Mensaje del 29 de Agosto de 1998 (2º)

Ocurre que cuesta un poco creerlas estas cosas, no es fácil tener una familiaridad así diaria con la Madre de Dios, ya lo sé, pero debería ser natural, debería ser algo habitual en ustedes al abrir los ojos a la mañana, pensar que estoy allí al lado de vuestra cama como una madre que está esperando que su Hijo se levante, tendría que ser habitual pensar que en tu trabajo, en tus viajes, en donde estés siempre voy contigo, siempre, solamente que a veces, solamente que a veces me dejás actuar más en tu vida y otras veces menos o nada, pero Yo siempre estoy disponible para todo, para interceder delante de Mi Hijo por todas las necesidades que cada hombre tenga.

Mensaje del 29 de Agosto de 1998

Habla Artemio:

Jesús, estás delante de nosotros, parado ahí con todo tu hermosa figura, aquí sentadita, toda chiquita y esmirriada la Madre Teresa de Calcuta... (se corta la grabación)... .

Gracias Señor... (se interrumpe la grabación)..., habla Nuestra Señora.

Dice Nuestra Señora:

Todos los días como ustedes han podido comprobar y como Yo les había anunciado están viendo signos de Mi presencia en este lugar, al principio fuiste vos nomás, después fueron agregándose personas, personas y ahora es muy común pasar delante de tu casa y verme paseando sobre el techo o el jardín, es cuestión de tenerme ganas de verme, una profunda ganas de verme y me verán.

Ustedes se preguntarán: ¿y qué es lo que gano Yo mostrándome en un lugar determinado?, Mis queridos, si soy la Madre del Señor, la Madre de Dios quiere decir que donde vaya llevo un montón de gracias, llevo la Santificación y convierto todos los lugares donde Yo pise en un lugar Sagrado, ¿o acaso muchas personas no han dicho que por el solo hecho de estar sentadas ahí esperando se sanan de sus enfermedades o encuentran el consuelo para su alma que están buscando, todo esto está Santificado con Mi presencia, todo y ustedes también.

Ocurre que cuesta un poco creerlas estas cosas, no es fácil tener una familiaridad así diaria con la Madre de Dios, ya lo sé, pero debería ser natural, debería ser algo habitual en ustedes al abrir los ojos a la mañana, pensar que estoy allí al lado de vuestra cama como una madre que está esperando que su hijo se levante, tendría que ser habitual pensar que en tu trabajo, en tus viajes, en donde estés siempre voy contigo, siempre, solamente que a veces, solamente que a veces me dejás actuar más en tu vida y otras veces menos o nada, pero Yo siempre estoy disponible para todo, para interceder delante de Mi Hijo por todas las necesidades que cada hombre tenga.

Estás un poco inquieto porque los animales se mueven, van y vienen, ni a Mi ni a ninguno de los presentes eso nos molesta, ¿acaso no son también creaturas del Señor?, entonces que eso no te inquiete, además no es problema que pasen por donde nosotros estamos, porque nosotros tenemos materia incorpórea, asi que pueden pasar a través de nosotros. No te pongas molesto, porque esas creaturas del Señor andan por acá.

Tanto al Señor como a Mi, Mi Hijo como a Mi, nos encanta estar cerca de todo aquello que es puro y virgen, como son los animales y las plantas, ¿qué podría molestarnos?, ¿qué?. Cuántos errores a veces hay en el hombre, porqué nos hacen tan solemnes, tan lejanos y misteriosos, por qué no nos asumen como recién decía Mi Hijo: un padre, un compañero, un hermano, un amigo y a Mi como a una madre, con una madre nunca se tiene ni secretos, ni timideses ni nada, entonces procedan de esa forma, valgan estas palabras para todos los hombres que habitan el planeta.

Cada uno me llamará en su lugar de una manera diferente, ¿acaso Yo no dije que tenía tantos nombres y formas como ojos que me miraban?. Mis queridos, acostúmbrense a un traro familiar con la Madre de Dios, porque soy la Madre de Dios pero también soy la Madre de cada uno de ustedes.

Dice la Madre Teresa:

Quiero que antes hable San Juan Bautista.

Dice San Juan Bautista:

Hoy he venido acá porque veo que me recuerdan con mucha frecuencia y también dicen con mucho cariño que Yo soy el Precursor, es decir el que se adelantó a Jesús en sus Mensajes.

Yo he sido siempre y tal vez lo sea un hombre un poco rústico, un hombre que nunca conoció vida de halagos ni de otro tipo de placeres de ninguna clase, mi vida ha sido siempre el trabajo, el esfuerzo y el servir al Señor y estoy muy feliz de haber hecho lo que hice y también muy feliz cuando cercenaron mi cabeza, porque Herodías pidió mi cabeza, ¿no les parece maravilloso ser mártir?, Dios me ha dado la gracia del martirio, no cualquiera puede ser mártir, es una gracia especial que concede el Señor y sé que ustedes me aman, me quieren y también tengo muy en cuenta que has visitado muchos enfermos en el Hospital San Juan Bautista de Catamarca.

Es cierto, he sido el Precursor y he bautizado a Jesús en el Río Jordán, ahora mis palabras fueron siempre un poco fuertes, un poco hasta desentonadas pero yo he sido siempre un hombre un poco rústico, pero mi corazón latió desde el nacimiento, o mejor aún desde que fui engendrado en el seno de mi madre, mi corazón latió para el Señor. Que importa lo demás, lo importante que es, es lo que sintió mi corazón y tengo sobre mí la gracia, dije recién del martirio pero también la inmensa gracia de haber bautizado al Señor en el Río Jordán y cuando vos o alguno de ustedes estén cerca de ese Río lo haré con ustedes también, les doy mi palabra que así lo haré.

Además en el escritorio hay varias botellitas con agua que han recogido del Río Jordán, allí donde fue el bautismo de Jesús les envió el Espíritu Santo en forma de paloma. Pensar mucho en estas escenas mis queridos hermanos porque detrás de todo esto hay tantas maravillas, tantas maravillas que descubrir.

Los amo profundamente, es la primera vez que vengo a esta casa en cuerpo presente y seguiré haciéndolo y seguiré siendo delante del Señor un buen intercesor de ustedes.

Dice la Madre Teresa:

Le he cedido la palabra a San Juan Bautista porque me dio un santo temor tenerlo a mi lado sabiendo quién fue y ahora yo les diré algo también.

Ya que San Juan habló de su corazón lleno de amor, quien ve tal vez mi figura, no le parezca que mi corazón era un panal de miel y puedo decirlo todo esto porque mío no era nada sino es todo del Señor y ese panal de miel sembró dulzura hacia los cuatro punto cardinales como la están sembrando ustedes con vuestras oraciones, con vuestra presencia, con vuestra dedicación a venir a este lugar a escuchar la palabra del Señor.

Yo dije siempre que soy una buena secretaria del Señor porque tengo contabilizado todos los nombres de aquellos que solicitan el auxilio de Jesús y también los tengo muy bien contabilizados a ustedes, de cada acto de vuestra vida, no tengan la menor duda y acuérdense lo que dice Jesús en el Evangelio: “hasta un vaso de agua dado en Mi nombre tendrá su recompensa”, y yo les puedo asegurar mis queridos, que ustedes han dado no vasos sino toneles de agua, porque no por vuestros méritos sino porque siempre han estado disponibles al Señor para que Él usara vuestras manos, vuestro corazón, vuestros ojos, vuestras piernas, todo vuestro ser y lo han puesto al servicio del Señor.

Cuando hablamos de méritos y de cosas que hacemos o no hacemos, en todo caso siempre está referida al Señor, porque Él nos inspira, Él nos da la fuerza, Él nos dice todo, nos provee todo, lo que sí quiere de nosotros es la disponibilidad para hacerlo, ya que Él siempre dice: “necesito vuestras manos para seguir bendiciendo, necesito vuestros ojos para seguir viendo, vuestras piernas para caminar, vuestro corazón para latir por toda la humanidad”.

¡Hermanos, los Cielos re regocijan con todo lo que está pasando, los Cielos se regocijan hermanos!. Se los repito nuevamente: ¡los Cielos se regocijan hermanos por todo lo que está pasando!.

¡Gloria al Señor!.

Amén.

Habla Artemio:

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu de amor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor.

Dice Jesús que como ya lo expresó en una oportunidad no es necesario...

Dice Jesús:

Pueden hacerlo o no de leer la palabra, pero si no lo hacen no es ningún problema porque ustedes han tenido la palabra viviente Mía, en consecuencia es fundamental en una reunión la palabra del Señor, pero si han tenido la palabra directa Mía, lean o no es lo mismo, canten sí alabanzas, canten, canten.

Amén.

 

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