Mensaje del 10 de octubre de 1996

Dice Jesús:

Cuando tuve mi mano sobre tu cabeza te di un montón de protecciones, y además he soplado varios carismas que en estos días irás descubriendo.

No me preguntes porqué te elegí, lo sabés muy bien yo no voy a decir nada.

Yo sé que ustedes esperan la noche con alegría para venir a la reunión, algunos más, otros menos pero vuestra devoción hace que mi Madre y Yo también lo esperemos.

 

Dice la Virgen María:

Les digo cuánto me emociona que tengan en cuenta a tantos Santos intercesores y a las almas del purgatorio (¡qué hermosa devoción!), cuánto me gustaría que este tipo de devociones intercesoras se propagaran muchísimo entre todos los cristianos, porque a veces veo como confuso el papel de la intercesión que tienen los santos y las ánimas.

Yo vendré bastante todavía para dar mensajes, pero vendré siempre no me aparto más de ustedes hasta la consumación de los siglos.

Espero que todos los hombres entiendan la Gran Cruzada del Espíritu Santo porque transformará a América y el mundo, no será tan fácil por supuesto pero creo que el Espíritu Santo tendrá por fin la consideración que se merece.

Repito cosas que dije, hay necesidad de una tremenda humildad en todos los órdenes de la vida humana para que el Espíritu Santo pueda reinar en plenitud.

Van a existir hombres de poca fe que rechazarán éstos mensajes.

Tienen toda la libertad para hacerlo pero no saben lo que se pierden.

Por esta noche ya es bastante pero deseen fervientemente que el Espíritu Santo lo inunde todo.

¡Gracias por tanta devoción!