Mensaje del 29 de agosto de 1996

Dice Jesús:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Quien me sigue no se equivoca.

Ya sé que están ansiosos que les revele cosas que pasarán, no lo hago porque alguno de ustedes se desmayaría, aguántense.

¿Por qué siempre ustedes tienen la idea de que yo soy serio? Están completamente equivocados, disfruto riéndome cuando dicen algunas cosas. Así me pintaron muchos, pero digan que Jesús fue creado hombre en su totalidad. ¿Acaso no debían correr hormonas por mi sangre?

 

Que se enteren los teólogos que me hicieron demasiado de espíritu.

Mi cuerpo físico fue bien proporcionado, un poco flaco pero tuve bellos músculos que desarrollé con mi trabajo. ¿Qué pasaría si les dijeran a los hombres que hacen mis estatuas que no cubran partes de mi cuerpo?

¿Te acordas en el palacio del Escorial que pusieron un pedazo de tela para tapar mi naturaleza? El escultor me hizo como en realidad soy.

Hablaría toda la noche si ustedes me tuvieran paciencia. Les revelaría cosas humanas que tuve y tengo… Porque estoy vivo… ¡gritalo por las calles, inútiles que piensan en la cruz solamente!

¡Pero estoy vivo! y todavía me sale sangre de las heridas.

¿Quieren saber de mi que untaba las axilas con yuyos del campo, para oler bien? Los evangelistas me meten en el río para el bautismo, pero yo con los discípulos me metí montones de veces y disfruté con ellos y sigo disfrutando porque estoy vivo. No me idealicen tanto… soy un hermano, un amigo.

Solamente que sublimé mis impulsos y miré con ojos de hombre.

Me sequé las lágrimas cuando me enteré de la muerte de Lázaro y también me soné la nariz. ¿Quién dijo que a la mañana temprano no había mal aliento en mi boca?

Queridos hijos míos véanme como un hombre, un hombre Dios que se pasea entre ustedes, los alivia en los esfuerzos, les da una mano en las cosas pesadas, etc. Deben entender que estoy acá y en cualquier parte del mundo porque a mi naturaleza humana se agrega mi naturaleza divina.