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Mensaje del 14 de Octubre de 1998

Esto que leerán o escucharán en los cuatro puntos cardinales no quiere decir que sea todo seguido a pie juntillas, cada uno tiene libertad para hacer exactamente lo que quieren, porque hay quien elige la primera fila en el teatro, hay quien se sienta en la mitad, hay quien se sienta al final y hay quien ve el espectáculo espiando detrás de la cortina. El lugar Mis queridos lo eligen ustedes, ahora les mentiría si no les dijera que me gustaría que estuvieran en la primera fila.

Mensaje del 14 de Octubre de 1998

Habla Artemio:

Hoy es 14 de Octubre del 98.

Entonces Señor continuo lo que te estaba diciendo, cuando llegará el día Señor en que más allá del trato que uno puede tener con vos en cuanto a pedirte y pedirte, que está muy bien, está todo muy bien y vos nos decís que lo hagamos, claro, pero para crecer realmente y convertirse realmente la cuestión sería tomar conciencia de lo que dice el Evangelio de San Juan de hoy de esa Agua Viva que está brotando continuamente, esa Agua que es la única que puede calmarnos la sed, la única, porque ustedes se dieron cuenta que todas las cosas humanas, grandes o pequeñas, todos los amores humanos, grandes o pequeños, siempre tienen una mezcla de otras cosas pero un amor como les estoy diciendo que deberíamos tener sería ese ¿no?. ¿Me amás?, sí Señor te amo, ¿pero de veras me amás?, sí Señor, te amo, pero no tendría que existir la necesidad de que Jesús nos pregunte sino hacer lo que hacía San Ignacio de Loyola cuando solitario pasaba por los campos de España y veía que sobresalían sobre el trigo amarillo las amapolas rojas como es habitual ver, él las tocaba con su bastón, caía de rodillas y se le saltaban las lágrimas de los ojos porque esa flor roja en medio de un mar amarillo le estaba revelando o diciendo la magnificencia del Señor, no hablaba él, la tocaba con el bastón y luego dicen que le saltaban las lágrimas de los ojos.

A eso hermanos tenemos que aspirar, a eso tenemos que aspirar, llegar a tener con esa Agua Viva, pero no como una postura o como alguno ensaya a veces sentado en un banco o de rodillas en la Iglesia o en cualquier lado, como con una postura, como haciendo un poquito de teatro con el Señor, no, no, así no, esa mirada: mi Dios y mi todo, mi Dios y mi todo. ¿Entonces quiere decir que no tenemos que pedirle a Él?, sí, claro que tenemos que pedirle si queremos pero si llegamos a tener una intimidad con el Señor de que con la mirada nos entendemos totalmente ¿no creen ustedes que todas las necesidades que nosotros podríamos tener Él las sabe?, Él nos dice que pidamos, sí, por supuesto, pero una madurez muy grande dentro de todo esto estaría en llegar a esa intimidad con el Señor.

¿Me amas?, claro que te amo Señor, ¿pero estás seguro que me amas?, cómo no voy a estarlo Señor, tal vez esté allí en gran parte los grandes secretos de nuestra vida, porque en ese momento en que ante la presencia del Señor hay ese intercambio de afecto ¿verdad?, es de una dulzura tan grande que los problemas más terribles que podamos tener se vuelven una tontería o ni siquiera nos acordamos de que los tenemos, sería aquello de buscar primero el Reino del Señor y el resto se dará por añadidura, claro, cuando estamos desesperados, con pánico, apurados, decimos: ¿y Señor?, dámelo Señor, lo necesito Señor, Él sabe que lo necesitamos.

Mi Dios y mi todo, mi Dios y mi todo, se me ocurre en este momento una escena entre San Juan Bosco y su madre Margarita, San Juan Bosco recogía niños de la calle, porque en ese entonces los distintos reinos que había en Italia dejaban a muchos huérfanos, entonces él los recogía y los llevaba al Oratorio, el Oratorio era un internado donde había quinientos, seiscientos, ochocientos chicos. A veces eran las 11:55 hs. y no había nada para comer y San Juan Bosco conservaba la total serenidad, había ochocientas bocas que esperaban comida y no había nada para darles, pero según las actas de canonización que están en los archivos del Vaticano los chicos nunca…, a los chicos nunca les faltó la comida, porque alguien llegaba y traía o comida o dinero para solventar todos los gastos de ese almuerzo y después será la cena y después a la mañana el desayuno y así por años, por años y años. Que yo sepa San Juan Bosco nunca le pidió al Señor nada, sin embargo el Señor sabía que tenía que alimentar a todos esos chicos. Claro, llegar a tener esa fe no es tan sencillo, no, si alguien le preguntaba decía: la Divina Providencia se encargará. En una oportunidad mamá Margarita va al escritorio donde estaba Juan Bosco y le dice: hijo, dice, toda la quinta, porque sembraban mucho para que los chicos aprendieran, gastaran su tiempo y al mismo tiempo comían, Juan dice: todos los zapallitos que había, toda la acelga, toda la lechuga que había, prácticamente los chicos la arrasaron totalmente, dice Juan: esto no puede ser y San Juan Bosco descolgaba el crucifijo que había a sus espaldas, lo ponía entre sus manos, se lo mostraba a su madre y le decía: madre, por Él, por Él madre. Y dicen también las actas de canonización que muchas veces esos zapallitos y esa lechuga y esa acelga arrasada por un tropel de criaturas volvía a adquirir su lozanía milagrosamente.

A esto debemos llegar nosotros, creer de tal forma ¿verdad? que hasta las cosas más insólitas pueden pasar si el Señor está en eso; por Él madre, por Él y entonces mamá Margarita se iba un poco triste, no sé si entendía totalmente pero las palabras de su hijo retumbaban en su mente: por Él mama, por Él. Las palabras de las actas de canonización: tutto per Dio mama, tutto per Dio, todo por Dios mamá, todo por Dios. Ustedes dirán: que el planteo que yo estoy haciendo esta noche es tal vez un poco ingenuo o tal vez de alguien que enloqueció, no, justamente no, creo sinceramente que uno nunca estuvo tan lúcido, que uno nunca estuvo tan lúcido, per Dio mama, per Dio. O cuando les dije recién Ignacio de Loyola veía las flores, las tocaba con el bastón: calla, calla que ya te comprendo.

Si la vida del cristiano no es esto, somos todavía infantes dentro del Cristianismo, la adultez vendrá en el momento que podamos decir: mi Dios y mi todo, habrá muchos momentos difíciles en que tal vez no nos salga esa palabra, pero también el Señor sabe que en los momentos difíciles, muy difíciles uno no tiene todas las luces prendidas como para hacer un acto bien conciente pero en la hora más serena de nuestra noche entonces sí: mi Dios y mi todo, mi Dios y mi todo, mi Dios y mi todo. Es cierto que no en todos los momentos podrá haber actos de adoración así porque también hay que salir a la palestra, a la calle a luchar, claro que sí, pero cuando uno dejó que el Agua Viva que sale del Corazón del Señor lo colme plenamente se sale a la calle a luchar de otra manera y ya la mayoría de las cosas esas que pasan en la calle nos importará porque es de hombres y son nuestros hermanos pero ya tendrán un valor diferente. Mi Dios y mi todo, mi Dios y mi todo, o bien: todo tuyo, todo tuyo, todo tuyo Señor, todo tuyo, incluso a veces las cosas más terribles en las que uno puede estar, todo tuyo Señor, todo tuyo.

Y ya está aquí Jesús con nosotros, hay un montón de gente que se agolpa ahí en la puerta que quiere entrar, se adelanta Jesús y se sienta en la silla, su Madre queda de pie, lo mismo que la Madre Teresa y atrás hay un montón de rostros como que quisieran robar cámara.

Jesús está mirando hacia abajo, está sumido en una profunda meditación, se acaricia con la mano derecha la barba, varias veces y después siempre mirando hacia abajo dice Jesús…

Dice Jesús:

Si tengo que usar el vocabulario que usa el mundo diría: que golpe bajo que me has dado Artemio, que golpe bajo que me has dado, pero como tengo que usar el lenguaje del Hijo de Dios digo: estás corriendo peligro de que ya tengas la madurez suficiente para que te pases a Mi lado; es decir que cierres los ojos para abrirlos delante de Mí, del otro lado, pero no lo voy a hacer, no, para eso falta tanto todavía, tanto falta, las palabras que se dijeron esta noche harían poner rojos de envidia a muchos “teólogos y sabios” entre comillas que quieren tener la exclusividad sobre la sabiduría del Señor.

Pero ocurre una cosa, no hace falta estar a la altura de la teología para ver la verdad en su total esplendor, decían en la Edad Media que la verdad se ve y entonces es cuestión de ver con los ojos de la mente pero sobre todo con los ojos del corazón. Es claro que vos estás haciendo las cosas con ventaja, porque tenés en tu pecho el Corazón de Mi Madre pero pienso que si no lo tendrías lo mismo lo harías y es importante que sepas una cosa, que vos y Yo solamente conocemos, algo de antes de ayer, de ayer y estoy emocionado por todo eso, nunca dirías nada de eso, pero vos sabés que Yo he sido testigo de todo. Todas las cosas que se van elaborando y que estas palabras que Yo voy dejando a través de los días Yo tengo plena conciencia que todavía la mayoría no está en condiciones de entenderlas, pero no por otra cosa que por tener un corazón endurecido y no querer ver lo que tienen delante de los ojos, sino sería todo tan simple, tan tremendamente simple, pero no importa si todo esto del que sos Celoso Custodio no tienen el eco que deberían tener por ser la palabra del Señor, ya lo tendrán oportunamente o acaso la historia no se movió siempre de esa forma y sobre todo la historia de la Iglesia.

Cuando los hombres esgrimen tanto el término prudencia es porque no están tan cerca del Espíritu Santo, porque quien cree que el Espíritu Santo le inspira las cosas entonces la prudencia pasa a un quinto plano porque la prudencia repito es un fruto del razonamiento de decir: de esto que yo se cien voy a decir diez por temor a, mientras que quien ve las cosas tal cual son dice: esto es cien y yo diré cien, pase lo que pase, digan lo que digan y ocurra lo que ocurra porque vos lo sabés muy bien: hay un momento en la vida en que ya es demasiado tarde para regresar o hay un momento en el camino del hombre en que ya no puede volverse a atrás. Que era el Padre, el Espíritu Santo… (se corta la grabación)…, y en cuanto a eso que es imposible volverse a atrás algunos pueden aparentar volverse pero ya no… (se corta la grabación)…, el hombre es como cuando explota un combustible… (se corta la grabación)…, se consume hasta el final… (se dio vuelta la cinta)…. Y eso es lo que Yo quiero de los hombres, que se consuman como una tea encendida sin volverse atrás cuando pudieron descubrir verdades como estas y Mis queridos no es mucho pedir, porque cuando el alma está impregnada de Mi amor entonces todo es diferente, es lo mismo que ver a una Teresita de Lissieux cuando al vomitar sangre se ponía contenta porque eso le recordaba que estaba próximo la llegada de su esposo, es decir, Yo, Jesús, se sumía en profundos arrobos de dulzura porque el vómito de sangre le recordaba que Yo ya estaba próximo para llevármela.

Esto que leerán o escucharán en los cuatro puntos cardinales no quiere decir que sea todo seguido a pie juntillas, cada uno tiene libertad para hacer exactamente lo que quieren, porque hay quien elige la primera fila en el teatro, hay quien se sienta en la mitad, hay quien se sienta al final y hay quien ve el espectáculo espiando detrás de la cortina. El lugar Mis queridos lo eligen ustedes, ahora les mentiría si no les dijera que me gustaría que estuvieran en la primera fila.

Dice la Virgen María:

Si tantas personas que dicen ser piadosas en este lugar, en este pueblo fueran realmente así me verían en muchos lugares porque la cuestión es que Yo siempre estoy, lo que hace falta es prepararse lo suficiente para verme, pero para verme hay que querer verme, hay que amarme, hay que amarme mucho, entonces verme es muy simple, es muy sencillo. Por eso Yo me estoy regodeando en estos lugares, no es para menos si el Padre ya ha elegido desde hace tiempo infinitos este lugar para que fueran reveladas un montón de verdades, entonces todo lo que pueda pasar por aquí no les parezca extraño porque todo esto va muy en serio Mis queridos, si ustedes alguna vez pensaron de otra manera no pensaron bien, esto va muy en serio, aquí no es cuestión de alguna cosa simple y sencilla, el Padre quiere que en este lugar se enuncien un montón de principios que tendrán vigencia por mucho tiempo, un siglo o más y será justamente un volver a seguir construyendo la gran pared de la Madre Iglesia, con todo lo que eso involucra: persecuciones, incomprensiones, calumnias, desprecios, iniquidades y mil adjetivos más que indican justamente la incomprensión del hombre y la falta de tolerancia y sobre todo el no querer ver aquello que aunque saben que pueden verlo insisten en no ver.

Yo comprendo que estos Mensajes son totalmente distintos a otros dados por Mí, por Mi Hijo a través de la historia porque estos son largos, no es porque tenga que hablar mucho para decir pocas cosas, son largos estos Mensajes porque son montones de cosas las que se dicen y además ¿por qué debería seguirse la metodología de otras apariciones anteriores?.

Por eso, tengan un poco de paciencia aquellos que escuchan estas Revelaciones porque como Mi Hijo y Yo tenemos que hablar tanto puede que a veces a esta altura de la noche resulte un poco sino aburrido, al menos cansador, o creen que no sé que han estado trabajando todo el día, o realizando las más diversas tareas pero tengo que decirlo Mis queridos. Si tuviera que resumirles en este momento ¿qué es lo que va a pasar?, bueno diría lo que dije tantas veces pero en pocas palabras sería así: Dios Padre elige un lugar en la Tierra y justamente un lugar que diríamos que está en el fin del mundo porque la ubicación de este lugar está lejos de todo, el Padre entonces elige un lugar y le revela a una persona con muchos testigos que participan de ello de un montón de verdades, como quien dice: señores, todo esto ya lo saben pero necesitan que alguien se los recuerde, justamente al terminar un milenio y comenzar otro y sobre todo porque parecería que el mundo está desquiciado, donde todo está en desorden total y la vida del hombre casi no tiene valor. Justamente, si ustedes revisan la historia verán que Yo aparecí, o mejor dicho el Padre me mandó en momentos así para decir: señores, ya corrió suficiente agua, entonces es necesario que esta agua vuelva a su cauce, que el hombre retroceda si tiene que retroceder para ver qué es lo que está haciendo y decidirse por empezar una vida diferente, ¿o acaso creen que Yo no comprendo lo desquiciado que está el mundo?.

Bueno, justamente por eso el Padre me envía a decir todas estas cosas, que serán muy resistidas pero que todo aquél que realmente quiera seguir a Mi Hijo y todos los principios que Mi Hijo trajo al mundo verán que tiene una sola alternativa, seguir todo aquello que les estamos diciendo, ¿para qué?, ¿porque eso nos complace a nosotros?, por supuesto que sí, pero sobre todo Mis queridos para que ustedes sean más felices, ¿o creen por ventura que en un mundo en el que están viviendo se puede ser feliz, donde no hay seguridad de nada, absolutamente de nada.

Entonces, el Padre ya está próximo a abrir las compuertas del Espíritu Santo para que invada el mundo y entonces los hombres tendrán dos alternativas, o aceptan las verdades que tienen delante de sus ojos o permanecen cerrados y enquistados en su orgullo y se cierran y muchos lo harán eso, es una pena para ellos, es una real pena, porque están desperdiciando una cantidad inmensa de gracia que el Padre ya ha empezado a derramar tanto por Oriente como por Occidente, de un extremo al otro del planeta.

Aquí el problema no es quién recibe los Mensajes, no, por supuesto que el Señor valora la buena voluntad y la disponibilidad de querer aceptar y de querer recibir, pero el mérito fundamental está en el mensaje del Señor y no en quien lo pueda recibir, sí, por supuesto el Señor valora la disponibilidad, claro que sí.

Ustedes Mis queridos sin excepción brillarán en el firmamento como estrellas gigantes, ocuparán un lugar de privilegio en la perspectiva del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo porque serán como soles brillando, serán como grandes astros repartiendo el calor del amor hacia todos lados y los Ángeles regocijados y contentos dirán: señores, el Espíritu Santo llega con todo su esplendor para darle al mundo una nueva vida y una nueva dimensión, podría hablar toda la noche sobre esto pero ustedes me entienden lo suficiente y también entienden el inmenso regocijo que tengo por todo, porque Yo no he visto nunca tanta entrega y tanta buena disposición como la que estoy viendo en todos ustedes, por eso son todos Hijos de la Luz y brillan como dice el tema que cantan: brillan como el sol, como el sol al amanecer.

Dice la Madre Teresa:

Después de tantas maravillas oídas, ¿qué puedo decir yo?, solamente arrodillarme y entonar el Magnificat, porque mis ojos cuando estaban aún en la Tierra ni por casualidad creían ver tan pronto tantas maravillas juntas, entonces permítanme que comience: “Mi alma engrandece al Señor y se alegra Mi espíritu en Dios Mi Salvador porque fijó los ojos en la pequeñez de su esclava, en adelante todas las generaciones me llamarán Bienaventurada”.

Habla Artemio:

(Comienza a cantar en lenguas)... .

Esto que me ha dicho decir el Espíritu Santo, la traducción es la siguiente, es un cántico de alabanzas al Padre, usando la mayoría de las palabras en griego, salvo alguna que otra en arameo antiguo, pero todas las demás en griego, porque fue el idioma que en primer momento estuvo escrita la Sagrada Escritura y el cántico de alabanzas dice: “ha llegado la hora del Señor, ha llegado la hora de la fiesta, regocíjense, canten, canten y expresen toda la alegría, porque ha llegado la hora del Señor y la Luz que sale de Él ya está invadiendo por el Norte, por el Sur, por el Oriente y por el Occidente. Alégrense todos, alégrense, porque el Señor está realmente mostrando su generosidad para con todos los hombres. Es maravilloso contemplar desde aquí todo este enorme movimiento de amor, que está fecundando hasta las piedras más estériles, considérense privilegiados, porque el Señor les eligió para escuchar todas estas maravillas”, eso ha dicho el Espíritu Santo.

Amén.

Habla Artemio:

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor.

 

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