semejante o puede ser un animal o una planta o lo que sea, es algo que surge de mi propia libertad: yo decido amarte, quiero amarte, no sé si mucho o poco, no sé si en cantidades enormes o en una dimensión chiquitita pero yo quiero amarte ¿mmm?. Por eso muchas veces yo digo que para poder amar bien ¿no es cierto? hay que pensar que a un nivel de amor determinado no existe los sexos porque el alma no tiene sexo, no tiene, está a un nivel que no tiene sexo, así nos va a pasar cuando estemos del otro lado ¿mmm?; es decir, cuando nosotros lleguemos a entender esto vamos a entender bien que no vamos a tener ningún prejuicio en querer profundamente a todos sin ningún tipo de problemas ¿mmm?.

Me acuerdo en este momento, el Espíritu Santo seguramente me lo hace acordar cuando en la Última Cena Juan se recuesta sobre el pecho de Jesús y los Discípulos miran y dicen: “observen, miren cuánto se aman”, para una mente maliciosa ese amor podría haber sido pecaminoso pero a una altura de la vida espiritual eso era realmente sublime, que se vuelve a manifestar después en la cruz cuando dice: “Juan he a tu Madre, Madre he a tu hijo”, es decir era su Discípulo predilecto, tal vez por ser el menor, vieron que a los menos se los quiere más, parecería ¿no es cierto?, pero Jesús no ama de la misma forma a Pedro, a Santiago que a Juan ¿verdad?, porque parecería que con algunos tenemos más afinidad que con otros, parecería que hay una sintonía mayor entre algunas personas que en otras, entonces cuando se habla de que no es posible la amistad entre el hombre y la mujer porque siempre aparece otra cosa dicen muchos, es una real mentira, porque si hay una vida espiritual intensa un hombre y una mujer pueden ser muy amigos y amarse mucho sin que se cruce ni por casualidad un pensamiento retorcido, ¿por qué?, porque a un nivel el alma perdió el sexo, se ve a la otra parte como mi hermano.

Este razonamiento sirve también para aquél que me odia por ejemplo y yo elevo la puntería, dejo el odio abajo y le amo en la dimensión de persona, no sé si me alcanzo a explicar como funciona esto según lo que uno pudo aprender a través del tiempo y de la práctica también ¿no?. Por eso Señor volvemos y rebobinamos, me amaste siempre Señor, me amaste desde el comienzo de todos los tiempos en el seno de mi madre, ya me llamaste por mi nombre, me amaste Señor en forma total y definitiva cuando derramaste tu sangre por mí Señor, porque vos derramaste tu sangre por mí entonces en ese momento tu amor fue lo más grande ¿eh? porque nada hay tan grande como dar la vida por un hijo, ese sentimiento está elevado a un nivel superior que el del matrimonio, ¿por qué?, porque en la pareja siempre hay algún interés creado, mientras que en la amistad no hay ningún interés creado, es gratuito todo.

Esto que decimos es sublime, entonces, Señor yo te agradezco que me hayas enseñado a amar con esta intensidad y de esta manera, vos me lo enseñaste, ahora ¿hasta qué punto yo lo practiqué?, no lo sé, por eso Señor enseñame cómo debo practicarlo, cómo debo vivir Señor todo esto para de alguna forma retribuirte un poquitito de todo eso que hiciste vos por mí, no solamente amarme toda la vida desde siempre sino además morir en la cruz por mí, derramar tu sangre por mí y la seguís derramando por mí Señor. Entonces yo estaría con vos con una deuda eterna de cuánto debo amar y si uno mira el día, todo a lo largo del día uno se da cuenta que es cierto, te amó uno, sí, en los demás, en cada uno, en la flor, en la planta que crece, todo, sobre todo en el semejante ¿no?, ¿pero fue constante?, ¿fue sin alteraciones o hubo una mezcla de broncas en algún momento en que se suspendió el afecto?, entonces quiere decir que no hay fidelidad porque la fidelidad es la constancia en los afectos, no puedo quererte hoy y mañana darte un garrotazo, jamás, no puedo amarte hoy y mañana decirte un insulto por muy enojado que esté y eso tengo que pensarlo, meditarlo, profundizarlo, es decir: yo quiero Señor ponerme un poquitito al nivel de querer devolverte algo si quiera de todo lo que me amaste.

Siempre por supuesto Señor que es un tema de nunca acabar, nunca acabar ¿por qué?, porque a medida que pasan los años, pasa el tiempo y uno pide más luces al Espíritu Santo más se va purificando nuestra forma de afecto, esto también tendría que compararse con no sé si anoche o el sábado cuando decíamos: ”si no se hacen como niños no van a entrar en el Reino de los Cielos”, anoche, entonces de esa forma aman los chicos, aman infinitamente, no se preguntan ni se responden por qué, directamente quieren, aman ¿mmm?, ¿me querés mucho mamá?, sí te quiero mucho, ¿me querés mucho hijo?, ¡uy cuánto te quiero!, entonces lo demuestran con un abrazo, con esto, con lo otro pero..., entonces la criatura lo tiene que ver en algo, si yo te amo mucho tengo que darte algo ¿no?, por ejemplo: oh yo te quiero mucho, y el chico te dice: ¿me trajiste el chocolatín?, claro el adulto no, pero el chico sí, ahora en eso es sincero, es genuino ¿mmm?.

Por eso, ahora eso de así como el chico pide un chocolatín nos está queriendo decir que el amor debe manifestarse siempre en un dar, hay que dar, dar, pero podemos decir: ay cuanto yo quiero tal cosa, no, no, yo tengo que demostrar mi afecto dándolo, no lo que me sobra sino lo que el otro necesita ¿mmm?. A veces me da un poco de pena cuando armo los paquetes para llevar por ahí ¿no? y uno dice: esto es un poquito, es todo lo que necesita la otra parte y vos decís: no, es que yo no tengo para darle todo lo que necesita pero uno al menos tiene que querer querer dar lo que el otro necesita, lo que a uno le sobra, en este caso no es sobra sino una forma de repartir lo poco que uno tiene.

Bueno Señor, en esta estamos, creciendo en el amor, es decir tratándote de ser dignos de todo lo que vos nos diste y poder retribuirte un poquito, siquiera un poquito y aquí vendría ¿no?: ¿en quién ese poquito?, y la pregunta es: ¿quién es mi prójimo?, ¿quién es mi hermano?, porque amar a los amigos lo hace cualquiera pero amar a alguien que te está destruyendo, no, ahí se prueba el amor verdadero, eso no quiere decir que el amor no debe ser exigente también ¿no?, exigente en el sentido de que uno no puede dejarse pasar por arriba también ¿no? tiene que preguntar: ¿por qué me estás pisando no?, bueno pero ese puede ser el tema de otro día.

Señor yo te pido que como siempre hacés vengas y nos des tus Mensajes Señor porque si bien hacemos toda esta introducción para ponernos en clima, la base de todo esto reside en recibir los Mensajes que vos nos das y que aunque me quede enormemente el traje tu Madre dijo que soy el Celoso Custodio de ese Mensaje y yo lo hago extensivo a todos los miembros del grupo, Celoso Custodio, nunca alcancé a entender bien eso pero espero algún entenderlo.

Entonces Señor si venís y nos hablás vamos a estar muy contentos. Sí, Jesús ya está acá entre nosotros como el Jesús de la Misericordia, está también su Mamá y la Madre Teresa. Habla Señor que tu siervo escucha y quiere ser un fiel intérprete de lo que vos digas, en estas Locuciones Íntimas Señor vos querés que mi disponibilidad te preste la voz para que vos puedas hablar.

Dice Jesús:

El tema del amor como fue planteado esta noche está muy bien, ahora Yo agregaría lo referente a la Misericordia donde se completaría todo el amor, ¿que sería o qué es la Misericordia?, es el amor en acción. Entonces, todo lo que hice Yo en los comienzos de los tiempos cuando Mi Padre creó todas las cosas y el Espíritu Santo revoloteaba sobre las aguas, desde ese momento el amor está prevaleciendo entre todos.

Ahora, a medida que pasan los milenios ese amor se va concretando cada día más, cada día más para hacerse Misericordia en la cruz, donde siguiendo lo que Mi Padre me ordenara debo aceptar la muerte de cruz para la redención de la especie humana. Entonces el acto supremo de Misericordia estaría en la cruz, es decir en derramar la sangre por los hombres de todos los tiempos, pasado, presente y futuro, ese sería el acto más grande que se renueva cotidianamente cuando..., cuando cotidianamente Mis heridas siguen sangrando, porque una cosa es derramar sangre una vez y otra cosa es hacerlo durante dos mil años y seguir haciéndolo, ¿y por qué, para qué todo eso?, para cada uno de ustedes, para cada uno de los que pueblan la Tierra, ya sea el que está preso por matar a cinco o a diez, el violador más corrupto, más perverso, el anciano más venerable o más rezongón, por todos... (se escucha mal)..., por la madre que lo lleva en su seno, todo sigue haciéndose de nuevo, cada mañana cuando el sol sale parece que dijera: que se haga todo otra vez, que se vuelva a repetir todo esto tan maravilloso.

¿Se preguntaron alguna vez si todo el dolor de derramar diariamente Mi sangre por ustedes me hace feliz?, es decir ¿si el dolor de derramar Mi sangre me hace feliz?, sí, , me hace feliz, porque es una forma de decirte: hijo Mío... (se dio vuelta la cinta)..., hijo Mío te amo, estoy vivo y así como te amé un día te sigo amando y al derramar Mi sangre te lo estoy demostrando a cada instante. Ahora, Yo no te reprocho Mi querido que me ofendas pero tené presente que cada ofensa tuya, es decir de cada hombre, son más martillazos en los clavos de Mis manos y Mis pies, es volver a clavar la lanza en Mi costado... (se escucha mal)..., si quieres amarme como antes decían viví dignamente, que de esa forma no estarás martillando aún los clavos ni estarás clavándome la lanza en el costado.

Dice Nuestra Señora:

En esta noche Mi querido, te propongo que pienses en las heridas de Mi Hijo para que lo apliques en tu cuerpo o en tu alma para lograr así sanar aquellas cosas que tenés y que te preocupan y te hacen daño, te ofrezco las espinas, los pinchazos de las espinas en la cabeza, pensá en todo lo que está cerca de ello para que te sanes, pensá en todos los escupitajos en Mi cara y cada vez que Yo digo una parte vos pensá qué querés sanar, qué querés sanar de vos en cada zona que te voy nombrando. Pensá en las heridas del rostro al caer en el camino de la cruz, pensá en todos los lonjazos que recibí en mis espaldas y en Mi pecho, pensá en todos los puñetazos que recibí en Mi cuerpo, pensá en la herida del costado, pensá en Mis manos, las manos agujereadas, los codos destruidos, pensá hijo en la sangre de Jesús que sale de cada una de las partes que te estoy nombrando y que a veces las digo en primera persona porque me han dolido a Mí también como le dolieron a Él.

Los golpes en el abdomen, las patadas, los punta pie en todo el cuerpo, las profanaciones en Mis órganos genitales, todas las heridas de las piernas, de las rodillas, de las pantorrillas, tobillos y los tremendos agujeros de los pies.

Al pensar en cada una de sus partes pensá en todo aquello que necesitás que el Señor te sane, puede ser que lo pienses para vos o que lo pienses para todos aquellos que amás o que no amás. Yo te lo he dicho así paso a paso Mi querido, pero puedes hacerlo a solas también sin que Yo te lo diga, repasar las heridas de Mi Hijo y pensar en aquellas partes del cuerpo en que puede haber una enfermedad en vos o en alguien.

El razonamiento es simple, si la redención de la especie se produce por la sangre derramada en las heridas por Mi Hijo entonces que cada herida te traiga la bendición de la sanación.

Y ahora, antes de irme les propongo que saboreen y ninguno de los presentes podrá decir que no siente en su boca gusto a sangre.

Dice la Madre Teresa:

Aunque ustedes lo saben muy bien, yo ante cada dolor que sufría y que no fueron pocos, decía: dejame Señor que complete en mi cuerpo lo que le falta a tu Pasión, permitime Señor esta maravilla de poder compartir tu Pasión Señor. Cada vez que algo me dolía, psíquicamente o físicamente, le pedía a mi Señor: dejame compartir tu Pasión Señor, con este dolor que estoy sintiendo.

Te lo propongo hijo mío, como un ejercicio maravilloso para crecer, para convertirse y para estar o querer estar al menos a la altura de lo que fue la redención de los hombres.

Yo también les digo: nadie de los presentes puede decir yo no siento gusto a sangre en mi boca, es un regalo que el Señor les hace, un maravilloso regalo, no conozco en la historia de los dos mil años de Cristianismo que Jesús le haya regalado a los hombres tal privilegio como les está regalando a ustedes, el de sentir el gusto de su sangre.

Amén.

Habla Artemio:

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor.

 

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