Mensaje del 6 de agosto de 1996

Dice Jesús:

Vengo caminando en la tarde, derramando mi Misericordia, incluso a quienes me escupen en la cara.

Es cierto, he traído una alforja llena de gracias, también hay una parte para ustedes.

Aunque mi expresión era la de tristeza vuestra devoción nos conmueve a mi Madre y a Mí.

Pidan, pidan, pidan, no me negaré a darles, háganlo con mucha fe.

 

Al acostarse piensen en mis llagas, tóquenlas y háganse la señal de la cruz porque por esas llagas salió la sangre que redimió al mundo.

Nada hay tan grande como cubrirse con mi sangre.

Todavía no te regalé mis llagas porque sería muy fácil y todos creerían enseguida en lo que vos decías. Tienen que creer sin ver las llagas.

Aquí dentro hay personas que tienen varios carismas, traten de usarlos, para eso hice leer lo de la higuera.

¿Quieren encontrar un parámetro para saber donde están parados?

Piensen en todas las sanaciones… hay cientos. Piensen en las conversiones. Un montón. Piensen en toda la gente que empezó a ir a misa. Piensen en los que rescataron de las sectas. Piensen en todos los matrimonios que unieron.

Bienaventurados los presentes porque tanto mi Madre como Yo los amamos tiernamente. Estas expresiones las reiteramos seguido…es porque ustedes necesitan muchas caricias.

 

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