• CAPILLA ABIERTA TODOS LOS DÍAS

Mensaje del 26 de Noviembre de 1998

Que mejor lenguaje que el que se está usando, el lenguaje del amor, porque Yo soy el AMOR con mayúscula y quién se acerca a Mí y deja entrar toda esta Luz en su ser nunca andará en tinieblas, pero Yo quisiera que mañana cuando salgan a luchar cada uno en su lugar, en la vida, sientan dentro de ustedes toda la Luz que Yo les estoy dando, toda la Luz que es el amor de cuánto los amo y aunque la lucha sea tremenda pero nunca podrían sentirse mal porque saben que tienen en todo vuestro ser la Luz del Hijo de Dios, el amor del Hijo de Dios.

Mensaje del 26 de Noviembre de 1998

Habla Artemio:

No hace falta que pidamos que el Señor venga porque ya está aquí con nosotros como Jesús de la Misericordia, todo esto está lleno de Luz y yo por mi parte tengo un calor que no puedo soportarlo, además está todo lleno, toda la Corte Celestial está acá.

Señor Jesús, yo abro mi corazón Señor para que vos puedas entrar en él con todos esos rayos que salen de tu Corazón. Yo me siento más que satisfecho con una alegría sin límites porque los rayos me han invadido totalmente, asi como ha invadido a todos los presentes y si alguien pudiera ver vería que sobre el techo de la casa también está todo iluminado con los rayos del Señor y por las ventanas aunque estén cerradas es todo una Luz. Gracias Señor por venir, gracias Señor porque nos has buscado para darnos estos Mensajes, gracias Señor porque has hecho de este lugar un Santuario y me has pedido o mejor dicho me has ordenado que sea Celoso Custodio de todo lo que decís acá, que todavía nunca llegué a entender qué me queres decir con eso, porque debe tener un alcance mucho más grande del que uno le da.

Qué podemos decirte Señor, yo hablo en primera persona y cada uno hablará en primera persona, qué puedo decirte Señor, no acierta uno con las palabras justas ni adecuadas Señor para expresarte todo lo que uno siente delante de tu presencia, la de tu Mare, los Santos y todo este conjunto de seres que están acá dentro, qué otra cosa podemos decirte Señor, decirte que te amamos Señor, más que eso uno no puede decirte Señor podría decir uno: que hermoso esto, que hermoso lo otro, cuánto brillo que hay pero eso sería describir lo que está pasando y lo que uno tiene que hacer Señor es expresar lo que siente entonces yo te digo: Jesús, yo te amo, mi amor es chiquito pero te doy todo lo que tengo y todos los días vos lo irás haciendo crecer para que yo te pueda dar más, pero no es cuestión Señor de cantidad sino de la disponibilidad Señor de recibir todo lo que viene de vos y uno podría contarte cosas Jesús, pero qué puede uno contarte que vos ya no lo sepas, qué puede uno decirte que vos ya no lo hayas visto, qué puede uno referir sobre lo que siente en tu presencia si vos ya lo sabés pero lo mismo Señor uno te dice, yo te digo: te amo Señor, te amo hoy y todos los días a que alcance mi vida. Señor, cuando no estoy a la altura de tu amor yo te ruego que mires hacia otro lado para que no me veas tan pequeño.

Ahora Señor, después de decirte yo te amo Señor, te amo Señor, te amo, te amo, te amo, te digo porque te amo tengo confianza para decirte o para pedirte todo lo que necesito y lo que necesitan cada uno de los miembros del grupo y todo lo que necesitan los de este pueblo, además de los miembros del grupo, su familia por supuesto, este pueblo, su Sacerdote, su Obispo, esta provincia, esta nación, este continente americano y los otros cuatro continentes Señor, apelando a tu Misericordia te digo que así como yo te expreso mi afecto y como tu Misericordia es gratuita te digo: hago mía la voz, hago mía la voz de los millones de hombres que pueblan la tierra para decirte: te amamos Señor, estemos en la religión que estemos, no importa, porque al final del camino todos te van a encontrar a vos, entonces escuchá Señor, escuchá, todos los hombres del mundo te están diciendo a través de mi voz: te amamos Señor, te amamos Señor, te amamos Señor y todo lo nuestro es poquito pensando en todo lo que nos amaste vos Señor y lo que nos amás, pero lo mismo te amamos Señor, te amamos Señor.

Y vos ves todo lo que necesitamos por eso no te lo pedimos porque vos ya lo ves.

Dice Jesús:

Que mejor lenguaje que el que se está usando, el lenguaje del amor, porque Yo soy el AMOR con mayúscula y quién se acerca a Mí y deja entrar toda esta Luz en su ser nunca andará en tinieblas, pero Yo quisiera que mañana cuando salgan a luchar cada uno en su lugar, en la vida, sientan dentro de ustedes toda la Luz que Yo les estoy dando, toda la Luz que es el amor de cuánto los amo y aunque la lucha sea tremenda pero nunca podrían sentirse mal porque saben que tienen en todo vuestro ser la Luz del Hijo de Dios, el amor del Hijo de Dios.

Si cada hombre tomara conciencia de esta realidad el mundo sería otro, Yo tengo que hablar aquí para todos los hombres, no quiere decir que les esté diciendo especialmente a ustedes porque en ese caso tendría que expresarles: hijos Míos cuánto me aman, cada uno a su manera, cada uno como lo siente, cada uno de acuerdo a su forma de ser pero Mis queridos, Yo siento cuánto me aman y no es cuestión de que ustedes me amen y Yo los amo y nos los digamos como tirándonos flores, noo, ese amor es lo que fecunda vuestras vidas para que cada día se sientan mejor y más cerca del AMOR con mayúscula.

Ustedes me aman y Yo los amo, duérmanse esta noche con ese pensamiento, un Dios de amor que viene desde toda una eternidad me ha dicho que me ama, no me preguntó por mis defectos o mis pecados o mis faltas, piensen este Dios de AMOR les dice: los amo, los amo como son, los amo como viven, los amo de acuerdo a vuestra realidad, no les pido cuenta de nada, solamente les digo: que los amo profundamente y no me fijo en nada de lo que ustedes podrían tener. Quieren algo más grande, una prueba de fidelidad más grande que decirles: nada me interesa de vuestros defectos o vuestros pecados o vuestras cosas personales, lo que me interesa es amarlos con toda Mi alma y cuando mañana enfrenten el mundo y las cosas quiero que sientan dentro de vuestro corazón ese amor tremendo que les tengo. Piensen que por ustedes he muerto en la cruz, he padecido en el camino del calvario, he padecido en el huerto de Getsemaní y toda Mi vida he padecido, ¿por quién?, por ustedes, porque los amo.

Duérmanse esta noche con ese susurro en los oídos: el Hijo de Dios me ha dicho que me ama entonces toda mi vida es Luz.

Dice la Virgen María:

Mis palabras son iguales a las de Mi Hijo y quiero decir que estoy maravillada como esa simple hojita de la llama de amor llega a cientos de hogares, ustedes no se dan una idea cómo las almas de las personas tienen una sed enorme de poder encontrar algo allí en esas hojitas que les diga para su alma una caricia, por eso en la dimensión del Señor nada hay pequeño, todo es inmensamente grande, no mido Yo las cosas por su tamaño, las mido por la actitud en hacerlo.

Entre ustedes hay gente que hacen cosas maravillosas, no importan los nombres, importa que hagan cosas maravillosas.

Dice la Madre Teresa:

Yo entendí desde niña que no había nada mejor sobre la Tierra que amar al hermano, al principio lo amé de una forma precaria, después fui mejorando, pero tal vez pasó mucho tiempo ante que amara a mis hermanos con el amor que realmente los hermanos se merecen, pero no estoy hablando de los amigos, de los conocidos, no, estoy hablando de todos, porque el amor es un sentimiento maravilloso pero también es una actitud constante de apertura hacia el hermano para darle todo lo mejor que uno tiene dentro de su corazón y eso es lo que pasa acá.

Dice San Martín de Porres:

Todos los sufrimientos que padecí, las lágrimas que derramé, las humillaciones de que fui objeto y todo el conjunto de cosas que le puede pasar a un hombre cuando no tiene, es decir no es considerado realmente como tal, pero yo tomé la actitud del amor, incluso dentro de las humillaciones más grandes y tremendas, sirva esto de mensaje a todos los hombres.

Nada hay tan grande como amar al hermano pero amarlo con toda la energía de que uno es capaz después de haber pedido las luces al Espíritu Santo.

Dice San Artemio:

Conviene siempre que yo diga algo de las dos partes de mi vida, porque si bien es cierto que yo fui un hombre de armas muy disciplinado, consciente, responsable de mis actos y de todo, también después fui un hombre que había entendido que todo eso que el mundo, en el mundo me hacía brillar no tenía nada de valor al lado del amor que podía darle a aquellos que se cruzaban en mi camino. No me fue fácil, no me fue fácil porque en un instante tuve que cambiar la forma de mirar a mi hermano, yo tuve siempre la mentalidad de un militar y el militar no mira al hombre como un hermano sino lo mira como un subordinado, entonces yo tuve que girar un montón y en esos giros que di he perdido pedazos de mi cuerpo y de mi alma, pero lo he logrado con tesón, también con paciencia pero con una lucha tremenda para imponer aquello que creía que era verdadero y genuino.

Es decir, mientras que al comienzo de mi vida o gran parte de mi vida yo hacía las cosas bien por ser honesto y porque había nacido en un hogar donde realmente había mamado las cosas buenas pero era un militar y los que tenía cerca eran mis súbditos, subordinados a mí, nada que ver con el amor que después sentí por ellos, nada que ver, absolutamente nada que ver. Cuando pude yo equiparar las dos formas de vida me dije: qué pena que pasó tanto tiempo sin haber descubierto toda esta Luz y todo este amor, entonces en adelante después de haber descubierto todo lo que descubrí lo fui sembrando y sembrando pero no con esa paciencia del que piensa: ya nacerá la semilla, yo era vehemente y decidido, las semillas tenían que nacer inmediatamente, quería romper hasta con los moldes de la naturaleza, esa era mi realidad y en montones de oportunidades les puedo asegurar que lo he conseguido y toda esa vida fue maravillosa hasta que empezaron las persecuciones y todo el dolor que tuve que padecer, es incontable todo el dolor que tuve que padecer, pero cuando me llevaron… (se dio vuelta la cinta)…, cuando supe que me iban a decapitar entonces me dije para mí mismo: ¿qué he hecho Señor yo para obtener tan grande gracia de tus manos?.

Yo no podía entender, le decía al Señor, que me hubiera elegido para mártir, porque si bien no era tan ilustrado en el Cristianismo pero el Espíritu Santo me decía todo lo que debía saber y me decía también que el martirio solo era para algunos elegidos y el Señor me había elegido para mártir.

Digo esto para que les sirva, porque verán mi vida, gran parte de mi vida como un pecador terrible o no sé como lo verán, alguien que cumplía con su deber y después girando ciento ochenta grados, viendo rodar mi cabeza por el suelo como mártir de mi Dios y mi todo.

Piensen en esto, piensen en las dos imágenes mías, la de perseguidor, altanero y soberbio y luego la del discípulo humilde que con fuerza y vehemencia siguió trabajando para el Reino del Señor pero desde otro ángulo, ya no lo hacía para la mayor Gloria del César, lo hacía para mayor Gloria de Dios y el Señor me otorgó el privilegio del martirio.

Por eso, todos los frutos que se desprenden de mi martirio lo vuelvo a ofrecer en el altar del Padre para beneficiarlos a ustedes con las infinitas e infinitas gracias que de ello se desprende. Les repito, vuelvo a ofrecer mi martirio por todos ustedes, para que esas infinitas gracias colme vuestras vidas y todo les sea más fácil, luchar hay que luchar siempre pero se lucha de otra manera cuando uno sabe que un Dios de amor le está observando, les está mirando, les está dando las fuerzas para esa lucha.

No quiero demorar demasiado con mis palabras, pero a veces tengo que extenderme un poco porque aún no me conocen, aún conocen algunas pequeñas cosas de mí, por eso me extiendo un poco a veces.

Pero vuelvo a decirles: esta noche vuelvo a poner en el altar del Padre mi martirio para que las infinitas gracias que de ello se desprende se apliquen sobre todas las necesidades de este grupo de oración y de sus familiares, todo por Dios, todo por Dios, todo por Dios.

Amén.

Habla Artemio:

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor.

 

Fundación Jesús de la Misericordia y Corazón Inmaculado de María  |  Aprobada por Res. 139 A - Gob.de Córdoba – Sec. De Justicia – Dir.de Ins.de Pers.Jur.  |  Dirección: 9 de Julio 1162  |  Teléfono: 03537 – 431197 - 2553  |  Justiniano Posse – (Cba.)

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