Mensaje del 22 de octubre de 1996

Dice la Virgen María:

Mi alma engrandece al Señor porque aquí esta noche han ocurrido maravillas (se refiere a la cantidad y calidad de oraciones y por las intenciones que se aplicaron).

¿Cómo es que te has olvidado de describir sobre mi corazón la paloma blanca del Espíritu Santo? (se refiere a que describí cómo estaban vestidos ambos).

Tu voz esta noche no tuvo límites y la gracia del Señor se desparramó hacia los cuatro puntos cardinales.

 

El Espíritu Santo ya ha comenzado a encender sus “focos” y todo el mundo está sintiendo su influjo pero de una forma infusa. Ustedes todavía no saben que la oración de un hombre puede valer tanto como la de cientos de miles… el hombre no conoce cómo es la economía divina respecto de la Gracia… yo diría que hasta los más encumbrados apenas balbucean como niños.

Alégrense porque esta noche se han obrado maravillas…

 

Dice Jesús:

Mi corazón tiene pena porque antes de ayer millones de madres no han sido recordadas y otras recordadas pero no como debieran serlo.

Hijos, hijos, que olvidan pronto, muy pronto que vuestra madre los llevó en su seno y que la sangre que corre en nuestras venas es la misma de ella. Aunque de algunas los cuerpos ya se han hecho cenizas… de una forma especial, esa madre de ustedes, en mi presencia está corriendo la misma sangre de sus venas. Mi misericordia es muy grande como para prometerles un castigo pero reparen sus faltas si no quieren lamentarlo por toda una eternidad.

Personal para alguien del grupo.

Los amo, los amo, los amo, que estas palabras sigan repicando en vuestro sueño.

 

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